OpiniónInternacional

La oportunidad de Milei

Oscar Ortiz Antelo

Ha sido senador y ministro de estado.

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Ser electo presidente de un país es una gran oportunidad para transformar una nación, ser elegido por una gran mayoría de ciudadanos, una mayor oportunidad, y ganar las elecciones diciendo la verdad y anunciando las medidas dolorosas que se deben adoptar para superar décadas de crisis continúas causadas por el populismo y el estatismo, ya no solo constituye una gran oportunidad sino un espacio inmenso para establecer las bases de un cambio de época.

Así como Javier Milei enfrentará enormes dificultades para afrontar la profunda crisis económica y social que sufre la República Argentina, logró algo inédito, ganar las elecciones anunciando sacrificios, un profundo programa de ajuste económico, la eliminación de empleos públicos innecesarios y muchas otras medidas que cualquier asesor electoral “racional” hubiera desaconsejado puesto que la lógica general y la experiencia anterior en muchos países enseñaba que para ganar las elecciones habría que generar ilusiones y esperanza sin anunciar sufrimientos.

Obviamente, la profunda y perenne crisis argentina genera circunstancias extraordinarias que ofrecen condiciones excepcionales para que la población acepte un sacrificio temporal con la esperanza de construir un futuro de prosperidad que se sustente en el tiempo. Sin embargo, estas condiciones eran las mismas para todos los candidatos, pero Milei fue el único que se atrevió a desafiar la opinión del circulo rojo (la de escritores periodistas y artistas que dominan los espacios de opinión publica) y a contradecir todo lo que se ha considerado políticamente correcto en las últimas décadas.

Por ello el manejo de las expectativas es muy importante. Lo que ha venido sucediendo últimamente, es que poblaciones desencantadas han venido eligiendo presidentes populistas que les prometen soluciones fáciles y ganan elecciones con ofertas irreales que una vez en el poder no pueden cumplir y frustran rápidamente a quienes los eligieron, perdiendo rápidamente la popularidad de la época electoral y sumergiéndose en un circulo vicioso de descredito e ilegitimidad, lo cual ha venido incrementando la crisis de los sistemas políticos y de la democracia representativa.

Desde esta perspectiva Milei, ya electo y posesionado presidente, hace bien al limitar las expectativas de la ciudadanía, describiendo en toda su magnitud la profundidad de la crisis que confrontan y lo que costará superarla, tanto en el costo de los ajustes económicos como en el tiempo en que estos tardaran en ofrecer resultados favorables para los bolsillos de las personas y las familias.

El estilo comunicacional del candidato Milei ya no podrá ser el mismo del presidente Milei. Si bien el primero, aunque en muchas ocasiones parecía una suma de locuras e irracionalidades, fue el que le sirvió para ganar las elecciones, para gobernar deberá aprender que hay que trabajar, y, generalmente, labrar acuerdos políticos para conseguir las mayorías parlamentarias que necesitará para aprobar su programa de gobierno pero también para forjar coaliciones sociales y políticas que le permitan contrarrestar a las fuerzas que buscaran desestabilizarlo.

Esto no debiera significar que sea incoherente con sus promesas electorales, deberá darle resultados a la gente para prolongar el periodo de esperanzas que la gente le ha brindado con su voto. Simultáneamente, deberá buscar los equilibrios necesarios para que ese apoyo ciudadano se sostenga y le permita gobernar con esta nueva visión de la sociedad, del estado y de las políticas gubernamentales necesarias para superar la pobreza en la que se ha sumergido gran parte de su población y crear empleos en el sector privado que permitan mejorar sostenidamente las condiciones de vida de las grandes mayorías.

Argentina tiene problemas estructurales y, al mismo tiempo, un potencial inmenso si se establecen condiciones propicias que garanticen la seguridad jurídica, atraigan inversiones y desarrollen su gran sector productivo, reconquistando los mercados para sus exportaciones. Quizás el mayor problema sea el de ofrecer oportunidades de trabajo a esa mitad de la población que vive de los “planes”, subsidios estatales que los han vuelto dependientes de las transferencias gubernamentales. Por otro lado, su sector agroalimentario tiene una gran competitividad y es una maquina de producir divisas que aún puede crecer mucho más, el yacimiento hidrocarburifero de Vaca Muerta con mejores políticas puede generar una inmensa cantidad de recursos, al igual que el sector del litio que ya viene en una tendencia que pronto le permitirá superar a Chile como proveedor del mercado mundial.

Se puede simpatizar o no con Milei pero no se puede negar que se ganó su oportunidad; de ahora en adelante tiene el desafío de convertir su gestión en un cambio duradero para convertir nuevamente a la Argentina en el país desarrollado que supo ser.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Oscar Ortiz Antelo

Ha sido senador y ministro de estado.

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