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Hace poco, tuve el placer de asistir a una conferencia empresarial donde Tuti Furlan habló sobre la importancia de la gratitud en la vida. Sus ideas me ayudaron a comprender mejor varios conceptos que considero importante compartir.
El liderazgo va más allá de simplemente dar órdenes y esperar resultados; es una habilidad compleja y multifacética en la cual solemos pasar por alto un ingrediente esencial para el éxito: la gratitud.
La gratitud, vista como una estrategia, cuando se incorpora en la dinámica diaria de la oficina, es una revolución silenciosa que trae consigo cambios significativos en la cultura y la moral del equipo. Por ejemplo, dedicar un momento en las reuniones para reconocer y agradecer los logros individuales de aquellos que han sobresalido o se han esforzado más, no solo eleva la autoestima de los trabajadores, sino que también fortalece su sentido de pertenencia y compromiso con la empresa. Este enfoque cultiva un terreno fértil donde prospera la motivación, la creatividad y la cohesión del equipo.
Perder la gratitud, es perder la capacidad de reconocer que otros han sido parte de nuestro éxito. En un entorno empresarial y de liderazgo, es muy fácil caer en la trampa de atribuir el éxito únicamente a nuestros esfuerzos. Sin embargo, un líder genuino reconoce que cada logro, es el resultado del trabajo en conjunto y el apoyo de un equipo comprometido.
Según un estudio de la reconocida consultora empresarial Gallup, 8 de cada 10 trabajadores renuncian a sus trabajos debido a un mal liderazgo. Los trabajadores no renuncian a las empresas, renuncian a sus jefes.
En este sentido, existen dos tipos de jefes: los autoritarios y los líderes. Los jefes autoritarios creen que su posición les otorga poder sobre los demás y, por ende, tienen siempre la razón. Son incuestionables y a menudo utilizan métodos intimidantes como levantar la voz para evitar exponer su falta de capacidad o conocimiento. No expresan gratitud, ya que perciben que hacen un favor y esperan agradecimiento por parte de los trabajadores.
Por otro lado, los líderes ven su posición como una oportunidad para guiar y ayudar a su equipo a crecer, comprendiendo que su propio éxito depende del éxito del equipo. Expresan agradecimiento constantemente; celebrando los esfuerzos individuales y cultivando un ambiente donde cada gesto, por más pequeño que sea, se reconoce y valora, evitando siempre el concepto tan erróneo y negativo de “es su trabajo” o “es su obligación”.
Los líderes son seguros de si mismos y admiten que no lo saben todo, buscan sin complejos personas con más conocimiento que ellos para crear un entorno diverso que fomente la innovación y la creatividad. En lugar de utilizar el miedo, los líderes prefieren otorgar confianza, transparencia y libertad para cultivar compromiso, responsabilidad, reciprocidad y, en consecuencia, una mayor productividad en sus equipos.
En síntesis, la gratitud representa el cimiento sobre el cual se construye un verdadero liderazgo. En un mundo que usualmente olvida lo humano y se inclina hacia la frialdad de los números, las máquinas y las estrategias; la gratitud se convierte en el catalizador que promueve relaciones duraderas, equipos comprometidos y un éxito sostenible a largo plazo.
