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En Ecuador: guerra anunciada que mata soldados

María José Rodríguez Beller

Consultora internacional en reputación y crisis.

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Meses antes, Leónidas Iza, Presidente de la Conaie, Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, había anunciado el paro que aún mantiene. Solo la palabra paro, tensiona el cuerpo y la voz, en especial de los quiteños. Y no sin razón, la capital en 2019 resintió la violencia de marchas y protestas. Edificios incendiados, calles huecas por el robo de adoquines, aceras desportilladas y todas, árboles cortados, asfalto destruido por el fuego de las llantas de goma encendidas durante días.

Ese mismo año la región de Cotopaxi, productiva de flores, vegetales y madera, quedó paralizada y los embarques de rosas y brócolis para la exportación jamás llegaron a destino. La historia se repite desde el lunes 13 de junio. Los camiones de flores son retenidos por los grupos de indígenas organizados, la carga es revisada y  si son flores viene la orden: “Ponchen las llantas”. Miles de miles de rosas, las más preciadas del mundo,  terminarán pudriéndose en sus cajas. Y en las fincas, las rosas que ya no podrán ser vendidas se cortan, se trituran y echan a la basura junto a las esperanzas  de esos productores que suelen generar empleos que han mantenido a las zonas florícolas con cifras de alta empleabiliad e incluso algunos municipios con empleo pleno.

Pocas veces una guerra anunciada sí ha matado soldados. Esta es una de ellas. Y aunque no hay muertos el paro, ha tomado al Gobierno y a las élites con las defensas bajas. Por su parte el movimiento indígena con una representación importante en la Asamblea, alcanzada  por primera vez en la última década y media, ha conseguido unificarse y encontrar un norte común. Antes de las movilizaciones el movimiento indígena se hallaba con resquebrajamientos importantes.  La medida de hecho, así como la encarcelación -por unas horas- de Iza, su líder, ha conseguido la unificación desde el espíritu de cuerpo y la clarificación de una causa resumida en el alza de precios de la canasta básica. 

Aunque los 10 puntos demandados no eran conocidos por todos los manifestantes, existe un pedido simbólica que los unifica y aunque no termina de ser expresada, está instalada  en el imaginario indígena: la exclusión y la explotación en términos de la antigua lucha de clases. 

La negociación entre el Presidente Lasso y el presidente Iza se lleva a cabo a través de los medios de comunicación y redes. La mesa no ha sido ocupada por ninguno. Y los motivos de la Conaie no son del todo transparentes, pues el Gobierno ha demostrado que puede ceder.  Pero la dirigencia indígena no lo hace. Mientras los representantes de uno de los dos  países, aplauden las medidas de hecho y reclaman libertad para trabajar. 

Las dos caras de una misma moneda que, sin embargo, no logran reconocerse como una unidad ni bajo una misma identidad. 

Las acciones de las élites sociales y económicas podría acentuar esta división con acciones como las contramarchas esporádicas que se han ido realizando. 

En el análisis mediático, la conversación internacional relata los hechos desde el prisma de un levantamiento indígena. La conversación en redes es de tensión y aumenta la polarización a diario. El mejor caldo de cultivo para el populismo (de izquierda o derecha) es la polarización.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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María José Rodríguez Beller

Consultora internacional en reputación y crisis.

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