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“Yo no sé si feliz o infelizmente me cupo intervenir en la segunda revolución separatista acreana, combatiendo a los rebeldes con la “Columna Porvenir”
Nicolás Suárez Callaú, Cachuela Esperanza, 1926.
“—No, divino Ulises —le repliqué—. La Historia no la hacen los héroes, la crean quienes la narran y lo dejan por escrito”
Juan Miguel de los Ríos, La tejedora de Odiseo.
Parte Uno
Revolución #1
Para finales del siglo XIX y principios del XX el precio internacional de la goma no hacía sino aumentar. En el noroeste de Bolivia, hombres decididos y emprendedores amasaban fortunas. Naturalmente, los productivos gomales del lado boliviano terminaron despertando la codicia del vecino. Para 1897, la inmensa mayoría de barracas gomeras del Acre y el Purús, entonces territorio boliviano, eran manejadas por brasileros[1] llegados principalmente del lejano estado de Ceará, que extraían la goma[2] bajo leyes que no eran las bolivianas.
Brasil arrancó primero que Bolivia en el negocio de la goma, por la sencilla razón de que tenía mejor acceso al Acre. Al principio se creía que los árboles brasileros eran de mejor calidad porque producían más goma que los bolivianos. Luego se descubrió la razón: del lado brasilero se usaban machadinhos[3] de acero que cortaban con mayor profundidad el árbol, favoreciendo la extracción, pero también dañando y, en muchos casos, enfermando y matando al árbol. Con el tiempo el árbol de goma, la siringa boliviana, fue apreciándose mejor, siendo este uno de los motores de la emigración brasilera hacia el bajo Acre de Bolivia.
Ya instalados en el Acre, la ambición de los brasileros fue tomando forma. Lentamente los ánimos fueron caldeándose. Y cuando por fin el estado boliviano se hizo presente en el Acre fundando Puerto Alonso, en enero de 1899, llegaron a la amazonia aduana e impuestos bolivianos a reclamar una parte de lo producido por caucheros brasileros. Fue el detonante que faltaba.
No tardó sino hasta julio de ese mismo año 1899 en estallar en Puerto Alonso la primera insurrección conocida en Brasil como “Revolução Acreana”, a la cabeza de un aventurero español de largo nombre nacido en Cádiz: Luis Gálvez Rodríguez de Arias, y de Gentil Norberto[4], un enérgico y decidido ingeniero civil llegado al Acre para mensurar siringales, quienes, apoyados en un grupo de españoles veteranos de la guerra independentista entre Cuba y España, proclamaron el Acre boliviano como república independiente.
Por ese tiempo acababa de terminar en Bolivia la mal llamada Guerra Federal, por la cual las élites paceñas empoderadas económicamente por la economía del estaño usaron el federalismo como anzuelo para sumar a los otros departamentos, aislar a Sucre y arrebatarle la condición de capital unitaria. El gran vencedor y flamante presidente de Bolivia, general José Manuel Pando[5], comisionó para aplacar la revolución a su ministro de defensa, Ismael Montes, y a su vicepresidente, Lucio Pérez Velasco.
Se organizaron tres expediciones que partieron de La Paz en distintos momentos, la primera en octubre de 1899, la segunda en abril de 1900 y la tercera en mayo del mismo 1900 (diez meses después de proclamada la primera revolución acreana).
El plan era reunirse las tres en el Acre. En total no sumaban 800 hombres[6]. Llegaron a Puerto Acre[7] (ex Puerto Alonso) seis meses después, en octubre de 1900.
La participación cruceña en la defensa del Acre no se limitó a la Columna Porvenir; en junio de 1900 se organizó en Santa Cruz un piquete de 50 hombres comandado por el entonces mayor Benjamín Azcui que marchó hacia el noroeste boliviano para unirse a las fuerzas comandadas por el delegado, coronel Lucio Pérez Velasco.
Una vez reunidas las fuerzas en el Acre se sucedieron varios combates, como el de Papirí y Cajueiro. Y el principal: Riosinho, en las primeras horas del 12 de diciembre de 1900 el batallón boliviano Independencia fue atacado por fuerzas brasileras superiores, pero habiendo sido avisado poco antes del ataque por un portugués de apellido Dias[8] y luego alertados por el heroico centinela Maximiliano Paredes, las fuerzas bolivianas esperaron listas y repelieron el ataque. En los días siguientes de ese mes de diciembre se sucedieron otros combates como el de Puerto Acre y el de Bage. Para inicios de enero de 1901 la rebelión había ya sido completamente aplastada.
