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Más que una pelea por la fecha en que debe realizarse el Censo Nacional de Población y Vivienda, la pulseta que libran cívicos cruceños y el gobierno tiene otras connotaciones, que podrían incluso involucrar el principio de un cambio en la correlación de fuerzas políticas en esa región.
Por lo pronto el gobierno ha conseguido dividir al movimiento cívico nacional y aislar el conflicto en un solo departamento. El resto mantiene una protesta más bien pasiva o prefiere mirar a otra parte porque los resultados del Censo podrían significar no solo una menor representación, sino la disminución de recursos de coparticipación.
Así como Santa Cruz innegablemente demostraría que es el departamento más poblado del país y que, por lo tanto, debería tener un mayor número de representantes en la Asamblea y más recursos para los municipios de mayor crecimiento poblacional, otros confirmarían que durante los últimos años han experimentado un acelerado despoblamiento.
Extremos históricos de los cambios que ha vivido el país desde hace décadas, Potosí y Santa Cruz tienen urgencias muy distintas a la hora de considerar la fecha de la consulta nacional.
Pero ese no es el debate de fondo o, al menos no lo es en Santa Cruz, donde están en juego otros asuntos.
Es posible que, por no haberse abierto a otros actores que forman parte de la cruceñidad, al movimiento cívico le cueste mucho más ofrecer un frente cohesionado de resistencia.
Bastión de una mirada conservadora, la institución cívica quizá representa ya a una Santa Cruz anclada en el pasado, con lógicas de poder que apenas reflejan la dinámica de las transformaciones que ha vivido esa región durante por lo menos las últimas dos décadas. Peor ahora que el comité tiene característica mas partidarias y, por tanto, limitadas en cuanto a representatividad.
La asociación que se establece entre la causa cívica y el interés de un liderazgo -el de Luis Fernando Camacho – puede ser perjudicial o de hecho lo es cuando se ve que, del otro lado, las fuerzas se articulan en torno a la figura del alcalde Jhonny Fernández, a quien se quiere convertir en cabeza de las cruceñidades marginales – choferes y gremiales -, movimiento que puede sumarse a la estructura ya creada por el MÁS en los municipios que rodean a Santa Cruz.
Más que nunca y sobre todo por el fenómeno de migración interna que ha elegido el oriente como destino, Santa Cruz es hoy la suma o síntesis de diversas vertientes identitarias y al mismo tiempo el espacio de construcción de una nueva identidad común.
Esta es una realidad que no necesariamente coincide con la orientación del movimiento cívico y que da lugar, por ejemplo, a fracturas entre las “cruceñidades”, que se expresan ante situaciones como las del paro cívico previsto para exigir que el Censo se realice el 2023.
No es ya una disputa por la fecha, sino un ejercicio de poder de dos frentes que mantienen diferencias más profundas y peligrosas que esa.
Santa Cruz no es “otro país” como dicen los migrantes más afortunados, que destacan las oportunidades de negocios y una vida menos expuesta a las tensiones que golpean con frecuencia a occidente.
Son “migrantes ideológicos” que transitan de regiones donde el “populismo” marca la pauta política a otras donde se puede respirar aires de una mayor libertad económica. Pero son minoría.
El crecimiento de Santa Cruz, ha corrido paralelo al de una complejización de su tejido social, que hace también más heterogénea su composición ideológica, aspectos que parece no interpretar correctamente la dirigencia cívica y que podrían incidir en futuras derrotas políticas.
En los últimos años los cívicos han reemplazado a los partidos y efectivamente han desempeñado un papel decisivo en las protestas que desembocaron en la renuncia de Evo Morales, pero el rol que jugaron entonces e incluso antes a través de sus juventudes los ubican en un cuestionado extremo derecho del espectro ideológico históricamente minoritario.
Las otras cruceñidades están ahí, existen y no se sienten del todo representadas, entre otras cosas porque el movimiento pendular entre posiciones, igualmente autoritarias, las deja en el vértigo del vacío.
En esta semana se juega mucho más que un año u otro en el calendario censal. Puede ser un punto de inflexión en la historia política de Santa Cruz.