OpiniónEconomía

La economía que Bolivia necesita

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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En tiempos de incertidumbre creciente, campaña electoral y alta polarización, cuando los debates públicos se tensionan entre la urgencia y la improvisación, se vuelve imprescindible recuperar el valor de la economía como ciencia social aplicada.

No hablamos de recetas mágicas ni de verdades absolutas, sino de una disciplina que —cuando es bien ejercida— permite entender problemas complejos y proponer soluciones viables, basadas en evidencia, análisis riguroso y contextualización.

Como afirma el profesor de Harvard Dani Rodrik en “Las leyes de la economía”, esta ciencia no se define por enunciar principios universales, sino por su capacidad de construir marcos diversos que ayudan a identificar causas, anticipar consecuencias y evaluar opciones. Esa pluralidad de modelos no es un defecto, sino una fortaleza que permite adaptarse a realidades cambiantes y sociedades heterogéneas.

La economía contemporánea ha vivido, en las últimas décadas, un giro metodológico profundo. Desde los ensayos aleatorizados controlados (RCTs, por sus siglas en inglés) hasta el uso de machine learning, se ha avanzado en el desarrollo de herramientas cuantitativas cada vez más sofisticadas.

Esto ha permitido, por ejemplo, medir con precisión el impacto de políticas públicas en ámbitos como la salud, la educación, el empleo o la reducción de la pobreza. La economía ha pasado de ser una disciplina teórica para convertirse en una caja de herramientas para el diseño y la evaluación de políticas efectivas.

Este enfoque basado en evidencia ha ganado prestigio incluso fuera de las fronteras tradicionales de la economía. Un estudio publicado en la Revista de Literatura Económica por el Nobel de Economía Joshua Angrist y otros autores, documenta cómo los artículos económicos son cada vez más citados en disciplinas como la psicología, la epidemiología o la ciencia política. La economía se está convirtiendo en una suerte de “infraestructura intelectual” para el desarrollo, aportando métodos, datos y conceptos a otras ciencias sociales.

En Bolivia, esta transición también empieza a hacerse visible. Un ejemplo claro es la Conferencia Boliviana de Economía del Desarrollo (BCDE 2025), organizada por la Sociedad de Economistas de Bolivia y que se lleva en los predios de la Universidad Privada Boliviana de Santa Cruz.

Más que un evento académico, la BCDE es un espacio estratégico de deliberación, donde se cruzan las miradas de investigadores, estudiantes, autoridades y actores del desarrollo.

La agenda de la BCDE no esquiva los temas difíciles. Están previstos paneles sobre tipo de cambio, estabilidad macroeconómica, crisis política, informalidad laboral, gasto social, inclusión de género y transformación productiva.

Pero lo más importante no es solo lo que se discute, sino cómo se discute: cada sesión se apoya en datos comparativos, marcos conceptuales sólidos y análisis técnico. Esto eleva la calidad del debate público, lo aleja del ruido ideológico y lo acerca a las decisiones basadas en evidencia.

En un país donde con frecuencia las políticas se definen sin diagnóstico riguroso ni evaluación posterior, espacios como la BCDE ayudan a restablecer el puente entre conocimiento y política. Son plataformas para construir consensos informados, identificar cuellos de botella estructurales y diseñar políticas públicas realistas y sostenibles. Frente a la tentación del cortoplacismo o del voluntarismo, la economía aporta un método para pensar el desarrollo con rigor y responsabilidad.

Bolivia necesita una economía que no sea instrumento de propaganda ni torre de marfil académica. Necesita una economía que sirva como brújula técnica para avanzar hacia un país más justo, eficiente y resiliente. Apostar por la ciencia económica, por la evidencia empírica y por el diálogo abierto —como lo promueve la BCDE— no es un privilegio intelectual: es una necesidad para construir un futuro viable.

Éste y otros espacios similares son lo que necesita el país en un momento crucial de su historia.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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