OpiniónEconomía

La unificación cambiaria

Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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La unificación cambiaria o cierre de la brecha entre el tipo de cambio oficial y el tipo de cambio paralelo es una pieza central en un programa de estabilización. Lo fue en el DS 21060 de 1985 y en el plan Eder de estabilización de 1957.

¿Por qué cerrar esa brecha? Por varias razones de peso. A medida que se agranda la brecha, el tipo de cambio paralelo se convierte en un indicador líder de la inflación. Como la brecha se debe a la escasez de dólares al tipo de cambio oficial, consumidores y productores que necesitan bienes importados adquirirán sus dólares en el mercado paralelo. Esto incide directamente en sus costos y en el poder adquisitivo de sus salarios. Los efectos del mercado paralelo pueden propagarse también, por la vía de las expectativas, a los mercados de bienes y servicios no transables en el comercio exterior.

Cuando hay una brecha se producen distorsiones en la asignación de recursos y, por ende, una pérdida de eficiencia, que conspira contra el crecimiento del PIB. La brecha también empeora la distribución del ingreso, porque los más informados, que son normalmente las personas de mayores ingresos, pueden protegerse mientras que una gran mayoría no puede hacerlo. Por último, crea tentaciones de corrupción por la gran ganancia que se puede obtener consiguiendo dólares al tipo de cambio oficial para revenderlos en el mercado paralelo. La brecha cambiaria da también lugar a mayor informalización de la economía y del sistema financiero nacional, lo que los sitúa fuera del alcance de las políticas de los bancos centrales. Es así que, en la coyuntura actual, por la brecha cambiaria, los productores y comercializadores de oro no le están vendiendo al BCB, ni el oro físico ni los dólares que generan sus exportaciones, en los montos que lo hacían el año pasado. No son los únicos.

Reconociendo la importancia de la unificación cambiaria, el problema no trivial es como lograrla. Posiblemente la respuesta está en acercarse al tipo de cambio paralelo, por ejemplo dejando flotar por un tiempo el tipo de cambio oficial. Para impedir que el tipo de cambio se desboque, una política monetaria estricta acompañaría a la flotación. Una política fiscal estricta facilita este tipo de políticas. La combinación de libertad cambiaria, saneamiento fiscal y política monetaria estricta, suele afectar al empleo y producir recesión. Si todo funciona bien este costo social debería ser limitado y de corta duración. No hay muchas alternativas.

Para alcanzar la unificación cambiaria, el DS 21060 estableció un tipo de cambio flexible administrado. La demanda de divisas se satisfacía en una subasta “americana” en el bolsín del BCB. Las subastas son un mecanismo de mercado. Las subastas empero, a los pocos meses, se reemplazaron con un tipo de cambio fijo deslizante (“crawling peg”) porque las demandas de dólares convergían al tipo de cambio base, fijado por el BCB,  salvo en algunos pocos periodos de intranquilidad. Moviendo hacia arriba el tipo de cambio base se devaluaba.  Cuando se lo hacía, era en pequeñas magnitudes. La determinación del tipo de cambio base apuntaba a mantener constante el tipo de cambio real, sujeto a una inflación baja. Se tomaba también en cuenta a la demanda de mercado. El sistema funcionó bien hasta el comienzo de la bonanza exportadora el año 2004. Le faltaba regular el exceso de oferta de divisas de ese momento, como lo hacía para la demanda.

La credibilidad del compromiso de las autoridades de mantener una inflación baja y de anular la brecha cambiaria es crucial. Gran parte del éxito del DS 21060 se debió a la percepción que tenía el público de que el gobierno mantendría su política, contra viento y marea. No les sería posible a los opositores doblarle la mano al Dr. Paz Estenssoro ni a su ministro Sánchez de Lozada, como había pasado con el Dr. Siles. Después de todo el programa de estabilización de abril 1984 (gobierno del Dr Siles), no era muy diferente al DS 21060 en sus aspectos técnicos. La gran diferencia residió en el manejo político, con una combinación de firmeza y de apertura, acogiendo sugerencias razonables de opositores.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Juan Antonio Morales

Economista, profesor emérito de la Universidad Católica Boliviana

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