OpiniónInternacional

Los consultores políticos

Creación de la política estadounidense, quienes asesoran a los candidatos se transformaron en una realidad de la política mundial. Su rol es básico, aunque no hay que confundirse: los que ganan o pierden en los comicios. La Argentina tiene distintas experiencias exitosas de consultorías políticas. Los triunfos de Mauricio Macri en la Nación o de María Eugenia Vidal en un bastión kirchnerista como la provincia de Buenos Aires, son un ejemplo de cómo el trabajo profesional puede ser una contribución esencial. También LLA contó con un equipo que consiguió eficiencia en el manejo de una campaña. Pero sería un error creer que Javier Milei es un invento de técnicos expertos: se trata de la persona que encontró el momento adecuado y que supo usar las herramientas más modernas para triunfar.

Jaime Duran Barba

Consultor de imagen y asesor político.

Escucha la noticia

En los últimos años la consultoría política se ha convertido en un tema de conversación frecuente. Resucitaron viejas leyendas sobre los “fabricantes de presidentes”, difundidas en los Estados Unidos en el siglo pasado. Se dice que son ingenieros del caos, que tienen poderes mágicos. En un país como Argentina han tenido influencia en varios gobiernos, y en América Latina hay centenares de personas que dicen practicar esta profesión. Vale la pena analizar de dónde salieron y cuál es su papel en la política actual.

Estados Unidos es la democracia más antigua del mundo, y en 1779, era una anomalía dentro de Occidente gobernado por familias que se creían escogidas por Dios, aunque a partir de la Revolución Industrial, aparecieron ideologías democráticas y revolucionarias. Para muchos europeos Estados Unidos era el país en el que “we, the people”, la gente común generaba un poder legítimo por la simple voluntad de la mayoría.

El texto más influyente de esa revolución, fue El sentido común de Thomas Paine, escrito en lenguaje sencillo, evitando el lenguaje teorizante, el latín y las citas de otros autores, que eran usuales entre los intelectuales. Es alegato sencillo en contra del derecho divino de los reyes, y la defensa de una democracia que impida las tiranías. El texto se difundió en las trece colonias que se independizaban, vendiendo la insólita cantidad de 120 mil ejemplares en los primeros tres meses de su aparición.

La política y la sociedad norteamericana han estado orientadas por el sentido común y el deseo de comprender la realidad concreta. Su paradigma tuvo que ver más con el pragmatismo y el empirismo.

Los norteamericanos trataron de comprender lo que ocurría con la gente común. En 1824 el Harrisburg Pennsylvanian aplicó la primera encuesta de la que hay noticia y en 1880 un grupo de periódicos realizó una nueva encuesta. Sus porcentajes se ajustaron a los obtenidos por los candidatos. Eran estudios primitivos que tenían precisión en un país inmóvil, en el que la mayoría moría en el mismo condado en que había nacido y solo conocía a lo largo de su vida, a pocos seres humanos que se le parecían.

Esto cambió con la aparición de la radio, a principios del siglo XX. En 1936 la revista Literary Digest hizo su encuesta, enviando diez millones de cupones por todo el país. El resultado fue catastrófico. Según la encuesta, el republicano Alfred Landon obtendría el 57% de las preferencias, derrotando ampliamente a Franklin Roosevelt, en la realidad el demócrata obtuvo el 61% de los votos.

En esos mismos años George Gallup, aplicó una encuesta que obtuvo muy buenos resultados con una muestra elaborada técnicamente y surgieron otros encuestadores, como Elmo Ro-pper, que dieron mayor prestigio científico al estudio de la opinión pública.

En Estados Unidos, se celebran todo el tiempo centenares de elecciones y consultas populares, que han permitido el desarrollo de técnicas de estudio y conducción de las campañas, como en ningún otro lugar del mundo.

En 1960 fue electo John F. Kennedy. Su jefe de campaña, Joseph Napolitan, propuso hacer campañas más racionales, con estrategia, y acuñó el término “consultor político” para designar a quienes se dediquen a esto.

A partir de la fundación de la American Asociation of Political Consultants, la consultoría se profesionalizó. En su asamblea anual de 1993 apoyó los esfuerzos que hacían algunos consultores, encabezados por Christopher Arterton, por fundar una facultad de política práctica en Nueva York que se convirtió en 1995 en la Graduate School of Political Management de la George Washington University.

El nombre tenía que ver con la definición que dio Napolitan de la profesión que en su criterio, era pragmática, estaba para transformar la realidad y se diferenciaba de la Ciencia Política, más centrada en la producción de teoría. También era distinta de las relaciones públicas. El consultor debía trabajar con las herramientas del método científico, no un cortesano que aplaudía al candidato o al presidente.

Algunos plantean que los candidatos son productos que pueden ser vendidos con un buen marketing. Esto es absurdo. Como dijo desde siempre Napolitan, lo más importante en una campaña es el candidato. Cuando alguien dice que “ha puesto” veinte presidentes, demuestra que no conoce cómo son los presidentes.

Los éxitos y las derrotas de un grupo político, se deben ante todo al líder, que conduce acertadamente o no un proceso. Los consultores son solo un apoyo, a veces muy importante, pero no funciona solo.

Hasta hace poco, en América Latina las elecciones dependían de la influencia de un entramado de partidos, apoyo de medios de comunicación y de otras organizaciones de la sociedad formal. Hay candidatos que dependen de la red de vínculos con dirigentes locales que hacen la campaña. En algunos países grandes, existe todavía esa maquinaria, que es necesario reorientar y transformar.

