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Actualmente, ante tanto infortunio en varias partes del mundo, la humanidad se queja, alegando lo injusto de todo, se estremece, anda ansiosa y sugestionada por todo el mal y las desgracias presentes y futuras. Al mismo tiempo, sigue repitiendo históricamente lo mismo, esto es, culpando al otro de las calamidades (jamás a sí mismo), cuando como sociedad organizada, en realidad, todos somos cómplices de lo que nos sucede, obviamente sin que eso implique exonerar a ningún delincuente, pero la desgracia entra por la puerta que hemos abierto.
Recordemos el viejo dicho popular, que dice: “el mono baila por la plata (lana)”.
Hoy en día, se puede advertir que, en el mundo, casi todos únicamente desean ser millonarios, y hasta algunos tienen la absurda y desvergonzada creencia de que, esta vida solo consiste en conseguir dinero (como sea) y tener salud, porque después, todo lo demás, se compra. Pocos tienen auténtica entereza y vocación de servicio.
Eso de pretender “ser” millonario, es una total confusión incongruente, pues millonario no consiste en “ser” sino en “tener”. Y simplemente, muchos alaban a ciegas al considerado millonario, sin importar siquiera la procedencia del dinero y la opulencia.
En ese sentido, si el obtener dinero es fruto del trabajo honesto, del dominio propio, de la disciplina financiera y de la toma de buenas decisiones de inversión, obviamente nada tiene de malo, pero si para considerarse millonario, lo hace con mentiras y engaños (motivado por la codicia, avaricia, la lujuria, la envidia y la gula), con corrupción, falta de honestidad e integridad, eso no es otra cosa, que “SER” DELINCUENTE, es decir, es simplemente un delincuente totalmente desvergonzado y corrupto que ostenta millones.
Cualquier sociedad codiciosa e insolente, que sea abiertamente permisiva a la corrupción, conlleva a que en su país exista una corrupción generalizada; y, por consecuencia, el nivel de confiscación, de violencia, de desgracia, de degeneración, de delincuencia, de inseguridad, de injusticia, de deforestación y tala indiscriminada e insostenible, de ríos y mares contaminados, de delitos contra la vida silvestre, de catástrofes, de pereza, de pésimos, ineficientes y precarios servicios a la población, será atroz; y, en la vida de las personas no existirá tranquilidad y reinará la incertidumbre y el abuso de poder.