Cuando un estado abandona una parte de su territorio y permite que sea poblado por extraños que desarrollan su propia cultura, tarde o temprano aflora ahí el anhelo de autodeterminación en cualquiera de sus formas. En la segunda mitad del siglo XIX Bolivia permitió que brasileros pueblen y exploten el Acre. Al igual que, en el mismo periodo, Melgarejo permitió y lucró con el asentamiento de capitales y migrantes chilenos en el litoral boliviano.
Hoy en día se entiende que lo que se pretendía en el Acre en 1899, y lo que se intentó nuevamente en 1902, era lo que antes se había hecho en Texas: secesión de México en 1836 y anexión a USA en 1846[9]. En el Acre se pretendía emular la maniobra de dos pasos. Primero declarar la secesión del estado del Acre de Bolivia (con respaldo disimulado del Brasil). Y luego, mediante referéndum, anexarlo al Brasil.
Revolución #2
Con extraña lucidez y pragmatismo el gobierno liberal boliviano entendió que para no repetir en el Acre la pérdida del litoral había que tomar alguna medida excepcional. Allá por marzo de 1900 surgió entonces la idea de promover la creación de una gran compañía extranjera que tomara bajo su responsabilidad la administración, explotación y colonización del Acre. Oponer a la codicia brasilera el mercantilismo yanqui, era la consigna.
Así surgió una especie de sociedad accidental llamada The Bolivian Syndicate, que se comprometía a constituir en un plazo de 12 meses posteriores a la aprobación del congreso boliviano, una compañía angloamericana que se haría cargo, entre otras cosas, de la administración aduanera del Acre por 30 años a cambio de un 40% de lo recaudado (también a construir las edificaciones necesarias, vías férreas, comprar tierras, favorecer la colonización del Acre con familias extranjeras, regular el tránsito fluvial, y en caso de ser necesario, crear y sostener una fuerza armada con barcos de guerra).
La negociación con The Bolivian Syndicate la dirigió desde sus inicios el ministro plenipotenciario de Bolivia en Inglaterra, Avelino Aramayo, ayudado por el explorador inglés Sir. Martin Conway. Actuó como representante de The Bolivian Syndicate, Mr. Frederick W. Whitridge, detrás de quien estaban los empresarios más importantes de New York y Londres. Apellidos como Roosvelt, Vanderbilt, Bliss (de Morton, Bliss & Co.) o Morgan (JP Morgan) , es decir: la gente más poderosa del mundo. El contrato se firmó en Londres el 11 de julio de 1901 y fue aprobado por el congreso boliviano el 21 de diciembre del mismo año.
Brasil recibió pésimamente la novedad. O hizo como que la recibió pésimamente. A lo mejor todo el asunto con The Bolivian Syndicate le vino como anillo al dedo, dándole el pretexto que faltaba. Empezaron a moverse engranajes subterráneos. Hasta que un día, el 7 de agosto de 1902, afloró nuevamente la ambición secesionista en forma de otra revolución brasilera resuelta a lograr la independencia del Acre. Esta segunda inició en Xapurí (en ese entonces boliviano, hoy un pequeño municipio brasilero) y estuvo liderada por el exmilitar y agrimensor Plácido de Castro, de 27 años, y por el cearense José Galdino de Assis Marinho. De Castro se encargó del bajo Acre (Vuelta de Empresa, Puerto Acre) y Galdino del alto. Los revolucionarios se llamaban a sí mismos: acreanos, los bolivianos los llamaban filibusteros[10]. A la declaración independentista siguieron tomas violentas de barracas gomeras[11] propiedad de bolivianos en la zona del bajo Acre.
Hubo saqueos, quemas y crímenes. Como el que sufrió la barraca Santa Cruz, propiedad del cruceño Miguel Roca y administrada por el Sr. Gonzalo Moreno, en la que se improvisó una defensa y hubo intercambio de tiros, pero que finalmente fue ocupada por los acreanos. Para salvar sus vidas, los dueños de las barracas atacadas, o en peligro de serlo, junto a sus familias y su personal fueron replegándose hacia el interior del país, al alto Acre. Confluyeron en la barraca Porvenir, convertida de pronto en una especie de improvisado cuartel general desde donde más tarde se organizaría la defensa.
