OpiniónEconomía

La ignorancia hoy no es una opción

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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Alguien muy cercana a mí tuvo un percance hace unos años: se le pinchó la llanta de su auto. No recordaba cómo cambiarla, no tenía seguro que le socorra y no había alguien cerca que le ayude.

Para solucionarlo hizo algo inteligente y práctico: buscó en YouTube cómo cambiar la llanta del modelo específico de vehículo, siguió las instrucciones y en unos minutos solucionó su problema.

Cuento esta anécdota a familiares, alumnos, amigos y conocidos cuando me hacen la pregunta “¿Dónde puedo encontrar esto o aquello?”. Usualmente les aconsejo que busquen en Google, Facebook y portales similares.

Las herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT o Bard pueden acelerar ese proceso porque simplemente hay que poner una pregunta y aparece una respuesta que es, por lo general, razonable, aunque con varias imprecisiones.

Cómo lo decía anteayer el psicólogo de la universidad de Harvard Steven Pinker en una conferencia sobre racionalidad en Suiza, cuando vio su biografía en ChatGPT, el 70% estaba correcto y el resto o era inexacto o era equivocado.

Las herramientas no se limitan a estos portales comunes, sino que hay instrumentos especializados para las diversas profesiones y acciones.

En el caso de mi campo profesional, la economía, creo que hoy es difícil apelar a la ignorancia para excusarse de por qué no conoce un tópico o, peor aún, dónde encontrar el material para impartir clases o para aprender un tema.

A fines de los noventa cuando estudiaba en la Universidad Tomás Frías de Potosí, la única forma de conocer más era conseguir fotocopias de libros y artículos de alguien que haya podido estudiar en el exterior. Mi primo Eduardo Gutiérrez, que estudiaba en la Universidad Católica de Chile, fue mi proveedor generoso (y mi mentor) en la economía.

Hoy eso ya no aplica. Todas las herramientas están en Internet y sólo hay que buscar bien para encontrar las respuestas adecuadas.

El pasado fin de semana descubrí que la CAF – Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe ha puesto a disposición de estudiantes, profesores y profesionales 24 cursos de economía para licenciatura. Son clases virtuales que uno puede tomar a su propio ritmo y, de paso, conocer cuál es el avance de la profesión.

Sólo con esa herramienta, es casi inexcusable que un profesor de economía en países de habla hispana pueda decir que no sabe qué se está dictando en otros lados. Tiene todo el material para la clase.

Además, ahora casi todos los docentes ponen a disposición libres sus apuntes de clase e incluso libros para el bien común. Por ejemplo, el economista argentino, profesor en su tierra y también en Harvard, Federico Sturzenegger, ha puesto en línea un libro “Principios de economía”, donde está una excelente introducción a la economía. Los docentes lo que tienen que hacer es bajar el libro e incluso tienen la libertad de poner su nombre y el logo de la universidad en las diapositivas.

Federico, que nos visitó en CAINCO hace casi cuatro años, también puso a disposición el libro “Macroeconomía avanzada: una guía fácil” (en inglés), junto con su coautor el decano de política pública de la Escuela de Economía de Londres (LSE por sus iniciales en inglés), Andrés Velasco.

Si alguien se preocupa por el idioma, le tendré que decir que hoy se puede aprender bien una lengua con herramientas en línea o gratuitas o muy económicas (Duolingo, Memrise, British Council, etc.).

Finalizo mencionando un proyecto que se denomina “CORE Econ” (o el núcleo de economía), que es una iniciativa para que profesores en el mundo puedan compartir un buen contenido de la ciencia y puedan tocar temas de actualidad. Su interés es transformar la forma de enseñar la economía en el mundo.

Y si uno quiere herramientas aplicadas, el FMI, el Banco Mundial, el BID y la CAF tienen cursos para temas específicos que antes sólo se impartían en sus sedes en el extranjero.

En resumen: así como no se puede aludir “ignorancia a la ley”, tampoco se puede hacer lo mismo con otras cosas. Eso si es ser ignorante.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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