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Luego de haber perdido el mar con Chile en un juicio ante La Haya o de buscar contradecir el informe de fraude que elaboró la Organización de Estados Americanos sobre las elecciones de 2019, Bolivia ha vuelto a hacer un papelón internacional más.
Tratando de ganar alguna relevancia internacional, y sobre todo de tratar de conseguir el financiamiento que desesperadamente busca, ya sea por medio de mayores créditos concesionales o de condonaciones, solicitó el ingreso al bloque de los BRICS en la cumbre que celebró la semana pasada en Johannesburgo, y se lo han negado.
Como es sabido, el bloque de los BRICS es un acrónimo que expresa la asociación político económica de cinco países, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. La idea de asociarse surgió cuando hace 20 años, Jim O’Neil, antiguo economista de Goldman Sachs, identificó a las cinco naciones que dominarían la economía mundial del siglo XXI debido al crecimiento de su enorme población, abundantes recursos naturales y acelerado crecimiento, superando rápida y fácilmente a un Occidente relativamente estancado.
La noticia que más ha llamado la atención sobre su última cumbre anual fue el anuncio de la incorporación de seis países más como miembros del bloque: Arabia Saudí, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos, Irán y Argentina. Sin embargo, de llamar la atención a que sea un asunto verdaderamente relevante y más aún una amenaza para Occidente, hay cierto trecho, pues más de uno de sus principales socios se está desmoronando para frustrar cualquier ambición global.
Sin ir demasiado lejos, Rusia es un auténtico caso perdido, sobre todo luego de aventurarse con la invasión sobre Ucrania en 2022, conflicto que Putin había afirmado que, con toda seguridad, terminaría en no más de 72 horas, pero que ha terminado convirtiéndose en una pesadilla de 18 meses.
Por si lo anterior fuera poco, China está sufriendo la explosión de toda una serie de burbujas de activos, sobre todo la inmobiliaria y la bancaria, de las que más de un analista inversor vino advirtiendo durante ya varios años sin que sucediera, hasta que desde hace solamente unas semanas ya es más que evidente que su explosión no puede seguir siendo contenida.
Para colmo de males, Argentina presume de haber sido aceptada en el bloque, aunque sea difícil de entender que lo haga con una economía que se encuentra nuevamente al borde del abismo de una hiperinflación luego de 20 años continuos sin crecimiento en términos de PIB per cápita.
Aún así, más de uno se ha apresurado en afirmar que los BRICS apenas atraviesan por ciertos contratiempos pasajeros, que a pesar de ello todavía tienen mucho para ofrecer, y que es solamente cuestión de tiempo para que vuelvan a acoplarse al tren del crecimiento global, incluso como para que la eventual creación de una moneda común termine sustituyendo al dólar como moneda internacional de reserva, como vienen prometiendo desde siempre.
Lo cierto es que cada vez hay menos cosas en común entre estos países más que la pretensión de parapetarse apenas con enunciados ideológicos contra Estados Unidos, pero es a este circo al que Bolivia ha decidido prestarse y encima ser rechazada, sin que nadie se percate, además, que en realidad implica que apoya a Rusia en su guerra contra Ucrania, siendo que, por mandato constitucional, tendría que mantenerse al margen.
Aún así, la vergüenza nacional no constituye apenas otra anécdota más para registrar en la larga lista de chapuzas cometidas desde que el líder cocalero Morales, y ahora su ex ministro Arce, alcanzaron el poder, sino la pobreza de sus mayores aspiraciones.
¿Por qué el proyecto de los BRICS por suplantar a EEUU será siempre un fracaso?
A raíz de la cumbre de Sudáfrica, los BRICS han ofrecido un sinnúmero de cálculos matemáticos, gráficas y sesudas proyecciones de crecimiento para los próximos años, pero nadie ha ofrecido, por ejemplo, una explicación medianamente clara de por qué la India y China, que al menos en cuanto a tamaño y ritmo de crecimiento de población (1.400 millones de habitantes cada uno) han superado ampliamente a Estados Unidos (con 333 millones), todavía no dejan de ser un potencial sustituto de esta nación en ningún sentido.
Como solía decir Milton Friedman, para ser como los países de economías más avanzadas no hay que copiar lo que hacen, sino lo que han hecho para llegar donde están. Entonces, sería más adecuado plantear una pregunta en esa línea: ¿por qué el conjunto de los BRICS no se ha constituido es Estados Unidos o el conjunto de Occidente?
Porque los BRICS no han asimilado nunca los valores sobre los cuales fue fundado un país como Estados Unidos, que terminó influyendo como lo hizo a lo largo y ancho de todo Occidente; porque la idea de libertad ha sido siempre propia de Occidente.
Si los BRICS realmente quisieran ser como la actual primera economía del mundo o incluso más y mejores, pues entonces tendrían que asumir los desafíos de seguir el mismo camino de la libertad individual, propiedad privada, división internacional del trabajo, libertad de asociación, capitalismo de libre mercado y Estado de Derecho con separación y equilibrio de poderes, como punto de partida.
Dicho de otra manera, el asunto no es cuantitativo, sino cualitativo, de fortaleza institucional, de límites al poder político y, por tanto, del respeto fundamental por los derechos individuales de propiedad privada sobre los que Occidente se ha constituido en civilización. Los BRICS, en cambio, albergan las peores tiranías, comenzando por la del Partido Comunista Chino, pasando por Putin y sus camaradas, y terminando en la del decadente peronismo argentino.
En definitiva, por mucho que le pese al régimen del MAS y su innumerable cantidad de acólitos, Bolivia es heredera de la cultura y tradición occidental de la libertad, y aunque pareciera que en sus casi 200 años de historia como país independiente no ha demostrado que tiene futuro, debido, entre otros aspectos, a su enfermiza manía de arrimarse a tan malos palos como los del bloque de los BRICS, tarde o temprano tendrá que asimilarlo.
Columna originalmente publicada en La Gaceta de la Iberosfera.