Libertarios en la red
Las elecciones las ganan personas originales que saben interpretar las pulsiones de los nuevos electores. Javier Milei expresa esa tendencia. En un acto propio de la cultura de la red, mandó un megatuit y de un golpe, cambiarían las leyes e incluso se ordenaría a los jueces que compraran disfraces para ejercer sus funciones. Y, si el Congreso no aprobaba el gran tuit de manera automática, Milei advirtió que convocaría a una consulta para que el pueblo imponga a los legisladores sus reformas. Pero la realidad no se cambia con un click. Las sociedades, y más, las corporativistas, están conformadas por muchos actores que defienden sus intereses, sin pensar en los demás.
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Internet cambió la realidad y sobre todo, la mente de la gente. Hay decenas de estudios que dicen que, sobre todo después de la pandemia, todos nos hemos vuelto más irascibles y fanáticos. Los algoritmos estropearon nuestra capacidad para conectarnos objetivamente con la realidad y cada grupo se cierra más, se entusiasma con mitos a veces tontos, descalifica a los distintos.
El fanatismo pudrió los espacios críticos de pensamiento, no solo los políticos. Todos estamos inmersos en procesos de linchamiento mediático que se generalizaron por el totalitarismo del pensamiento políticamente correcto. Supuestos principios éticos han reemplazado a la capacidad de pensar y analizar. Para los extremistas de cualquier signo, los que no piensan como ellos son herejes que deben ir a la hoguera, porque solo ellos creen tener una superioridad moral sin fundamento. Viven en un mundo enfermo en el que han muerto los colores y existe solo el blanco y el negro.
El tiempo ha cambiado para la mayoría de las personas. Así como los jóvenes cambiaron los rostros con las pantallas, y dejaron de conversar para comunicarse con mensajes rápidos y emojis, todos los seres humanos exigen una respuesta inmediata aunque sea disparatada. No es necesario pensar. Mientras más superficial y emotiva es una tesis, tiene más apoyo. Cualquier bobo mira por la ventana, mira que la Tierra es plana, descubre que todo lo que dice la astronomía es parte de una conspiración comunista, lo que comprueba, además, que existe la Unión Soviética y que Putin es líder del proletariado. Así se siguen enhebrando idioteces hasta el infinito, para construir los ecosistemas conspirativos que carecen de consistencia.
Se enhebran idioteces para construir ecosistemas conspirativos
Estudio la política de la región, y especialmente, la de ciertos países sobre los que escribo análisis que contratan grupos económicos importantes del mundo, por lo que me conecto con equipos interesados en la política y leo su prensa. Al hacerlo, en los últimos años, tuve la sensación de que las elites interconectadas están cada vez más confundidas, extraviadas de los conceptos y comunican más sensaciones que los llevan a actuar de manera irracional.
Tratando de superar la intoxicación de la red, decidí desconectarme del mundo virtual. Me fui a México a recorrer el país manejando un coche, hablando con gente común, que no sabía que escribo, o que conozco a alguien importante. Lo hice en México porque es el país más hospitalario del continente, lo conozco bien y porque me pareció que para curarme de la superficialidad contemporánea debía contactar con gente común y su historia.
Empecé visitando las ruinas de Teotihuacán, una de las ciudades más grandes del mundo hace dos mil años. Seguí por Taxco, Guanajuato, San Miguel de Allende, Tula, Cholula, San Luis de Potosí, y otras ciudades en las que dicté cursos y participé en seminarios en los últimos cincuenta años. Recorriendo el país de esa manera pude entender porqué México produce cerca del 60% de las exportaciones de todos los países de la región, incluido Brasil.
En todas las ciudades que recorrimos encontramos una vida cultural intensa, y una despolitización que se hace más aguda, según está más lejos la capital federal. Fuera de cierto perímetro que rodea a la Ciudad y al Estado de México, se ve poca propaganda electoral, la gente no está preocupada por las próximas elecciones, no encontré a nadie interesado en la Cuarta Transformación de AMLO. Son temas de burocracias políticas.
En contraste con la movilización de los activistas que sacaron la estatua de Colón de su Glorieta en la capital, la cervantina ciudad de Guanajuato se llena las noches con estudiantinas españolas y en San Miguel de Allende se celebra con pasodobles y un ambiente más español que el que se encuentra en la península el aniversario del prócer de la independencia Ignacio Allende, héroe revolucionario y torero.
Me desconecté del mundo virtual. Me fui a México a recorrer el país en coche
México fue el país mas grande y denso culturalmente de América durante muchos siglos. Las culturas mesoamericanas tuvieron los únicos sistemas de escritura del nuevo mundo, fue el lugar en el que el cura Hidalgo pronunció el grito de la independencia que culminó vivando tres veces a Fernando Séptimo.
Es la segunda democracia republicana más antigua del mundo y la más institucional, después de que Trump quiso terminar con la democracia de los Estados Unidos, cosa que a nadie se le ocurrió nunca en tierra azteca. Tiene un gobierno de izquierda, pero el país progresa y funciona de manera admirable. No se parece en nada a las dictaduras militares del Caribe, que con el pretexto de ser revolucionarias han dejado reducidas a escombros a Venezuela y Nicaragua.
