Pasar de la biotecnología a la synbio
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En Bolivia, continuamos rezagados en cuanto a desarrollar el amplio campo de la biotecnología, por diversas razones. Sin embargo, fuera del país, la biología sintética gana protagonismo.
La biología sintética es una disciplina emergente que combina principios de ingeniería y biología para diseñar y construir nuevos sistemas biológicos. Su objetivo es modificar organismos existentes o crear nuevos, con funciones específicas que pueden abordar desafíos globales como la producción de alimentos, la salud y la sostenibilidad ambiental.
En el ámbito agrícola, se están utilizando herramientas como CRISPR para editar genes en plantas, lo que permite aumentar su rendimiento y adaptabilidad. Esta tecnología es mucho más precisa que los tan detestados organismos genéticamente modificados. Además, la biología sintética facilita la creación de microorganismos que pueden mejorar la salud del suelo y la disponibilidad de nutrientes, lo que resulta en un uso más eficiente de los recursos agrícolas.
Otro aspecto importante es la producción de bioinsumos. Ahora es posible producir plaguicidas y fertilizantes de manera más sostenible y menos contaminante. Se reduce el impacto ambiental asociado con los productos químicos tradicionales y también disminuye los costos para los agricultores. En este sentido, la biología sintética ofrece una vía prometedora para abordar los desafíos actuales de la agricultura, promoviendo prácticas más sostenibles y eficientes que podrían transformar el sector agrícola a nivel global.
En el campo de la medicina, la biología sintética permite la producción de biofármacos y vacunas. Por ejemplo, se ha logrado sintetizar medicamentos como la artemisinina (para tratar la malaria) en plantas modificadas, lo que podría facilitar el acceso a tratamientos esenciales en regiones con limitaciones en infraestructura médica. También se están desarrollando terapias personalizadas que respondan mejor a las necesidades individuales de los pacientes.
La biología sintética tiene aplicaciones industriales amplias, desde la producción de biocombustibles hasta la creación de nuevos materiales. La capacidad de diseñar microorganismos que produzcan compuestos útiles a partir de materias primas económicas puede transformar sectores enteros, haciéndolos más eficientes y sostenibles. Es el caso de Polybion en México, que producen “cuero” a partir de micro-hongos, que se alimentan de desperdicio orgánico.
En Bolivia, existe un grupo de competencia, que desde el 2021, se lanzó a participar en la competencia internacional iGEM (International Genetically Engineered Machine). Esta competición internacional de biología sintética se celebra anualmente. En aquella ocasión el equipo de Bolivia presentó su diseño de un biosensor que detecta arsénico en agua y un dispositivo que permite tener una lectura de resultados. Este 2024, a pesar de la cantidad de obstáculos financieros, tecnológicos y de laboratorio, el equipo de Bolivia se presentará por segunda vez.
Este año, se presentará un biosensor de mercurio, respondiendo a la problemática agravada de varias comunidades en la Amazonía con la actividad minera. La innovación es que este biosensor, puede detectar tanto mercurio inorgánico como orgánico y el dispositivo para la lectura se ha simplificado, lo que permitiría que el mismo pueda ser incluso usado por comunidades, previamente capacitadas.
Son primeros pasos de un vasto campo que aún queda explorar y donde se puede desarrollar más respuestas a las distintas problemáticas que suceden. Sin embargo, también queda capacitar a más jóvenes, estudiantes y profesionales, contar con laboratorios más adecuados, y luego sortear las variadas barreras burocráticas, desde aduana hasta los entes encargados de las normas y gestión responsable de estos temas. La pregunta es si este complejo proceso, se podrá sortear antes de una tercera ocasión que el equipo de competencia se anime a participar del evento mundial o también nos quedaremos estancados en esta área.