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Poco se habla de esta virtud tan indispensable para el liderazgo. La humildad pareciese una práctica invalorable e incluso no suele encontrarse en la lista de competencias de un buen líder. Sin embargo, en esta nota vamos a describir el impacto que tiene la humildad para la gestión de personas.
Cuando hablamos de humildad a muchos se le viene a la mente sumisión, sometimiento, debilidad, poco amor propio, bajeza. Pero la evolución del liderazgo en los últimos años nos ha demostrado que aquel que tiene gente a cargo, cuanto más humano, más servicial y humilde es, suele ser más valorado por sus subalternos e incluso logra mayor compromiso de su equipo. ¿Porqué?
He aquí algunas características del líder humilde que pueden explicarlo:
- Reconoce el logro ajeno y asume los errores de otros. No se atribuye los logros de sus colaboradores, sino que sabe que lo conseguido se lo debe al esfuerzo del equipo, a la suma de voluntades y capacidades de las personas a quienes lidera. Su comunicación es inclusiva, involucra a todos cuando las metas se consiguen; destaca el esfuerzo, la buena actitud, la sugerencia y el aporte. Cuando se suscitan los errores, no busca culpables, sino que se siente responsable de ellos. Ante una falla, indaga las causas, provoca la visualización de oportunidades de mejora y se siente parte de las soluciones.
- Fomenta la colaboración. No impulsa la competición, sino que crea vínculos para establecer relaciones basadas en la confianza y el apoyo mutuo. Su ley es la superación constante, no para estar encima de otros, sino porque cree en la mejora continua. Fomenta el trabajo en equipo, del cual se siente parte, se brinda para ayudar, se pone al servicio de los demás, entrega tiempo y disposición a los otros.
- Asume la postura de aprendiz. No cree saberlo todo, por el contrario, busca rodearse de personas mejores que él, con competencias diferentes, de las cuales pueda aprender. Suele delegar y brinda autonomía, con lo cual se sorprende de los entregables porque la libertad de dejar hacer trae consigo más creatividad e innovación. El humilde escucha ideas, se interesa por las opiniones diversas y es buen articulador de posturas.
- Es agradecido. No necesita de privilegios por su posición, pero sí reconoce que en el caminar hay personas que lo ayudan a llegar y sostenerse donde está. Aprovecha las oportunidades para agradecerles, hace notar el valor que tienen estos seres humanos en su vida y en su carrera profesional. Denota sencillez y modestia, suele tener un trato respetuoso, tanto como afectuoso.
- Se ocupa del bienestar de la gente. No asume que cada uno cuida de sí mismo, sino que como líder se siente en la obligación moral de cuidar de su personal. Su trabajo es de orientar, apoyar, motivar, inspirar, acompañar, cooperar y brindar las mejores condiciones a su equipo. Su mirada está puesta en el bienestar integral del colaborador de forma tal que se suscite el despliegue de su máximo potencial.
Los líderes humildes generalmente son la excepción, la gran mayoría no destaca por esta virtud. En las organizaciones donde el centro de la estrategia son las personas, la humildad no debía faltar. Dalái Lama dijo: “Si asumimos una actitud de humildad, crecerán nuestras cualidades” y son esas cualidades las que generarán el impacto que buscamos en otros. La humildad provoca grandeza.