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Harry Potter y la piedra filosofal se convirtió en lo más popular de todos los tiempos en 1997, justo a tiempo para que yo, en el instituto, pensara que todo lo que a los demás les gustaba tanto era probablemente basura.
Unos años más tarde, cuando se estrenó la primera película, seguí sin impresionarme.
Pero, a diferencia de la mayoría de las tendencias superficiales, la obra magna de JK Rowling siguió creciendo y creciendo, y finalmente, incluso amigos cuyas opiniones respetaba empezaron a decirme que simplemente tenía que leer los libros.
Así que, en algún momento a mediados de la década de 2000, finalmente seguí su consejo y escuché el primer libro de Harry Potter en cinta, leído por Stephen Fry.
Fue estupendo.
En las semanas siguientes me leí todos los libros de la serie. Me avergüenza admitir que mi orgullo y esnobismo me impidieron disfrutar de una literatura moderna realmente fantástica. Tal vez haya ahí una buena lección sobre la iconoclasia desbocada, pero hoy soy una fan incondicional.
Los personajes y las relaciones entre los personajes de Rowling son reales y creíbles, llenó su mundo de peligros y riesgos genuinos, la magia es extraordinaria y Voldemort es -sin duda- uno de los mejores villanos de la historia de la literatura.
Pero una cosa que siempre me ha molestado de Harry Potter es lo confusamente atrasadas que están la política y la economía de la sociedad de magos.
Tendré más que decir sobre esto en futuros vídeos, pero por ahora sólo quiero centrarme en el hecho de que las brujas y los magos han vivido -aparentemente durante siglos- toda su existencia ocultos de los no mágicos, los muggles.
Aislamiento de los muggles
En realidad, sólo hay dos razones para este secretismo. La primera es que los muggles tendrían miedo de magos y brujas e intentarían cazarlos o quemarlos en la hoguera. La segunda es que mezclar gente mágica y no mágica es asqueroso y los magos oscuros como Grindelwald o Voldemort intentarían esclavizarlos.
Básicamente, el argumento es que, o bien los mágicos tendrán que temer a los humanos con horcas, o bien los humanos tendrán que temer a los mágicos racistas. Y así, debemos tener una segregación permanente.
Y vale, de acuerdo: obviamente, algunos magos son malos e intentan esclavizar a los muggles a lo largo de la serie. Pero la segregación impuesta legalmente no impidió que los mortífagos mataran a toneladas de gente en Londres, así que está claro que la ley no protegía a nadie allí.
Del mismo modo, algunos humanos se sorprenderán y temerán lo que puedan hacer los magos… Pero eso se debe principalmente a que nunca han estado expuestos a la magia y el miedo a lo desconocido benigno se elimina fácilmente la mayoría de las veces simplemente, ya sabes, aprendiendo más sobre aquello a lo que temes. Lo que, por supuesto, no puede ocurrir bajo la segregación impuesta por la ley.
Así que el juego de «qué pasaría si» al que quiero jugar hoy es el siguiente: ¿qué pasaría si ya no existiera el Decreto sobre el Uso de la Magia en presencia de Muggles y el Ministerio de Magia dejara a la gente hacer lo que quisiera?
Cambiar medicinas mágicas por bolígrafos
Dado que se trata de un universo ficticio, es un poco difícil de decir, pero si sustituimos «magia» por «tecnología avanzada» y pensamos en los resultados del comercio internacional y la inmigración, podríamos obtener una respuesta.
Desde ese punto de vista, el beneficio más obvio sería que todo el mundo estaría inmensamente mejor.
Como ha dicho el economista Art Carden, el comercio está hecho de ganar.
Incluso cuando dos personas o grupos de personas que comercian entre sí están seriamente desparejados en habilidades y tecnología -como magos y muggles, o naciones desarrolladas y en vías de desarrollo, o incluso los humildes productores de vídeo y la gente mucho más inteligente que crea sus cámaras, ordenadores y micrófonos- ambos pueden beneficiarse mutuamente.
Estados Unidos produce una inmensa cantidad de tecnología e innova constantemente en nuevos productos y servicios, pero seguimos importando bienes y servicios por valor de 240.000 millones de dólares al mes, a menudo de lugares mucho más pobres y con un acceso mucho menor a los tipos de maquinaria o capital que tenemos aquí.
Nosotros conseguimos cosas más baratas, pero ellos también se enriquecen, ya que las cosas que fabrican se venden en mercados internacionales más grandes.
En términos económicos, aunque los estadounidenses suelen tener una «ventaja absoluta» en la producción de bienes y servicios, hay mucha gente fuera de Estados Unidos que tiene una «ventaja comparativa» en la producción de esas mismas cosas. Es decir, aunque podamos fabricar casi cualquier cosa de forma más eficiente que la gente de otras partes del mundo, a menudo las diferencias en los costes de oportunidad hacen que los estadounidenses utilicen mejor sus recursos si se centran en cosas como el diseño de ordenadores o la investigación de tratamientos contra el cáncer e importan muchas otras cosas fabricadas en otros países.