En Argentina hemos tenido experiencias importantes al respecto. El radicalismo, tuvo un aparato importante que cubrió todo el país. Tiene dirigentes muy valiosos, pero no hay manera de que vuelva al poder si no se transforma en algo nuevo. En algunos aspectos sigue siendo una máquina de escribir, cuando la gente empieza a usar computadoras cuánticas.

El cristinismo conserva un lugar en la política, cada vez más reducido a la provincia de Buenos Aires y a la tercera sección electoral. Ha envejecido, el socialismo del siglo XXI se desmorona. Fueron duraznos que florecieron cuando había empezado el invierno, cuando había muerto el socialismo real. El peronismo propiamente dicho, tendría que transformarse. Los trabajadores no son los de antes, los sindicatos deben volverse a programar para seguir luchando por sus ideales en un mundo que pronto estará poblado por robots y cyborgs. Si subsisten, las maquinarias partidistas tienen que adaptarse a una realidad distinta.

En las fuerzas vinculadas a la nueva política, los consultores políticos, tienen otro espacio. La experiencia del PRO que se inició en el 2005, siguió con Juntos por el Cambio, y terminó en el 2018, es probablemente la experiencia más importante en el continente en este siglo. La “nueva política” usó herramientas técnicas modernas, decenas de profesionales se incorporaron a un proyecto que manejaba de manera profesional.

Desde luego los candidatos fueron los adecuados para cada coyuntura, pero se ganaron decenas de elecciones en todo lado, siendo las principales las de Mauricio Macri en la Ciudad y en el país, el triunfo de Francisco de Narváez sobre Néstor Kirchner, de Esteban Bullrich sobre Cristina Fernández y la elección de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires, el bastión del cristinismo.

La pandemia aceleró los cambios de la sociedad digital. Justamente cuando Juntos por el Cambio necesitaba afrontar una transformación hacia el futuro, dieron un brusco giro al pasado, convirtiéndose en el pequeño partido de derecha que existió siempre en la Ciudad de Buenos Aires. De eje de un amplio frente de centroizquierda, pasaron a ser un fenómeno barrial.

Esto coincidió con la aparición de una alternativa que le arrebató la bandera del cambio, con un buen candidato y un buen equipo técnico. Sería tonto decir que Milei es invento de nadie. Es un líder inteligente, que estuvo en el momento adecuado de la historia y supo usar las herramientas más modernas para triunfar. Como en el mejor momento del PRO, LLAC contó con un equipo de calidad, y trabajó en una coyuntura adecuada.

Hay que remarcar que tuvo éxito cuando hizo este tipo de política, que lo comunicaba directamente con los electores, rompiendo esquemas. Fracasó en algunas etapas de su carrera, cuando quiso competir con la política tradicional en su cancha. Fue un gran jugador de fútbol inscripto en un campeonato de ajedrez. En Argentina, como en los demás países, hay políticos profesionales, que saben manejar el arte de la política y que en ese juego superan a los libertarios.

El papel de los consultores es objeto de elucubraciones y de fantasías. El tema se presta para discusiones, hablemos solo de lo más actual.

Hay polémica por el papel público de los consultores y su participación en el manejo del Gobierno. Algunos, como Napolitan, o Tony Schwartz fueron famosos, escribieron libros, fueron profesores en universidades importantes, pero no se mezclaron con el ejercicio del poder. No había razón para que conserven el anonimato, y más en la sociedad hiperconectada en la que no hay secretos.

Algunos de ellos trataron de ser políticos, fueron candidatos y les fue muy mal. El consultor profesional es alguien que tiene esa profesión, no navega en las aguas del poder para conseguir un cargo. Eso le permite ser independiente, criticar con argumentos técnicos lo que hacen los líderes, aportar con una visión crítica, distinta a la de los cortesanos.

Estar tan cerca del poder y no ejercerlo es difícil, pero a algunos nos parece mejor. En décadas de trabajar en esta profesión tuve cercanía con líderes del más alto nivel en el continente, pero nunca promoví a alguien para un cargo, ni me afilié a ningún partido.

En mi criterio, pensar con libertad y no participar de las creencias de un grupo ayuda a pensar mejor, aunque lleva a que en muchas ocasiones, el consultor sea criticado por no defender ideologías, pero el consultor no está para predicar, sino para cuestionar lo que se hace, o desde la realidad más descarnada, y ayudar a que consiga sus objetivos.

Otros consultores se han integrado activamente a determinados gobiernos y han participado de la lucha ideológica. La contradicción entre la consultoría y el liderazgo activo suele provocar un choque nocivo para un proyecto, que puede transformarse en un problema letal. Cuando el piloto, que es el líder, cambia de coche, debe conseguir otro equivalente o mejor y no salir a la pista a pie.

Si el Gobierno opta por conducir las próximas elecciones cambiando de estrategia, volviendo a las costumbres de la casta, puede tener sorpresas.


Cuentanos si te gustó la nota

50% LikesVS
50% Dislikes

Jaime Duran Barba

Consultor de imagen y asesor político.

Publicaciones relacionadas

Abrir chat
¿Quieres unirte al grupo de Whatsapp?
Hola 👋
Te invitamos a unirte a nuestro grupo de Whatsapp