Lógica y sentido común
La realidad se impone y adquiere relevancia en la estrategia. La idea de que se debía transformar todo en una semana terminó en que este ha sido el primer gobierno que no ha logrado aprobar ni un solo proyecto de ley en sus primeros seis meses. Se anuncia que los aumentos de tarifas tienen nuevas demoras. La Argentina obliga al gradualismo sobre el shock. Los sentimientos de la gente no aparecen en los cuadros de Excel.
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La política es pasión, no trabajo burocrático. Triunfa quien está dispuesto a sacrificar lo que sea necesario para conseguir sus metas. Maquiavelo dijo que el Príncipe se mueve por tres pulsiones: el dinero, el sexo y la búsqueda de gloria. A veces una de ellas domina a las otras, hay líderes interesados, ante todo, en tener poder y usarlo para ser venerados por toda la eternidad.
El emperador Qin, fundador de China, se construyó un mausoleo tan enorme que 2.200 años después se siguen descubriendo cientos de estatuas, incluso más famosas que el propio monarca. Los faraones egipcios construyeron pirámides para venerar sus cuerpos perennemente. Pronto los saqueadores de tumbas se llevaron sus riquezas y sus momias se usaron para fabricar un betún con poderes curativos que se utilizó en Europa. Tanta ansia de eternidad se hizo pomada.
Las ideologías dieron sentido a la política, creando mitos que movilizaron a líderes y seguidores. Incluso en medio de la revolución del conocimiento, hay supersticiones mal ensamblados que sustentan los fanatismos irracionales que han polarizado a un mundo, en el que los conceptos fueron reemplazados por likes.
Sin embargo, en un grupo político eficiente, además de militantes dispuestos a escalar edificios para poner carteles, se necesita que exista gente que piense, que estudie otras experiencias, que analice la realidad de manera objetiva, que produzca un plan profesional que ayude al candidato o al presidente a conseguir sus objetivos. Es lo que Napolitan llamó “estrategia política”, algo que se escribe a partir de datos concretos, que a veces chocan con los prejuicios y pasiones de los dirigentes. Pueden ser incómodas, pero permiten conseguir el éxito.
Particularmente en la cultura de internet, en la que el tiempo se aceleró, hay un culto por lo inmediato y pocos leen En busca del tiempo perdido, y todos se comunican con mensajitos con emojis. Varios políticos dijeron en la campaña que era necesario actualizar las tarifas de todos los servicios en una semana, que el Congreso debía aprobar un decreto cambiando todas las leyes civiles y penales durante el primer mes de gobierno. Así se lograría llegar al déficit cero, que provocaría una lluvia de inversiones.
Después de seis meses de gobierno, el Senado aprobó un pedazo del proyecto original que volverá a Diputados, en donde le harán nuevos cambios. La idea de que se debía transformar todo en una semana terminó en que este ha sido el primer gobierno que no ha logrado aprobar ni un solo proyecto de ley en ese tiempo. Se anuncia que los aumentos de tarifas tienen nuevas demoras, la realidad impone el gradualismo sobre el shock. Los sentimientos de la gente no aparecen en los cuadros de Excel.
Inicialmente la palabra negociar fue demonizada por algunos líderes. Se hacía lo que ellos querían y quienes no obedecían eran ratas, ignorantes, inmorales. Con la experiencia aprendieron que, en democracia, es indispensable la negociación y llegar a acuerdos con quienes piensan distinto. Eso supone tempo y respeto por los otros, no alentar el maniqueísmo que opone a los “portadores de la verdad” con zurdos que se debe exterminar. Felizmente, la Santa Inquisición está dirigida por un civilizado obispo argentino al que, esperamos, no se le ocurra quemar vivas a mujeres y herejes mileístas.
Hemos visto con agrado que Milei se saludó afectuosamente con el Papa, aunque ha estado muy activo como dirigente de la oposición. Ser peronista no es razón para no ser respetado, aunque su activismo sea anacrónico. También visitará China, se encontrará con Xi Jinping, líder de uno de los países capitalistas más importantes del mundo, y de uno de los pocos partidos comunistas que quedan. Asistió a la toma de posesión del presidente de El Salvador, hijo del Iman Bukele, líder de los islámicos de ese país, alcalde de dos ciudades elegido por el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. En este caso, tal vez, se confundió pensando que Bukele era de extrema derecha, pero son actitudes buenas, que significan que comprende que no existe otro gobierno anarcocapitalista en el mundo, y que si no dialoga con los líderes que existen, quedaremos más aislados que nunca.
La estrategia del Gobierno ha magnificado de tal manera la aprobación de la ley Bases, que cuando se concrete, la gente esperará resultados inmediatos que no tienen que ver con las variables que interesan a los economistas, sino con su vida cotidiana. Si el país llega al déficit cero y el ciudadano común no tiene empleo y padece hambre, añorará el tiempo en que vivía mejor con una macroeconomía desordenada.