La barraca Bahía estaba ubicada en el mismo lugar en el que hoy está Cobija, capital del departamento de Pando. Se construyó ahí porque en temporada de lluvias se podía navegar de ida y vuelta en barcos de vapor hasta Manaos o seguir hasta Belem do Pará, la “Paris Tropical”, surcando más de 2.500 Km. de río (el Acre, Madeira y Amazonas) llevando goma y trayendo mercancías. Desde Belem do Pará las bolachas de goma salían para Inglaterra y USA, principalmente. Para octubre de 1902, momento del ataque brasilero, Bahía tenía almacenadas mercancías por valor de 150 contos de reis[12], lo que equivaldría hoy al menos a un millón de dólares americanos. Tanto la barraca Porvenir, ubicada en la orilla izquierda del río Tahuamanu, como la barraca Bahía, en la orilla derecha del río Acre, eran propiedad de Nicolás Suárez, administradas ambas por el Sr. Alfredo Trucco, italiano.
Bahía y Porvenir están separadas por unos 32 Km. En esa época se llegaba a transportar hasta unas 50 toneladas de goma desde Porvenir hacía Bahía, y como el transporte a lomo de mula o en carretones tirados por bueyes era lento y caro, se hizo construir una especie de carretera por la que incluso llegaron a transitar automóviles suizos de la marca Saurer.
El estallido de la segunda revolución acreana encontró a Nicolás Suárez a uno 120 Km. de Bahía, en la barraca Carmen. Apenas enterado partió de allí el día 25 de septiembre, a caballo durante tres días hasta el Tahuamanu y desde ahí en lancha pasando por las barracas Manchester, Buyuyumanu, Buena Vida y Costa Rica. Llegó a la barraca Porvenir el 4 de octubre de ese año 1902. En esos días de cabalgata y navegación, cavilando, había llegado a una conclusión: sólo podría contar con sus propios medios para la defensa de su propiedad y de la soberanía del país. Cuenta el mismo Nicolás Suárez:
“La situación de fuerza impuesta por la revolución, entonces no era un misterio para mí ni para nadie. Sabía yo que no nos era dado esperar recursos prontos del Gobierno, en atención a las enormes distancias y a los malos caminos. Desde muchos días antes de mi presencia en Porvenir yo había tomado la resolución de mantener a toda costa, en cuanto a mí dependiera, el orden público alterado por el movimiento separatista de Xapury”[13].
[1] La RAE recomienda el uso del gentilicio brasileño, pero acepta el alterno: brasilero.
[2] Goma y caucho no son lo mismo. Tienen características similares, pero no idénticas. Provienen de árboles distintos: la goma de la Hevea Brasiliensis, y el caucho del Castilla Elástica.
[3] Herramienta con la que se picaba el árbol de la goma, parecida a un hacha pequeña. Con la cabeza de hierro o acero y el mango de madera. Machadinho, estrada, bolacha, siringuero… nótese la influencia de la lengua portuguesa en ese territorio de frontera.
[4] En el libro “Resumen Histórico de las Campañas del Acre” del coronel Benjamín Azcui, publicado en 1925, encuentra uno, asociado a Gentil Norberto, una crónica de valor demostrado por un cruceño: el mayor Félix Arano, quien capturó en Riosinho al líder revolucionario Gentil Norberto en pleno río cuando Arano acercó su canoa al batelón en el que iba el líder acreano y revolver en mano amenazó con matarlo si no se entregaba prisionero. No terminó ahí la hazaña del mayor Félix Arano, felicitado y celebrado por sus compañeros dijo “me falta otro tibí para completar el par y, si el teniente coronel Baldivieso me confía unos diez hombres, lo traeré a Pedrito Braga de las orejas”, cosa que efectivamente realizó. Sobre el mayor Arano también dice José Aguirre Achá en su libro “De los Andes al Amazonas, Recuerdos de la campaña del Acre” que “probó en el curso de la campaña una energía y audacia notables”.
[5] El general Pando era un gran conocedor del Acre por haber realizado dos expediciones previas, una en 1892 y otra en 1897.
[6] Sociedad Geográfica de La Paz, El Mayor General Don José Manuel Pando, su vida y sus obras, Tomo Primero. 1918.
