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Las “trillizas”: dilemas e incertidumbres

Erika Brockmann Quiroga

Psicóloga, cientista política y exparlamentaria

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Cualquiera sea el devenir de la disputa por la titularidad y control de la sigla del MAS-IPSP, las organizaciones sociales, más conocidas como “trillizas”, navegaran en aguas turbulentas. Entre paralelismos, cooptación de dirigentes, lealtades en conflicto y cálculos pragmáticos experimentan tensiones internas, cuyas consecuencias son inciertas. En este marco, se visibilizan las dificultades que enfrentan las organizaciones sociales que deciden hipotecar su autonomía al formar parte orgánica de un partido político, que es el caso de MAS. Partido dominante cuyo desgaste provoca conflictos entre instituciones y al interior de las organizaciones sociales.

Fue el antropólogo Xavier Albo quien bautizo como “trillizas” a la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos (CSUTCB), la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia (CSCIB) y la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia, “Bartolina Sisa” (Cnmciob-BS). Se trata de organizaciones sociales de origen predominantemente rural y formato sindical constituidas durante la difícil transición democrática y fortalecidas gracias al apoyo de una red significativa de organizaciones no gubernamentales en tiempos de democracia.

Sus reivindicaciones ganaron legitimidad y visibilidad en distintos momentos de la historia republicana. Adoptaron una marcada actitud antiestatal, al cuestionar la herencia neocolonial del Estado Republicano. Su capacidad organizativa, de interpelación y movilización bloqueo la gobernanza, razón suficiente para que, desde la revolución nacional y durante la democracia pactada los gobiernos hayan tenido que lidiar y lograr la adhesión militante de algunos miembros de las directivas sindicales a fin de contar con canales de comunicación para encauzar la solución de los conflictos generados por el movimiento indígena campesino organizado. De alguna manera, en el periodo post revolucionario, el pacto militar campesino durante el gobierno de Barrientos tuvo el propósito de sentar bases de convivencia menos contenciosas.

Con la creación del MAS el relacionamiento de las trillizas con el Estado cambio de manera sustancial. Como fundadoras del MAS y reconocidas estatutariamente como “cabeza de su Dirección Nacional”, a partir de 2006, su dirigencia formo parte de la gestión de gobierno sobre la base de cuotas políticas de representación corporativa en distintas instituciones del estado. Esto marcó un antes y un después. Su inclusión y protagonismo político cambiaron la faz de la política al ampliar el campo de la participación política a actores antes subordinados o excluidos del sistema político.

Huascar Salazar, investigador social, reconoce que la crisis poselectoral de 2019 y del retorno del MAS al gobierno en 2020 y el fin del ciclo del gas, “han oxidado los engranajes del corporativismo estatal, lo que viene generando cuestionamientos y algunas fracturas en las bases de las organizaciones sociales.” En este contexto no extraña que surjan voces disidentes que plantean la recuperación de la autonomía de las organizaciones sociales sindicales, poniendo en duda la sostenibilidad y conveniencia de constituir organizaciones políticas construidas sobre la base de adhesión corporativa de organizaciones pertenecientes al campo de acción de la sociedad, cuya capacidad de deliberación independiente de la política se ve seriamente limitada.

El terremoto que sacude al MAS en torno a la sigla y la candidatura presidencial 2025 difícilmente se resolverá de manera institucional a partir del mecanismo de las elecciones primarias. Las trillizas no solo están expuestas a los remesones de “su instrumento político”, sino que están atrapadas a las lógicas caudillistas y clientelares, al haber oficiado como instancias estatales y/o paraestatales disciplinadas en torno a consignas gubernamentales.

Al retomar el tema de las elecciones primarias, creo que su realización conlleva problemas que debieran concitar la atención de las trillizas y otras organizaciones del Pacto de Unidad. En esta línea, y ante las innumerables reacciones de oficialistas y opositores a mi anterior columna titulada “Primarias Si, pero no Así” (https://publico.bo/opinion/primarias-si-pero-no-asi-reforma-urgente/) todo indica que lo más conveniente sería eliminar las primarias a ser convocadas en julio de 2024 conforme al calendario electoral recientemente ajustado.

Las organizaciones sociales lo agradecerían, podrían retomar el debate plural y sin condicionamientos sobre su rol en una transición política y socioeconómica tan compleja como la actual. Por su parte, el órgano electoral aligeraría el peso de un calendario trastocado por las elecciones judiciales frustradas y la cuarta postergación de los plazos para la adecuación a la ley, de 11 partidos políticos y más de 124 agrupaciones ciudadanas registradas en el país. El presupuesto de las primarias podría reasignarse a adoptar medidas para disipar sospechas reales e imaginaras que pesan sobre el Padrón Electoral. ¿No será más sencillo y conveniente colocar en la mesa la propuesta de suspender las primarias insustanciales y priorizar la atención a problemas que hoy por hoy aquejan a la ciudadanía de la que las bases de las trillizas son parte significativa?

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Erika Brockmann Quiroga

Psicóloga, cientista política y exparlamentaria

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