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La cuestión cruceña

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El experimentado politólogo Manuel Suárez, ha publicado un provocador ensayo: “Santa Cruz toca la puerta” que, junto a otros trabajos, se difunde bajo el título general “la cuestión cruceña”. La investigación plantea la necesidad de la inclusión de Santa Cruz en el quehacer político nacional, y reconoce que hay dos proyectos distintos de modernización: uno de base nacionalista a cargo del MAS, y otro liberal, liderado por Santa Cruz (véase entrevista en Entre Líneas/Manuel Suárez/William Herrera).

 Lo evidente es que durante la última década se produjo una transformación sociológica, porque Santa Cruz se convirtió en una sociedad de clases medias propietarias, que han adoptado una racionalidad burguesa que enarbola tanto el liberalismo económico como el político.

La política boliviana se moderniza con la revolución del 52. Según el autor, una consecuencia de este proceso fue la aparición del cruceñismo moderno, que buscará reivindicar la identidad y los derechos de Santa Cruz en el escenario de la Bolivia que se va modernizando luego de la revolución. En este contexto, nace el Comité Pro-Santa Cruz para hacer tres cosas básicas en el sistema político: a) crea la identidad política; b) articula la acción política cruceñista y, al hacerlo, hegemoniza los principales escenarios de poder en Santa Cruz; y c) negocia con el centralismo post revolución.

Suárez identifica tres elementos del denominado cruceñismo sociológico. La creencia en los valores ligados al individuo, a la idea del acceso masivo a la propiedad privada donde prevalece la sociedad abierta o comercial, que denomina “cultura cruceña del capitalismo popular”. La suspicacia frente al gobierno centralista y “acaparador” del poder. Y la apuesta política por la tradición democrática y liberal y los principios republicanos.

El cruceñismo sociológico prioriza la propiedad privada masiva como eje de la economía moderna, mientras que la tradición nacionalista (el MAS) se decanta por la propiedad estatal. La propiedad privada tiene cinco referentes en la historia cruceña: a) la creencia hegemónica de que la propiedad privada o familiar es el camino de realización para el ser humano en la sociedad; b) la búsqueda masiva de la propiedad inmobiliaria urbana; c) la expansión y el éxito de la propiedad agrícola de medianos productores; d) la gran agroindustria ligada a la llamada “república de la soya”; c) la expansión masiva de pequeños y medianos emprendedores en el sector servicios.

Santa Cruz tiene la particularidad que no solo genera riqueza, sino que, además, la reproduce, la multiplica y la puede poner al alcance de grandes mayorías. Es riqueza que viene y va de y hacia la modernización económica. Esta riqueza es la creadora de la clase media y, de yapa, aburguesada que no existe en ningún otro rincón patrio. Y como ya tiene la talla y la musculatura suficiente, Santa Cruz toca la puerta y demanda la inclusión de sus valores en lo que sería una agenda nacional. Pero ¿la tradición abrirá la puerta y generará un pacto histórico con Santa Cruz? El autor no garantiza ni descarta nada; sin embargo, ese pacto será uno de los retos históricos más importantes para la clase política y los gobiernos nacionales.

En el corto plazo, ni el MAS ni el cruceñismo están en condiciones de imponer su visión y enamorar a todo el país. El MAS perdió la capacidad de integrar la demanda regional bajo los términos de su hegemonía cada vez más en declive. Y la burguesía cruceña tampoco logra convertirse en dirigente, por su incapacidad de unificar a su propio bloque de poder y de irradiarse a los sectores populares de occidente. Lo que está clarísimo es que no se puede ignorar ni subestimar el papel de Santa Cruz en la construcción de cualquier hegemonía y proyecto de país a futuro.

La sustanciosa publicación colectiva busca un gran debate político, que permita repensar cómo construir igualación socioeconómica, reivindicación cultural e integración nacional desde nuevas mediaciones regionales. El mayor desafío sigue siendo buscar cómo liquidar el viejo Estado fallido, centralista, paquidérmico y corrupto, y cómo avanzar en la arquitectura del nuevo Estado moderno, que se viene gestando y poniendo en forma desde Santa Cruz a punta de cabildos.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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