Las bombas de la política y la economía argentina que aguardan para luego del mundial
La guerra en el oficialismo ya no tiene vuelta atrás y la oposición camina a un fuerte enfrentamiento interno para dirimir las candidaturas. El dólar sigue subiendo, pero lo importante es otra cosa. Por ahora.
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Los mismos argentinos reconocen que el resultado que obtenga la selección de fútbol en el mundial de Catar afectará el “humor social” en el país. Un estudio realizado por la Universidad de San Andrés determinó que 77 % considera que lo que ocurra con Messi y compañía repercutirá en los ánimos de una sociedad que atraviesa momentos complicados. De remontar la primera derrota con Arabia Saudita y conseguir el objetivo, el gobierno tendrá una luna de miel de distracción, que podría ayudarlo a atravesar el largo período que hay por delante hasta 2023. Es que, solamente por la expectativa del torneo, parece que ya ni importa lo que ocurre con el dólar. Esta mañana trepó a los 315 pesos y la economía bordea el colapso, pero los argentinos le prestaron más atención a las últimas declaraciones del técnico saudí, que dijo que la albiceleste puede consagrarse campeona. Prioridades, les dicen…
Claro que, de haber un resultado adverso en lo deportivo, la política y la economía argentina retornarán a la centralidad, en el marco de una ciudadanía enojada, indignada y en búsqueda de la sangre de cualquier chivo expiatorio. El sentido común indica que un panorama semejante sería compatible con las necesidades de la oposición, donde Mauricio Macri juega un rol importante. Sin embargo, el expresidente quedó atrapado en un debate esotérico insólito y tampoco le conviene un duro traspié del seleccionado. ¿Por qué? El ingeniero actualmente es el titular de la Fundación FIFA y se encuentra en Catar. Desde el kirchnerismo y la izquierda lo acusaron de “mufa” (mala suerte), ya que Macri estuvo en el estadio el día de la caída por 2 a 1 contra los árabes. Lo que empezó como un chiste se incrementó en las últimas horas. Recordemos que el exmandatario argentino dijo que Alemania sería candidata, ya que cuenta con una “raza superior” que juega hasta el final. Bueno, los superiores acaban de caer (también 2 a 1) con los humildes japoneses. Aunque parezca increíble, por estas horas el debate alrededor Macri tiene que ver más con la superstición que con lo que proponga para el futuro del país.
Pero, aunque todos los ojos estén puestos en Catar, en el gobierno la guerra sin cuartel continúa. En la jornada de ayer, el cristinista Andrés Larroque arremetió como nunca contra el presidente Alberto Fernández. El dirigente de La Cámpora acusó al mandatario de la crisis política y económica, asegurando que todo el desastre es el resultado de un Alberto que intentó ejercer su autonomía alejado de CFK. Es la primera vez que un representante de la primera línea del kirchnerismo reconoce abiertamente que Fernández nunca debió creerse el rol de presidente y que la que debía estar a cargo era la vice.
Con el Frente de Todos en el último tramo de un gobierno fallido, ambas facciones buscarán apegarse a su estrategia, apuntando a un 2023 donde ni el albertismo ni el cristinismo parecen tener oportunidades. Los hombres del presidente seguirán sugiriendo solapadamente que Cristina busca desestabilizar la gestión para posicionarse ella y los kirchneristas duros le echarán la culpa del desastre a Alberto. Lo que pareciera que ignoran es que la opinión pública no compra ninguno de los dos discursos y ya repudia al oficialismo como lo que es: un todo.
En caso de devolverse el seleccionado antes de la final, lo más probable es que la indignación y el enojo en contra del gobierno se intensifiquen considerablemente. El stand by en el que se puso voluntariamente un país puede terminar en cualquier momento y de la peor manera.