[7] Puerto Alonso se fundó con ese nombre el 3 de enero de 1899, en la orilla izquierda del río Acre. Luego se le cambió el nombre por Puerto Acre. El nombre no lo cambiaron los brasileros. Lo cambió el nuevo gobierno de José Manuel Pando instalado en La Paz, flamante sede de gobierno. Tal vez para así sacar de la historia, o facilitar el olvido de su antiguo rival: Severo Fernández Alonso.
[8] De los Andes al Amazonas, Recuerdos de la campaña del Acre, José Aguirre Achá.
[9] Dada la resistencia mexicana a aceptar la independencia de Texas, bajo la presidencia expansionista de James Polk, USA “persuadió” a México invadiéndolo (1846 a 1848). La invasión gringa llegó hasta el centro mismo de la Ciudad de México, al palacio de Chapultepec en 1847, en donde la última resistencia la hicieron cadetes de entre 12 a 18 años que eligieron luchar hasta la muerte antes que rendirse al invasor. Esos mártires pasaron a la historia mexicana como los “niños héroes”, y son, tal vez, los héroes más grandes que tiene México. Hoy en el Castillo de Chapultepec pueden verse monumentos a los niños héroes. Con esa invasión, USA arrebató a México territorios de lo que hoy son los estados de California, Arizona, Texas y New México y partes de otros seis estados más.
[10] El término filibustero comenzó a usarse a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Se usó para referirse a hombres que iniciaban guerras con ejércitos privados sin autorización oficial de un gobierno legítimo.
[11] Las barracas gomeras eran la materialización del triunfo de capitanes de industria y de la iniciativa privada, por sobre toda clase de obstáculos posibles: falta de caminos, fieras, fiebres y tribus hostiles. Eran estas barracas gomeras establecimientos de capital privado ubicadas en plena selva, cerca de las estradas y generalmente situadas en la ribera de un río para facilitar el acopio, despacho y transporte de las bolachas (goma coagulada en forma de pelotas, de aproximadamente 46 Kg. de peso) hacia los puertos marítimos. El transporte de bolachas entre barracas se hacía en mulas (2 y hasta 3 bolachas por mula) o carretones tirados por bueyes. Las barracas gomeras no solo exportaban, sino que también recibían todo tipo de mercancías necesarias para la sostenibilidad del negocio, provenientes de la ciudad, y en muchos casos de origen europeo (latas de manteca, fósforos, sal, azúcar, alimentos enlatados, velas, machetes, medicinas, aguardiente, cerveza, champagne, whisky, armas y un largo etcétera). El proceso productivo de la explotación del caucho estaba organizado por estradas (veredas en la selva que contaban con unos 150 árboles de hevea brasiliensis), los árboles eran picados por el siringuero, es decir, se le realizaban pequeñas incisiones en el tronco con el machadinho, una herramienta parecida a un hacha pequeña. Entonces, lentamente, el árbol “lloraba”, goteaba, goma líquida que era recogida en un pequeño recipiente de zinc llamado tichela, colocado específicamente para ese propósito. Al final de la jornada el siringuero recogía las tichelas, juntaba toda la goma líquida y procedía a su solidificación ahumándola, vertiendo lentamente la goma líquida sobre un palo que rotaba sobre una especie de pequeño horno-chimenea llamado buyón. Así, poco a poco, se iba formando la bolacha, producto final de exportación que iba desde el noroeste boliviano hasta Manaos, por el río Madeira y de ahí a Belem do Pará, para embarcarse a los destinos finales de Inglaterra y USA.
[12] Un indígena de Moxos o Chiquitos vendido como esclavo a empresarios brasileros de la goma costaba un conto de reis en 1874. Bahía tenía almacenadas mercancías por valor de 150 contos de reis al momento del ataque brasilero. Gentil Norberto le ofreció a Arthur Posnansky 300 contos de reis por la lancha Iris en 1899. El gobierno de Brasil pagó el equivalente en libras esterlinas de 22.800 contos de reis a The Bolivian Syndicate en 1903. Y 400.000 contos de reis fue lo que comprometió pagar Brasil a Bolivia como compensación por el Acre. Un conto de reis equivalía a 5 libras esterlinas en esa época.
[13] Nicolás Suarez hijo, “Anotaciones y Documentos sobre la Campaña del Alto Acre 1902- 1903”, editado en Barcelona1928.