La cuestión es que, cuando permitimos el comercio, tanto el comprador como el vendedor -y la sociedad en su conjunto- se enriquecen, aunque las capacidades de las personas o su acceso al capital no sean iguales.
Piensa en cómo se aplica esto a Harry Potter. Está claro que las brujas y los magos nos ganan a los muggles. La magia lo hace todo más fácil, desde construir casas nuevas hasta el transporte, arreglar huesos rotos y curar a los enfermos. Incluso suponiendo que la magia no pueda resolver todos los problemas, introducir la magia en el mundo muggles sería como introducir la maquinaria moderna en las cavernas.
Los beneficios para nosotros, los muggles, serían inimaginables, pero las innovaciones no mágicas también mejorarían la vida de los usuarios de la magia.
Los muggles fabrican una serie de productos que no parecen existir en el mundo mágico… ¡Imagina cuántas túnicas se estropean por derrames de tinta china y cuánto más fácil sería la vida de las jóvenes brujas y magos si tuvieran acceso a bolígrafos!
Los usuarios de la magia también disfrutarían de las ventajas de compartir conocimientos a través de Internet, Wikipedia, Facebook, YouTube y, en general, de la existencia de iPads y Kindles en lugar de tener que cargar con sacos llenos de pesados libros a todas partes sin motivo alguno.
Las oportunidades de beneficio mutuo son infinitas y hay muchos estudios empíricos que lo avalan.
La economía se encuentra con la magia
Los economistas suelen realizar una actividad con los estudiantes llamada «el juego del intercambio». En este juego, cada individuo recibe una bolsa misteriosa llena de cosas -dulces, material escolar, juguetes, lo que sea- y se le pide que valore su satisfacción con el contenido de la bolsa. A continuación, los grupos de alumnos intercambian entre sí. A medida que avanza el juego, los grupos de intercambio crecen hasta que cualquiera puede intercambiar lo que quiera con cualquier otra persona de la sala que esté dispuesta a hacer un trato.
Al final del juego, los jugadores valoran cuánto les gusta lo que hay de nuevo en su bolsa.
Lo que ocurre es que la gente valora más su satisfacción a medida que gana más posibles socios comerciales.
No importa con qué empiecen los participantes o si hay un desequilibrio de una persona a otra. Resulta que cuanta más gente hay con la que comerciar, más fácil es para todos obtener más de lo que valoran y menos de lo que no.
Y lo que es aún más importante, la desagregación significa que, además de intercambiar cosas, la gente también puede intercambiar ideas. Y eso es lo que estimula la creatividad y la innovación.
Los usuarios de magia pueden tener más habilidades, pero no tienen el monopolio de las grandes ideas, y es probable que a los muggles se les ocurran formas de utilizar la magia que ni siquiera se les han ocurrido a las personas que han crecido con ella en todas partes.
Uno de los mayores beneficios del comercio y la inmigración es la forma en que las ideas de distintas personas se mezclan entre sí y se convierten en ideas nuevas y mejores.
En su libro The Rational Optimist (El optimista racional), el biólogo evolutivo y antropólogo Matt Ridley sostiene que el comercio, y en concreto el intercambio de ideas que conlleva, es la principal vía de progreso de la sociedad humana a lo largo de la historia.
El florecimiento de las mejoras tecnológicas, desde la piedra al bronce, pasando por el acero, mejores herramientas de caza y agricultura, mejores materiales para la vivienda, incluso el propio desarrollo del dinero, todo ello se concentra en torno a las antiguas rutas comerciales.
Imagínate lo que podría pasar si alguien como Neville Longbottom mezclara sus conocimientos de herbología mágica con las modernas técnicas agrícolas muggles. Nuestro suministro de alimentos nunca sería el mismo.
Pero hay algo más importante que la riqueza material o el progreso tecnológico.
La gente olvida a menudo que el comercio requiere confianza, y la confianza se consigue mejor conociendo a las personas con las que se comercia. Y conocerse es la mejor manera de que personas de todas las razas, nacionalidades, religiones e intereses se hagan amigos y aprendan a respetarse y cuidarse como individuos. Si los muggles y los magos no estuvieran segregados, empezarían a aprender más sobre las culturas de los demás, y formarían relaciones que nunca podrían existir de otro modo.
Las personas que se unen sólo en busca de beneficios económicos a menudo descubren amistades e incluso amor por el camino. Si magos y muggles se conocieran y pudieran comerciar entre sí, se crearía un mundo más seguro, amable y pacífico.
¿Y no es eso por lo que Harry Potter luchaba desde el principio?
Publicado originalmente el 3 de agosto de 2017. Y luego en FEE.org
*Este artículo fue publicado en panampost.com el 29 de diciembre de 2022
