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La FIFA y los derechos humanos

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Sí, sé que en estos momentos el mundo es un enorme balón de futbol- el Al Rihla- y gran parte de la humanidad estamos -lo confieso, a efectos ulteriores- en modo fútbol; pero en este espacio de opinión nada políticamente correcto, se me antoja discurrir sobre esa tortuosa relación entre la poderosa e impune FIFA y los Derechos Humanos.

¿Será que incluso esa entidad privada que ha monopolizado y prostituido el noble deporte del futbol, puede abstraerse de los DDHH? Empiezo, resaltando lo obvio. Hoy por hoy, los DDHH y especialmente su respeto, constituyen piedra angular de cualquier sociedad medianamente “civilizada”, al extremo que desde lo político constitucional sostenemos sin exagerar que la razón de existir de cualquier estado genuinamente democrático, radica en garantizar el respeto de los DDHH de todos sus ciudadanos. Por tanto, la actividad privada por muy privada y multinacional -además de ultra poderosa en términos económicos u otros- que sea, jamás podría abstraerse de este bien de altísima relevancia de la humanidad, menos amancebarse con estados, emiratos, reinos o lo que sean, que los vulneren demostrablemente.

Y es que los Derechos Humanos y su respeto, son tan universales como el fútbol. Nadie debiera sea desde lo público como desde lo privado, huir de su cumplimiento y garantía. Empero, ese emirato es tristemente célebre por ser una autocracia sujeta a la voluntad de una familia que prácticamente hereda el trono entre sus miembros e impone su voluntad a sus estantes y habitantes; su sistemático irrespeto por los DDHH, principalmente de mujeres (por ejemplo pregúntenle al San Google lo que le pasó a la Mexicana Paola Schietekat, que precisamente trabajaba para la organización) y peor de las comunidades LGBTQ. No es que sea “progre” como despectivamente podría decirse, simplemente, soy humano.

Más allá de la ya muy discutible y al parecer no muy limpia asignación del Mundial 2022 al Emirato de Qatar, se dice que su muy rica y poderosa familia se compró simple y llanamente la franquicia repartiendo jugosos petrodólares a sus directivos; acaece que a partir de esa polémica decisión, lo que ha venido a continuación no ha sido precisamente acorde con los DDHH: los fabulosos estadios han sido construidos en su mayoría por migrantes que han sido inmisericordemente explotados (aproximadamente 6500 trabajadores muertos) sometidos, entre otras, a jornadas de trabajo en altísimas temperaturas que superan los estándares internacionales. Aunque no es nuestra plata, sorprende qué superando cualquier antecedente, el Mundial de Qatar será el más caro de la historia con un presupuesto de 220.000 millones de dólares, pues la Copa del Mundo de Rusia 2018 costó 11.600 millones y el de Brasil 2014, 15.000 millones.

Como lo que empieza mal suele termina peor, rayan en lo absurdo y resulta burdo intentar justificarlas incluso recurriendo a los “usos y costumbres”, las “limitaciones” al Derecho Humano al libre desarrollo de la personalidad que está “recomendando” la organización a los asistentes (amanecerá y veremos…) sobre su forma de vestirse; sacar fotografías, chunquearse en público y otras. La del trago, aunque no comparto que los estadios y anexos se conviertan en cantinas con todos los riesgos que genera, probablemente la kaskaría una helada si se le antojara mi soberana gana, peor ante esas extremas temperaturas y pese a los estadios climatizados. Al Emir no le incumbe nada de eso.

No encuentro coherente entonces tolerable, priorizar los bussines por encima de los DDHH que así el estado del arte de la civilización, constituyen sino el más, uno de los bienes más preciados de la humanidad, pues emergen precisamente de nuestra condición básica de seres humanos, libres e iguales. Los dueños del futbol, que hace años dejó de ser solamente un deporte, ni sus millonarias estrellas, DDTT o nosotros futboleros, así sea para distraer o disimular la conciencia y mala leche que trae el Mundial Qatar 2022, no podemos como seres pensantes, ignorar esa tremenda realidad.

Como nadie es perfecto -mi esposa, psicóloga al fin de cuentas, me ha desafiado entonces a que no vea los partidos- abundaré en mis incoherencias humanas viendo los partidos en la medida que mis pleitos y disfrutes académicos me lo permitan; pero por fich: “Que los gritos de gol no tapen el grito de los torturados”, peor incurrir en complicidad con la putrefacta FIFA.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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