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El Índice de Precios al Consumidor (IPC) dio un salto en octubre, lo que hizo pensar que la inflación nos había llegado. Pero, ya en noviembre el incremento de precios fue muy moderado. Se verificó, una vez más, que hay una diferencia sutil entre lo que es un aumento de precios “por una sola vez” y la inflación, que es una subida continua de precios. La diferencia es sutil, pero hay que tenerla en cuenta al momento de diseñar políticas anti inflacionarias. De haberse mantenido el aumento de precios, efectivamente había el peligro de que se desencadene la inflación, por los llamados efectos de segunda vuelta.
La subida de precios de octubre se debió a los acontecimientos de Santa Cruz, en su demanda de censo. El para cívico y, sobre todo, los cercos a esa ciudad interrumpieron la oferta de alimentos, lo que hizo aumentar su precio, en términos interanuales, en 4.2%. El aumento de precios de los alimentos fue muy superior al de os de rubros no alimentarios. Todo hace concluir, empero, que la subida de precios de los alimentos (y, en consecuencia, del IPC) fue transitoria. Tan pronto retornó la calma al Departamento de Santa Cruz, los precios, especialmente de los alimentos, regresaron a sus niveles previos al paro y a los cercos. Si se movieron de este nivel, los incrementos fueron moderados.
Si la subida de precios es transitoria, debido a problemas de oferta, la mejor política es no hacer nada, salvo tratar de prevenir los efectos de segunda vuelta, que podrían aparecer por presiones salariales, en las negociaciones del próximo año, en la medida en que las organizaciones de trabajadores confundan saltos transitorios con inflación. Más importante en el corto plazo que empresas y productores que tienen poder de mercado y que, por lo tanto, pueden fijar precios, los aumentaran por lo que ya ha ocurrido y en anticipación de lo que podría pasar más adelante. Aún si se ha tratado de un aumento transitorio de precios, hay siempre el peligro de que se desestabilicen las expectativas de inflación, que son determinantes cruciales de la inflación propiamente dicha
El país ha soportado los embates de la inflación internacional y, especialmente, la presión de los aumentos de precios internacionales de alimentos. Ellos subieron fuertemente en los primeros cinco meses del año, pero después, en parte por las políticas anti inflacionarias de los Estados Unidos y otros países industrializados, bajaron fuertemente hasta el tercer trimestre del año. Para algunos productos como el trigo, el maíz y el arroz, la baja fue sustancial, sin desconocer que ha habido algunos coletazos y fluctuaciones alrededor de la tendencia. El precio del maíz ha vuelto a aumentar fuertemente en lo que va del este último trimestre; los precios internacionales del trigo el sorgo y el azúcar tienen incrementos moderados con relación a los del tercer trimestre. La reducción internacional de precios de alimentos de la canasta básica de los últimos meses, en relación con lo ocurrido a principios de año, ayuda a que nuestra inflación sea baja. Las repetidas devaluaciones del peso argentino también, aunque obviamente no intencionalmente, contribuyen a nuestra baja inflación. Empero, en algún momento esas devaluaciones cesarán.
Las inflaciones de los países vecinos, no han estado cediendo con las políticas monetarias restrictivas que han estado aplicando, en algunos casos, vigorosamente, con la notable excepción de la del Brasil. En nuestro país no se ha recurrido a instrumentos monetarios para controlar la inflación sino a medidas administrativas. Como ya lo hemos hecho notar en varios artículos, las medidas administrativas contribuyen a controlar la inflación en el corto plazo, pero tienen consecuencias inflacionarias en el mediano y largo plazo.
No fue lo sucedido en octubre el peligro mayor para un descontrol de la inflación. El viene, más bien, de la aplicación de políticas fiscales demasiado expansionistas, desde hace bastante tiempo, financiadas con créditos del BCB y que hacen perder reservas internacionales. La inflación es baja pero la precaria situación de las reservas internacionales puede crear tensiones inflacionarias a más largo plazo.