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Las giras internacionales, las declaraciones y las noticias que publica la ministra de Relaciones Exteriores del (No) Estado Plurinacional, Celinda Sosa Lunda, confirman el grave extravío de la política externa del país. Extravío que expone a Bolivia a ser manejada por potencias extranjeras como sucedía durante las peores dictaduras.
La ignorancia es peligrosa.
Sosa, oriunda de la comunidad tarijeña de Yesera, dirigió por casi 20 años un centro de capacitación y de investigación para fortalecer a las mujeres del agro, un sector con limitada tradición de empoderamiento colectivo. Fundó la federación sindical unificada de trabajadoras campesinas, germen de la organización Bartolina Sisa.
Era (re) conocida en el ambiente de las ONGs relacionadas con el desarrollo productivo. Seguramente por esa experiencia, Sosa fue nombrada por el presidente Evo Morales como ministra de Producción y Microempresa (2006- 2007). Después fue delegada presidencial en Tarija (2008) y vicepresidenta en dos ocasiones del directorio del Banco de Desarrollo Productivo.
Sus aportes fueron limitados, muy distinto al caso de Antonia Rodríguez Medrano, campesina quechua de Potosí, quien -como ministra de Desarrollo Productivo y Economía Plural (2010-2011)- trabajó en favor de los pequeños empresarios, sin distinciones políticas. Artesana avecinada en El Alto, lució su pollera, su manta y su sombrero de fieltro con gran dignidad.
En cambio, Sosa ha preferido seguir el camino de María Eugenia Choque, la nefasta presidenta del Tribunal Supremo Electoral, quien por ignorante o por sumisa, llevó adelante las elecciones de 2019 y colocó al país al borde de una guerra civil. Sosa dejó el sombrero chapaco para colocarse un extraño bombín, mientras Choque se disfrazó de chola, aunque nunca logró equilibrar el borsalino, el arte de la verdadera chola paceña.
La pinta no es lo de menos. Refleja las imposturas a las que nos quiere acostumbrar el Movimiento Al Socialismo (MAS) y el (No) Estado Plurinacional. Impostura atrevida. Así como Choque se animó a ser el árbitro de unos tensos comicios sin cumplir los mandatos constitucionales, Sosa ha aceptado ser ministra de Relaciones Exteriores. aunque seguramente no podría pasar un examen de historia de Bolivia, nombrar los principales tratados firmados por el país, ubicar las capitales europeas o explicar sobre las fronteras porosas de Bolivia.
Expertos en diplomacia han escrito con autoridad sobre las limitaciones de las actuaciones de Celinda Sosa. Por mi parte, como periodista que cubrió 25 años reuniones internacionales, siento vergüenza. Recuerdo cuando en noviembre de 1979, movimientistas y militares hundieron el logro de la cancillería institucionalizada en la Asamblea de la Organización de Estados Americanos. La delegación chilena se reía después de semejante bochorno.
En cambio, con más luces que sombras, desde 1982 hasta el 2005, la Cancillería boliviana se fortaleció con una academia diplomática seria y moderna. En cuántas reuniones, en diferentes organismos internacionales, escuchamos los aplausos a las propuestas de la delegación tricolor. Hombres, mujeres, casi todos con dos o tres títulos, dominando el idioma inglés, el francés, el portugués.
En las cumbres de jefes de Estado y de gobierno a nivel continental o a nivel iberoamericano, con temas específicos, Bolivia llevaba propuestas y lideraba al Grula o Grupo Latinoamericano. Los Gobiernos neoliberales se opusieron duramente a los intentos de Estados Unidos para extender a la región el Plan Colombia.
Bolivia avanzó en temas que Sosa no entiende: visados, convenios culturales, intercambios comerciales, grupos de integración, facilidades en las fronteras, beneficios para la exportación de textiles. Actualmente, los bolivianos están entre los pocos latinoamericanos que necesitan visas para viajar a la zona Schengen.
Sosa declaró al posesionarse en su cargo, en noviembre de 2023, que seguiría la “diplomacia de los pueblos para la vida en el marco de la filosofía del vivir bien”, ese engendro inventado por pajpakus.
Así en su primera gira para “difundir la industrialización del (No) Estado Plurinacional” visitó Venezuela: el país con ocho millones de migrantes y que no pagó las exportaciones usurpadas a Ametex por el clan Morales Dávila; Cuba: la isla donde la gente no tiene ni pan, ni agua ni luz; Nicaragua, donde gobierna un dúo paranoico que encarcela obispos y expatria a los más notables intelectuales nicas.
¿Cuál es la ganancia para el gobierno de Luis Arce?
Además. Sosa confunde la Cancillería con la fiesta de compadres. Varias notas de prensa de su oficina la muestran en mercados y barrios tarijeños repartiendo cositas junto al presidente. ¿Qué tienen que ver las efemérides del 15 de abril con la invasión rusa a Ucrania, con Gaza ensangrentada, con las citas diplomáticas?
El despacho de la esquina de la Plaza Murillo ya fue degradado en estos años, pero ahora la caída es vertical.