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Si uno revisa los principales servicios que tiene en su celular o computadora en este momento, se dará cuenta de que es víctima constante de la innovación que diferentes startups han venido realizando. Sin siquiera irnos tan lejos como Silicon Valley, California, cuna de las mejores ideas globales como Facebook, X, WhatsApp, ChatGPT, entre otros, basta con revisar lo que sucede con aplicaciones o software ampliamente utilizados en Bolivia, como EnviosPET, el principal marketplace para mascotas; PRESTO, que hoy está siendo un boom en la liberación de tarjetas de crédito; TuGerente, el software usado por cientos de comercios; o, por último, MOBI, que fue un furor en Cochabamba, Tarija y Santa Cruz, por citar algunos ejemplos de la breve historia tecnológica en el ecosistema de startups.
Con la segunda versión del Santa Cruz Startup Week, solo queda confirmar que la tecnología en Bolivia llegó para quedarse y que, desde esta región, se están disparando ideas no solo para ayudar a los bolivianos, sino para conquistar mercados mucho más grandes como Perú, México, Paraguay y hasta El Salvador.
Esta ventana de oportunidades trae consigo una brisa de empleabilidad, inyección de capital extranjero y la oportunidad de exportación no tradicional, que tanto dinamiza la economía en otros países y que, más pronto que tarde, será un factor decisivo en la economía boliviana.
Cabe resaltar que, a través de esta ventana de startups, se observa también la evolución de las instituciones de apoyo como Cainco, Solydes y Pista 8, por citar algunas. Pero ahora, con la creación de nuevos fondos de inversión nacionales como Babasú Ventures, podemos confirmar que la promesa de inversión nacional se ha concretado, y empezamos a ser testigos de fuertes inversiones en ideas bolivianas, superando los cientos de miles de dólares por cada startup. En paralelo, la inversión internacional no se detiene, y cada vez son más los fondos de inversión comprometidos con lo que sucede aquí.
Ya no somos los jóvenes con ideas locas que juegan a hacer aplicaciones; ahora empezamos a ser el ejemplo de cómo salir al mercado internacional y demostrar que sí se puede.
No es nada fácil; son trabajos de años y mucho esfuerzo, pero al final es una prueba viva de que nuestro talento no tiene nada que envidiar a cualquier país vecino.
Y si empezara a hablar de las nuevas startups que conocí… como dice el refrán: «¡Santa Cruz, ni te imaginás!»