La demagogia octubrista y la resaca autoritaria (Chile)
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Los resultados de la encuesta Criteria, donde 70% de los encuestados prefieren anteponer la seguridad a la libertad, no debería causarnos sorpresa. Ya desde tiempos de Aristóteles se advierte que donde impera la desmesura anárquica y las leyes sucumben por acción de los demagogos dando paso a la arbitrariedad y el atropello, yace el origen de toda tiranía.
En Chile es evidente que en estos años pasamos por una borrachera demagógica, la que se hizo muy evidente en octubre de 2019. Ciudadanos desafectos de la democracia y representantes políticos oligarquizados que se abandonaron al dinero más que al interés general se embarcaron en una farra colectiva que se mostró condescendiente con todo tipo de transgresiones y excesos.
No obstante lo anterior, los síntomas de la desmesura no fueron solo los aplausos frente a la evasión del Metro y el vandalismo encapuchado durante las manifestaciones de 2019, sino también la notoria falta de templanza a la hora de legislar de quienes conformaban el Congreso durante la pandemia del Covid-19. El ejemplo más claro fue que los legisladores impulsaron los retiros de las AFP sin mediar los efectos que aquello tendría en la economía. Pero el cuco llegó -aunque algunos periodistas de la plaza acusaban mala intención en tales advertencias- y ahora estamos sintiendo en los bolsillos el azote inflacionario.
Toda esta borrachera no ha significado un fortalecimiento de la democracia, la institucionalidad y la vida pública chilena, sino todo lo contrario. El daño en ese sentido se ha hecho cada vez más notorio. Todos estamos sufriendo la resaca donde impera la inseguridad, la incertidumbre y el enquistamiento de formas diversas de anomia e incivilidad. Esto es algo muy visible actualmente, por ejemplo, en la persistente crisis de autoridad a nivel escolar, la cual fue azuzada y agudizada por años mediante un discurso condescendiente con el vandalismo juvenil disfrazado de compromiso político. Así, quienes hoy ejercen como autoridades, desde el gobierno central hasta los municipios, en parte son creadores de esos vándalos a los que ahora no pueden controlar. El mejor ejemplo de esto es la alcaldesa de Santiago, Irací Hassler, y su doble discurso respecto a la ley Aula Segura.
«Toda esta borrachera no ha significado un fortalecimiento de la democracia, la institucionalidad y la vida pública chilena, sino todo lo contrario. El daño en ese sentido se ha hecho cada vez más notorio».
Es indiscutible que la transgresión de las leyes se ha hecho evidente en diversas instancias junto con el deterioro de los espacios públicos y el menoscabo en las conductas más básicas de urbanidad. Esto se traduce en una creciente violencia, mayor ramplonería e ineficacia institucional en diversos ámbitos de nuestras vidas. Lo peor es que esa borrachera demagógica no ha terminado, lo que se evidencia cuando vemos que ministros y autoridades, que tienen el deber de hacer cumplir las leyes, no lo hacen porque creen que eso queda a su criterio o gusto personal, tal como parece creerlo la ministra del Interior, Carolina Tohá.
Los efectos nocivos de esa actitud laxa en cuanto a hacer cumplir las normas son cada vez más notorios en Chile. Los vemos a la hora de imponer la disciplina en liceos emblemáticos, al momento de exigir respeto a las normas de tránsito o de convivencia vecinal -ya sea a chilenos o extranjeros- y también respecto al cuidado del espacio público en general. Ni hablar de controlar e imponer la ley frente a la acción de grupos armados y delictivos. Peor si incluso el gobierno no quiere aplicar la ley antiterrorista a los terroristas que actúan con total impunidad en lugares como La Araucanía o el Biobío.
El problema de todo lo anterior es que ese es el caldo de cultivo para alimentar apetitos y demandas autoritarias. Lo indicios, que la encuesta solo ratifica, ya están. Ya tenemos, por ejemplo, un diputado que se autoproclamo sheriff. Así, de un populismo anómico, que se mostró condescendiente con los saqueos, podríamos estar pasando a otro autoritario, dispuesto a sacrificar libertades en nombre de la seguridad.
De seguro, muchos de los otrora azuzadores del desorden y el desgobierno, cuando eran oposición, ahora se mostrarán conmovidos por los resultados de la encuesta Criteria y preocupados por cuidar las instituciones democráticas. Bueno, si realmente quieren evitar una deriva autoritaria en Chile y que aparezca una especie de «Bukele chileno», es momento que dejen la borrachera demagógica anti sistema, gobiernen responsablemente y apliquen las leyes como corresponde.