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Gloso —no plagio— el título del artículo “Estado, gobierno y democracia en Bolivia” de mi estimado amigo José Orlando Peralta (aunque yo no sea el mejor de sus amigos). Vale la aclaración primera.
La función de quienes dirigen un país, una institución, un departamento, una población, un gremio o una fraternidad cuando son elegidos es, sin retruécano ni cacofonía, la de gobernar. Y gobernar es, en su acepción griega clásica más antigua: kybernân, es la de pilotar una nave.
Coincido con Peralta, y con muchos, que desde 2020 no se ha gobernado realmente el país. Ha sido un gobierno al pairo, detenido a la espera del viento que lo empujara… Se acumularon problemas, reclamos, inflación, escaseces…se acabó el gas… no hay litio… y la mentalidad cerril que estaba en el Poder se ha esforzado en coartar a la última gallina de huevos de oro: la agroindustria, principalmente cruceña. Han sido casi cinco años desde que el silletazo en Betanzos marcó el inicio del quiebre dentro del MAS (hoy Menos) y nosotros, pueblo, nos hemos quedado… al pairo… viendo las peleas políticas, la justicia cada vez más corrupta; mayor desempleo, mayor miseria y mucha (mucha más) informalidad. Hoy, desde 2024 al menos, la clase media emergente de los años del boom —que la hubo, sí, fuera de raíz honrada o por corrupción— y la clase media anterior al MAS (no la clase rica, que siempre sobrevive a pesar de los avatares y las incorporaciones de origen non sanctus) cada vez se reducen más en la medida del quiebre avanza sobre la economía.
Y eso hablando de economía. De Estado monolítico ni chiste: pregunten a Zúñiga y su no-golpe (parodia de golpe), a los alcaldes inoperantes —de este lado geográfico y del otro—, a los jueces (léase “constitucionales” pero el descrédito abarca muchos más) que se atragantan cuando le preguntan de corrupción, prorroguismo y ausencia de trasparencia.
Y quejándonos andamos. De todos los males, la mayoría excesivamente reales: salud fatal, economía paupérrima, educación en regreso a prenónica, división social, racismo (al derecho y a la inversa)… entreguismo total al neomarxismo del socialismo 21 y sus padrinos podemitas, a los medievales ayatollahs y al pigmeo exKGB. La mayoría inmensa (si no todos) de esos males los hemos culpado al Gobierno (o des-Gobierno, como prefiera) pero pocos, en medio de esos ayes y críticas, obvian al culpable principal, al culpable de este des-Gobierno: nosotros mismos con nuestros votos (incluyo los no controlados, que con el mismo padrón y control masivo en el 2016 no pudieron robar el referéndum).
Y llega (¡al fin!) unas elecciones en medio de una campaña sin fin, no importa sin contamos desde el 2016 o el 2002… Y, paradoja para todos, lo único común es cuán desunidos llegamos: los que no quieren irse (o quieren volver a toda costa) y los que quieren sacar a los que no quieren irse.
¿Unidad? Una burla… o más de una. Del lado de los que no quieren irse —los de la autollamada “izquierda”— tres opciones: Copa y Del Castillo —totalmente desechables… en intenciones de voto— y, ya sin poder enarbolar lo de ser “nuevo” (que nunca lo fue) y lo de ser “joven” (con una mentalidad retrógrada propia del guevarismo, del neomarxismo castrista y podemita), Andrónico se esfuma en sus “justificaciones” a los bloqueadores que asesinan y en sus loas a su mentor —sin recordar mucho que fue el exJefazo quien lo sacó de un puntapié de la primera senaturía en 2020 para que ésta fuera de él (castigo divino o casual, no puedo postularse) —, quién le ha acusado de traidor.
Mención aparte el exJefazo: mentiroso contumaz y envidioso patológico siempre, creyó en 2017-2018 haber vencido el NO del 21F con sus diligentes tinterillos pero fueron sus secuaces tan burdos que el 2019 tuvo que salir perdiendo las abarcas (sólo para las fotos eran las abarcas, que a él lo vestía la Canedo Patiño); el 2020 volvió y puso candidatos “a su medida” para poder digitarlos (pero olvidó que no era el único pluriambicioso); desde 2021 observó que su “liderazgo” se disolvía dentro y se le olvidaba fuera su Chapare (¿hace cuánto que Runasur no la mencionan?); en 2024 y 2025 hizo patéticos intentos de recuperar vigencia (y perdió la sigla y no consiguió ni quien lo pudiera llevar de candidato), llano “de víctima” por medio —“lamento boliviano”. Y odiador impenitente, no perdona, ni lo hará, a quiénes “lo han traicionado”…
De la otra acera, tampoco fructificó la unidad… dizque a la espera de una segunda vuelta, cuando el legislativo sea un revoltijo de siglas y un baratillo de incordios. En ese muelle confluyen otros que (como muchos) he denominado “de mercado”: junto con la socialdemocracia de Doria Medina coincide el liberalismo de Quiroga —junto con Dunn si termina sus cuitas. Quedarían unos más, descartables en intenciones: Reyes Villa (apostando a peso legislativo), Paz Pereira indefinible y Fernández, en matices de populismo (más uno de Libertad y Progreso ADN, “de relleno” para intentar no perder la sigla): los tres navegando entre la centroizquierda, el centro y la centroderecha.
Ni zurdos ni diestros ni centristas: a todos ellos, la unidad se les fue pa’… muy lejos porque, en fin, nos faltan Estado, gobierno y democracia.