OpiniónInternacional

Las guerras modernas se liberan en el ámbito económico

Eduardo Zeballos

Investigador social y analista geopolítico

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Estamos evidenciando actualmente en el conflicto entre las dos principales esferas de influencia mundial, actualmente concentradas entre los Estados Unidos y sus aliados occidentales por una parte y la República Popular China y su nuevo poder de influencia por la otra. Si bien, existe entre ambas naciones una competencia en el ámbito armamentístico, éste se emplea principalmente como un mecanismo de disuasión. Estados Unidos es la mayor potencia militar del planeta y emplea esta fortaleza para disuadir a otros países de ser una amenaza a sus intereses.

Por la misma vía de proyección bélica, la China se encuentra en proceso de reducir la brecha militar, no solo con el objetivo de alcanzar a Estados Unidos, sino de superarlo. Este país actualmente ya presenta una creciente influencia regional, reflejado por ejemplo en su expansión militar en la Mar de la China, mediante la construcción de islas artificiales donde ha venido construyendo bases navales. Por otra parte, las enormes inversiones para dotar de materiales y equipos de última generación a las fuerzas armadas chinas que superan el 5% del PIB de ese país, le están permitiendo reducir rápidamente la brecha militar entre ambas naciones. Este nivel de inversión actualmente no puede ser igualado o superado por ninguna otra potencia o región.

Sin embargo, la China emplea el mecanismo económico como su mayor carta de influencia mundial. Veamos paso a paso lo que sucede en diferentes regiones.

En primer lugar, en gran parte de los países de Oceanía, quienes ven los recursos que llegan desde ese país, como una oportunidad para salir de sus persistentes crisis económicas locales, el eje de influencia chino ya es ciertamente tomado muy seriamente por países como Australia, que hasta el siglo pasado jamás soñaron lidiar con este escenario. Recordemos que, en el Siglo XX, la guerra del Pacifico fue una contienda de dominio de Japón sobre la región. Pasado el conflicto, la esfera de influencia transitó a Estados Unidos como garante del orden regional. Australia no contempló o previo la supremacía de la China en estos dominios.

En segundo lugar, la estrategia BRI, por su sigla en inglés -Belt and Road Initiative- pertenece a la esfera de influencia económica hacia el oeste. Mediante esta estrategia, China proyecta su poder en dirección al Mar Indico hasta llegar al Mar Mediterráneo, donde ha venido invirtiendo en la consolidación de su “collar de perlas” reflejado en puertos que circunvengan desde Shanghái en dirección sur oeste, hasta alcanzar los puertos europeos como parte de su estrategia proyección de influencia y poder regional. De igual forma, la expansión de la denominada ruta de la seda al interior del continente, tiene como objetivo integrar a través de la interconexión terrestre, tanto carretero, pero sobre todo férreo, a los países del Asia Central, hasta llegar también a Europa. Esto está permitiendo que el eje de influencia de la China, poco a poco desplace el eje tradicional de Rusia en la región, que debido a la guerra de desgaste en que se encuentra sumida en Ucrania, pierde gravitación, poder e influencia.

En tercer lugar, en el continente africano aprovechó el terreno geopolítico fértil, de países que todavía no superaron los resabios y frustraciones del periodo post colonial europeo. Es así que, en el mismo periodo, China ha venido invirtiendo en más de una decena de países como Angola, Zambia, Etiopia, Kenia, Nigeria, Cameron, Ghana, Sud África para mencionar algunos, ofreciendo acuerdos económicos para promover sus inversiones en estos países. Los ingentes recursos financieros que bordean los 20,000 millones de dólares para el continente han llegado sin encontrar mayores obstáculos y en su camino están desplazando inevitablemente la influencia europea en el continente.

En el transcurso de dos décadas, el Partido Comunista China (PCC) entendió muy bien que a través del mecanismo del poder económico puede proyectar su poder político en otras regiones. Si bien, de acuerdo a las declaraciones de sus portavoces, las decisiones y acuerdos económicos no tienen tintes políticos, la geoeconomía nos marca otra realidad.

Hemos transitado de la era de la primacía militar hacia la era de la primacía económica, donde ya no medimos el poder en función a las fuerzas militares, sino a la influencia y el ejercicio del poder económico. La China viene reemplazando a otras potencias y en el camino está cambiando la relación de fuerzas globales.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Eduardo Zeballos

Investigador social y analista geopolítico

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