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Los soviets de Wagner y el Prigozhin de los Andes

Emilio Martinez

Escritor y analista político

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Los “turbo-patriotas” del Grupo Wagner, que decían luchar contra la tibieza y corrupción del alto mando militar ruso, tuvieron que dar una “turbo-retirada” hacia sus bases, tras un extraño incidente que, bajo cualquier hipótesis interpretativa que se maneje, mostró ante el mundo la debilidad del régimen de Vladimir Putin.

El ejército mercenario encabezado por Yevgueni Prigozhin había logrado, en una vertiginosa jornada, tomar dos ciudades de 1 millón de habitantes, y forzado a Putin a refugiarse en San Petersburgo, junto al núcleo más íntimo de sus allegados. Hasta ahí, todo parecía una imitación bufa de la rebelión de las tropas en otra guerra fracasada: las asambleas de soldados que pasaron a la historia bajo la denominación de “soviets”, a las que se sumaron campesinos y algunos grupos de obreros.

En ese caso, la rebelión militar condujo a un proceso revolucionario en febrero de 1917, seguido del posterior golpe de Estado bolchevique en octubre del mismo año. En la imitación reciente, en cambio, Prigozhin acabó aceptando un acuerdo más bien perdidoso, que incluye su exilio en Bielorrusia, el retiro de un proceso penal en su contra, el perdón a los mercenarios sublevados (unos 5.000) y la absorción de los demás (aproximadamente 20.000) en el ejército regular de la Federación Rusa, sin contar a los convictos movilizados.

Por supuesto, podemos estar asistiendo simplemente al primer acto de un drama o quizás de una tragicomedia, que acabe en poco tiempo más con un Putin desplazado del poder o al menos reducido a un papel cada vez más decorativo. Ningún Estado del planeta podría salir indemne de una sublevación de la magnitud que se vio hace unos días.

Esto debería llevar a la reflexión a quienes piensan, como algunos mandatarios latinoamericanos, que países como Rusia y China son las potencias emergentes mientras que “Occidente está en decadencia”, como dijo el presidente Luis Arce. Rusia está mostrando ser un tigre de papel, o más precisamente un oso de utilería. Y es posible que en un futuro no muy lejano asistamos a la revelación de las debilidades estructurales del dragón asiático en el campo económico.

En vez de insistir en estos alineamientos equívocos, Arce debería preocuparse por los movimientos del pequeño Prigozhin de los Andes, su ex jefe Evo Morales, quien parece estar comandando “ejércitos de mercenarios sociales” encargados de generar inestabilidad en regiones de varios países vecinos (Puno, Jujuy y la Araucanía).

Estas prácticas de los “turbo-populistas” pueden acarrearle a Bolivia problemas importantes en sus relaciones exteriores, al tiempo que sirven de entrenamiento para acciones que luego podrían volcarse al territorio nacional, incluso contra el aparato gubernamental.

Para terminar, recordemos a Maquiavelo: “Si un príncipe apoya su Estado con tropas mercenarias, no estará firme ni seguro nunca, porque ellas carecen de unión, son ambiciosas, indisciplinadas, infieles, fanfarronas en presencia de los amigos y cobardes contra los enemigos”.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Emilio Martinez

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