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Las grandes marcas ante la embriaguez del ego

Alejandra Durán

Directora General de Big Brands

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Una GRAN marca es una GRAN promesa cumplida. Aquella que incorpora en sus acciones la coherencia alineada de sus palabras, recordando que las palabras solas no tienen la capacidad de remplazar a los actos. Una GRAN marca (sea personal o corporativa) es muchísimo más que fama, reconocimientos, aplausos o exposición pública; es una marca gestionada, desarrollada y madurada con tiempo y constancia, y cuyo proceso no puede ser acelerado ni siquiera con importantes inversiones de dinero. Si se pudiera resumir en una sola palabra, elegiría la palabra SER. Porque sólo quien puede abrazar la esencia misma de su existencia, incluyendo sus sombras y sus zonas más luminosas, puede llegar a ser esa anhelada GRAN marca.

Las redes sociales están confundiendo mucho este concepto de una GRAN marca, y nos han traído al momento más narcisista de la historia de la humanidad. Un momento marcado por esa búsqueda desesperada de figuración pública, de reconocimientos… Una carrera sin fin por mostrar éxito y tener los reflectores sobre si mismos, sin importar cómo o cuánto se tenga que pagar para ello. Como sociedad, todos estamos siendo cómplices de un espejo distorsionado de la realidad en el que se están levantando marcas que no tienen la solvencia moral o las adecuadas credenciales profesionales para ser verdaderos referentes.

Estamos viviendo una poli-crisis. Término expuesto en el Foro Económico Mundial para definir que el mundo no sólo está viviendo una crisis económica, sino también medioambiental, social, política, sanitaria, moral y de integridad. Estamos viviendo un momento en el que, como nos muestra el barómetro de Edelman, el mundo entero está pidiendo a gritos:

  • Que las marcas asuman un liderazgo propositivo con el medio ambiente y la humanidad en general.
  • Que despierten conciencia sobre su propósito y desde allí levanten sus banderas para aportar a un mundo más equilibrado en sus diferentes esferas.

No se puede vivir para aparentar, se tiene que vivir para SER. El enfoque en la permanente fabricación de imágenes para impresionar a los demás, no nos deja espacio para nutrirnos intelectualmente, aprender, desaprender, reflexionar y, lo más importante, auto conocernos. Estamos tan distraídos en la maratón de apariencias que encaminamos allí toda nuestra inversión de tiempo, energía y dinero. Esto no sólo no es justo con la marca en cuestión, sino que no es justo con la sociedad. Porque los bolivianos tenemos talento, simplemente que debemos saber dónde y cómo direccionarlo y, sobre todo, creer en nosotros mismos.

He llegado a pensar que estamos en un momento de embriaguez de ego, en el que es tal la desesperación por figurar que -tanto las marcas personales como las corporativas- aceptan participar de todo tipo de escenarios, sin tener información seria de las credenciales de los organizadores y el enfoque real de estos escenarios. Se acepta participar simplemente en busca de los reflectores, del anhelado aplauso público. Sin embargo, en contraparte estas marcas son utilizadas para validar escenarios débiles que, manipulando este deseo de ser percibidos, logran fines muy particulares para los organizadores.

Hay que reconocer, por supuesto, que existen escenarios con trayectorias muy bien ganadas. Escenarios que en algunos casos son iniciativa o están respaldados por marcas de importantes medios de comunicación, o por la trayectoria intachable de líderes íntegros que han tenido la visión de crearlos para incentivar mejores prácticas en nuestro ecosistema empresarial. Hoy más que nunca, estos líderes y marcas coherentes deben ser muy cuidadosos en la elección de dónde van a participar, por lo que las invito a poner un filtro en la selección de escenarios. Esto no es una competencia para mostrar quien tiene más estrellitas en la frente; es hora de trabajar con verdadera integridad en pro, ya no de beneficios personales, sino en búsqueda del bien común.

El proceso que nos permite llegar a tener una GRAN marca requiere tiempo. No se logra de la noche a la mañana, aunque se tenga mucho presupuesto disponible para este fin. La curva de desarrollo de una marca requiere procesos, y no solamente sucesos, que son como una gran noche de fuegos artificiales a la que le siguen días de silencio y oscuridad. Desarrollar una GRAN marca es una carrera de resistencia, no de velocidad; aunque la naturaleza humana está siempre en búsqueda del “atajo” que nos permita ganar tiempo y esfuerzos para el logro de los resultados deseados.

Enseñemos a las nuevas generaciones y volvamos a poner de moda el valor del esfuerzo; de la transpiración por el logro de nuestros objetivos. Ya no se trata de pintar paredes o mostrar trofeos, se trata de ser buenas personas porque este será sin lugar a dudas el mejor negocio de nuestras vidas.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Alejandra Durán

Directora General de Big Brands

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