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Los precios del petróleo y de sus derivados, en particular del diésel, oíl siguen elevados desde hace un par de años, y todo indica lo seguirán estando. El precio del petróleo WTI, después de la invasión de Rusia a Ucrania se ha instalado entre 85 a 110 USD/barril, con un promedio de 98.8 USD/barril de marzo a noviembre de 2022.
Pero la situación del diésel es muy particular porque a los elevados precios del petróleo debemos sumarle los elevados márgenes de refinación, de este odiado, pero tan apetecido producto que mueve al planeta. El precio promedio de diésel oíl (salida refinería en USA) de marzo a noviembre de 2022 está en 170.7 USD/barril. Es decir 1.07 US/litro o 4.06 USD por galón. A este precio se le debe añadir flete, seguros, margen de mayorista y minorista (muchas veces creados para generar ganancias ilícitas en algunos países), impuestos y otros para llegar hasta los consumidores finales.
Una de las razones fundamentales para que los precios de los derivados del petróleo estén en estos niveles, es el freno que se le viene imponiendo a la exploración, explotación, refinación y comercialización de hidrocarburos, cuando la demanda sigue creciendo. Freno con acciones como las de Greenpeace en Argentina para frenar exploración offshore, freno por protección al área donde se desarrollan las actividades, freno para que las empresas no obtengan financiamiento para exploración en las bolsas de valores, freno con protestas muy originales pintarrajeando cuadros en los museos de Europa, freno con protestas en las calles y tantos otros métodos ingeniosos que observamos cotidianamente.
Para todos lo que protestan y frenan las inversiones en hidrocarburos les hago notar que se están equivocando y esto tendrá serias consecuencias y efectos contrarios para la anhelada transición energética. El freno para combatir el cambio climático debe estar en penalizar la demanda y oferta del sucio y mucho más contaminante carbón. Este energético, que se quema principalmente para generar electricidad en Asia, Europa y USA y donde muchos ingenuos conectan sus vehículos eléctricos.
Durante 2021 en Asia se generó 27,180 Tera BTU (TB) en base carbón con emisiones de 2,600 Millones de Toneladas de CO2 a la atmosfera (MMTCO2). Con gas natural se generaron 5,095 (TB) con emisiones de 279 MMTCO2. Asumamos que todo el carbón lo volcamos muy rápidamente al abundante gas natural, con lo cual tendríamos ahorros en emisiones de 1,100 MMTCO2. De la misma manera un mismo análisis de Europa generaría ahorros de 107 MMTCO2 y en USA 135 MMTCO2. En total 1,342 MMTCO2. Gran paso. América Latina básicamente no genera con carbón y es la región menos contaminante del planeta per cápita.
¿Si frenamos la produccion de gas natural no tendríamos que usar más carbón para abastecer la demanda de energía eléctrica? Por lo anterior expuesto, frenar la exploración, producción y comercialización de gas natural es un suicidio para la transición energética y la ansiada descarbonización del planeta. Claro que una parte de esta generación eléctrica y su crecimiento podrá venir de energías renovables, que recordemos, son intermitentes, tardaran y necesitan respaldo. El gas natural puede además usarse en vehículos pesados y en transporte de barcos reemplazando el fuel oíl/diésel oíl, en particular con GNL, con ahorros inmensos en emisiones y costos.
Debemos finalmente entender que la muy codiciada transición energética no se podrá encarar masivamente sin ingentes inversiones en exploración y explotación en minería. Se requerirán fabricar billones de baterías de almacenamiento (celulares, vehículos y de respaldo), trillones de paneles solares, millones de torres eólicas y sumarle todo el cobre y otros minerales necesarios para expandir las redes eléctricas, fomentar impulso al hidrogeno y así construir un planeta eléctrico en el largo plazo.
Queridos amigos lectores, para realizar todo ese enorme movimiento minero y su transformación, saben que, se necesita producir hidrocarburos y principalmente ingentes cantidades de diésel oíl. Sin diésel no existe transición energética porque con este energético se mueve la maquinaria minera, su traslado y transformación. Adicionar que el repudiado diésel oíl traslada además todos los productos que demandan el planeta.
Por lo tanto, no nos equivoquemos. Y a los que tanto pregonan el evitar el cambio climático frenando la producción de hidrocarburos, les pedimos que dejen de volar en avión, comprar vehículos, de usar secadoras de todo tipo, de usar aires acondicionados, calefacción, alimentos refrigerados y los todos los placeres imaginables que los embrujan de la vida moderna.
Frenar la producción de petróleo y gas natural en la forma que estamos haciendo es suicida. Tengamos cuidado que los precios, principalmente del diésel oíl y gas natural se pueden ir a las nubes. Veremos luego desabastecimientos, racionamientos, paros, bloqueos y protestas por doquier. Seguro que los protestarán serán los mismos que frenan su actividad.