Tuve la suerte de tratar con muchos expresidentes, políticos relevantes y empresarios de México. Al igual que los de otros países con instituciones sólidas, como Colombia, Chile y Uruguay, son líderes de fuste. Conversar con Carlos Salinas de Gortari, Marcelo Ebrard, Vicente Fox, Andrés Manuel López Obrador, Beatriz Paredes, es siempre una ocasión para aprender. Pertenecen al estilo antiguo de líderes que pensaban, que están en riesgo de desaparecer por el Tsunami de la red, que devalúa a los conceptos. En países como Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Brasil, Argentina, la mayoría de la gente quiere un cambio. En las elecciones han ganado los candidatos más distintos de los políticos tradicionales. No se trata de que ganen payasos, triunfan personas originales que saben interpretar las pulsiones de los nuevos electores.
La inteligencia artificial y el celular no calzan en locales partidarios en que los punteros políticos se reúnen a fumar y jugar con naipes, mientras organizan el reparto de folletos de campaña. Los nuevos electores no fuman, juegan con computadoras, no leen folletos. La gente está mucho más informada, se comunica de otras maneras, y manipula a los dirigentes que a veces usan nuevos instrumentos sin entenderlos.
Javier Milei expresa de manera pura esa tendencia. Algunos de sus lugartenientes dijeron que cambiarían todo con un shock, que en la primera semana acabarían con los subsidios de los servicios, que dejarían en la desocupación a todos los ñoquis del país. En vez de un proyecto de DNU pudieron mandar un emoji. Ha pasado un mes y el fantasma del gradualismo se hace presente. La tarifas de los servicios suben gradualmente, las desdichas de los ñoquis llegan con cuentagotas.
En un acto propio de la cultura de la red, Milei mandó un megatuit que transformaría el país en pocos días. De una solo golpe cambiarían las leyes e incluso se obligaría a los jueces a comprarse disfraces para ejercer sus funciones. Si el Congreso no aprobaba el gran tuit de manera automática, Milei dijo que convocaría a una consulta para que el pueblo imponga a los legisladores sus reformas.
Cuando en el equipo de un presidente existen personas con experiencia, saben que cambiar la realidad con un click, como la carroza de la Cenicienta, es una fantasía infantil. No es fácil que lo ratoncitos se conviertan en caballos y las calabazas en carrozas. Las sociedades, y más la nuestra que es corporativista, están conformadas por muchos grupos que defienden sus intereses sin pensar en los demás. Nada fuera de lo normal, es su función. Los sindicatos defienden a los trabajadores, los gremios empresariales a las empresas, y la maraña de lobistas de la pobreza defienden sus negocios.
Es bueno que los altos funcionarios estudien historia y política. No se puede comprender la realidad solamente leyendo teorías elaboradas en el siglo pasado. Hasta 1990 buena parte del mundo estaba gobernada por la ideología comunista, que estatizaba los bienes de la población e instauraba dictaduras del proletariado. Económicamente esa propuesta fracasó y a partir de la caída del Muro de Berlín todos los países del mundo adoptaron la economía capitalista.
Como lo plantearon Francis Fukuyama en el Fin de la Historia, y Samuel Huntington en el Choque de Civilizaciones, al terminar el siglo corto, acabó el choque del capitalismo con el comunismo. Es un disparate suponer que el liberalismo argentino, que no existe, está amenazado por la izquierda y el socialismo mundial. También que todos complotan en su contra y que se han unificado la democracia cristiana, la socialdemocracia, el comunismo y todas las ideologías del siglo pasado para impedir el triunfo de la libertad. Las ideologías cumplieron su ciclo vital y están enterradas.
Acusar a Gustavo Petro de comunista y asesino es torpe. Petro es un presidente colombiano, elegido por la mayoría de los ciudadanos de ese país. Insultarlo es atacar al segundo país de habla hispana más grande del mundo, uno de los más refinados de la región. El comunismo desapareció, Petro apoyó a la izquierda colombiana en una época en que lo hicieron también Dilma Rousseff, Michele Bachelet, Patricia Bullrich y muchos intelectuales y jóvenes que rechazábamos a las dictaduras militares impuestas por los Estados Unidos. Felizmente para Petro, un ataque tan atolondrado como el de Milei, va a servirle para recuperar en algo su alicaída imagen.
Las reformas propuestas por Milei son en su mayoría, beneficiosas para el desarrollo del país y para el progreso de la ciencia y la tecnología que propone el Foro de Davos. Es indispensable acabar con la maraña de dificultades burocráticas que se crearon en el continente y especialmente en Argentina. Hay que desregular el país para que la corrupción deje de tener en cada escalón de los trámites, una ocasión de saqueo. El garantismo es otro cáncer que sirvió para fomentar el delito y proporcionar tropas de soldaditos al narcotráfico, acabando con los sueños de los niños. Atacar esos dos frentes a fondo, es bueno para el país.
Hay un espacio para la nueva política si esgrimen esas tesis líderes modernos que quieren vivir en el siglo XXI, que saben que Bill Gates no es comunista, ni formó parte de las tropas que tomaron el cuartel Moncada. Deben plantear un sueño hacia adelante. Es necesario recuperar la utopía de Milei, sin las telarañas ideológicas anticuadas que lo enredan.