Javier Milei y el estilo de la nueva política
El triunfo de LLA se inscribe dentro de un fenómeno más amplio: la crisis de la democracia representativa.
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El triunfo de Milei se inscribe dentro de un fenómeno más amplio: la crisis de la democracia representativa. Sería equivocado suponer que si fracasa puede darse un retorno al pasado. Tiene un impacto internacional importante porque es la expresión más pura de la nueva política que irrumpe en Occidente.
Se equivocan los que interpretaron su campaña como una expresión de angustia de los electores por la situación a la que nos condujo el kirchnerismo. En la campaña de Milei no había depresión, no querían ser austeros, ni rechazar la alegría. Ese fue el estilo de un sector de Juntos por el Cambio que se había vuelto solemne, consumido por el síndrome de hubrys.
La campaña de Milei comunicaba intención de cambio. Gritaban “Viva la Libertad Carajo”, realizando las transgresiones de los jóvenes que asustan a los conservadores. Milei reiteró que no sacaría los planes, que su ajuste iba a ser enorme, pero no afectaría a la gente, sino a la casta política. Estuvo rodeado de gente nueva. Su núcleo estuvo constituido por gente joven.
Los gestos de Milei que no se hizo problema con ir a sitios demostrando sencillez, saludar a Chiche Gelblung, a personas que se le cruzaban en la calle, su lenguaje corporal llevando con frecuencia en las manos objetos, la distancia que tomó con los comentarios homofóbicos de otro colaborador, le convirtieron en un personaje que pudo empatizar con una juventud rebelde que no quería reprimirse ni se asustaba con sus supuestas locuras.
Según ha anunciado, cuando jure su cargo, dirigirá su discurso a la gente, desde las escaleras del Congreso. Convocó a un banderazo para que sus seguidores acudan a escucharle.
Iniciar la velada del Colón con la Balada Para un Loco es un gesto humano que denota sentido del humor y convierte una acusación en bandera. Ojalá el síndrome de hubrys no le pavimente la frescura de su comunicación.