Milei ha dicho que está dispuesto a dar la vida con tal de conseguir el déficit cero. Seguramente es importante, pero consultando cuáles son los países que lo han logrado en el mundo, vemos que son pocos y ninguno atrajo inversiones cuando lo consiguió. Los campeones del déficit en el mundo son Japón, con una deuda equivalente al 255% de su PBI, y Estados Unidos, con una deuda equivalente al 103% de su PBI, y no les faltan inversiones. No digo que no sea una meta deseable, pero sí que, en sí misma, no atrae inversiones. Si no se consigue que se vea que la economía reverdece, el programa de Milei puede colapsar.
Después de estos seis meses, Milei conserva una imagen positiva. Los medios han publicado la medición de imagen positiva de varias encuestadoras, que no es el dato relevante. Los analistas políticos privilegiamos estudiar cómo evoluciona la relación, indicador que se obtiene dividiendo el porcentaje de positivas sobre las negativas. A los seis meses de iniciado su mandato, Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández tenían una imagen positiva que rondaba el 70%, más alta que la de Milei. Además, tenían pocas negativas, por lo que su relación era mejor, con más del doble, que la del actual presidente.
Las movilizaciones en contra de la aprobación de la ley Bases fueron fuertes y van a incrementarse. Que se haya logrado su aprobación con un empate entre los senadores y el voto dirimente de la vicepresidenta de la república no asegura que el país vaya en esa dirección en el mediano plazo. Para que la transformación se consolide, se necesita un acuerdo más amplio con otros sectores políticos y sociales. Para eso, hay que dialogar y tener paciencia. Hay legisladores y políticos que cultivaron durante años el arte de la negociación, se necesita su aporte de manera urgente.
Si no se resuelve el que es el principal problema del país para la gente, su empleo y su acceso al consumo, la agitación va a incrementarse. Las inversiones preferirán ir a países con peores leyes, pero previsibles y respetuosos de las instituciones, y no a los que tienen leyes liberales, pero no ofrecen previsibilidad.
La anomia cunde en las democracias occidentales, hay comportamientos que se han naturalizado. Una cosa es que miles de ciudadanos protesten frente al Congreso en contra de un proyecto de ley, y otra que pretendan irrumpir en el recinto para impedir que funcionen las instituciones democráticas. Los partidarios de Trump y Bolsonaro, que quisieron hacerlo en sus países, están presos o prófugos.
Peor aún, hay sujetos que criminalizan la protesta. Aprovechando la confusión, destruyen la Ciudad, queman vehículos y ponen en riesgo la vida de los demás. No son idealistas que protestan, sino delincuentes. Por primera vez, las autoridades han apresado a varios de ellos y quieren enjuiciarlos. ¿Qué de revolucionario tiene quemar la camioneta de un periodista o las bicicletas que sirven a los porteños?
En un país que no tuvo una revolución liberal, parte de la estructura burocrática de la Iglesia católica se dedica a la política. Es un partido que supo colaborar con la dictadura de Onganía, fue comprensiva con la de Videla, y ahora se vincula con el peronismo radical. Los curas villeros son voceros políticos que asoman de manera permanente en la televisión para atacar a los gobiernos no peronistas. Ni el padre Pepe ni el padre Lucho asomaron para criticar el incremento de la pobreza en los gobiernos peronistas. Solo atacan a los gobiernos que no son de su ideología.
Esto no tiene que ver con creencias religiosas, sino con la política y el negocio de la pobreza. En los países de Norteamérica –México, Estados Unidos y Canadá–, la mayoría de la población es creyente, va a misa y a los servicios semanales más que los argentinos, pero la burocracia eclesiástica no es un partido político con punteros en las parroquias.
Ni en México ni en Washington ni en Ottawa cabría que el arzobispo arme un comedor en la catedral para atacar al gobierno y celebre una misa con el lema “con la comida no”, cuando los políticos están inmersos en una polémica sobre el tema. Nunca se podría organizar en la Basílica de la Virgen de Guadalupe una manifestación con fanáticos bailando, tocando bombos y gritando en contra de la justicia y vivando a sus dirigentes. Los creyentes correrían a patadas a los curas por su mala conducta.
Se celebraron misas, una de ellas oficiada por la segunda autoridad de la Iglesia en Buenos Aires, en las que los asistentes palmotearon y gritaron “la Patria no se vende”, el claim que identifica al kirchnerismo. En el mismo momento en que se discutía en el Senado si Aerolíneas Argentinas podía privatizarse, apareció el Papa con líderes sindicales y sus banderas y pancartas, tomando partido en contra de la tesis del Gobierno. Cuando Milei viajó a la reunión del G7 en Italia, Francisco improvisó una audiencia privada urgente, a esa misma hora, con Axel Kicillof, el líder más visible de la oposición, para opacar la visita de Milei y exhibir su oposición al Gobierno. Axel no es un creyente devoto.
Nada de esto tiene que ver con Jesús de Nazaret, quien no invadió tierras, ni pidió a los romanos dinero para organizar obras de caridad. No estuvo con los pobres en contra de los ricos, habló de la pobreza del espíritu, y sacó a latigazos a los que hacían negocios en el templo que, en su criterio, debía ser casa de oración.