Opinión

Preguntas con y sin respuesta

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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Los ganadores del Premio Nobel de Economía 2019 Esther Duflo y Abbihit Banerjee en su libro “Buena economía para tiempos difíciles” advierten de la “tribalización” de las opiniones, aún en ámbitos conocidos.

Explican que hoy existen varios aspectos que parecieran a primera vista sin solución o consenso, cuando en realidad no es así. Por ejemplo, aluden al panel de economistas del Foro para la economía global de la Escuela de Administración de la Universidad de Chicago, conformada por distinguidos y diversos expertos.

Se consultan regularmente diversos tópicos; y el grado de consenso es altísimo. Por ejemplo, en torno al 90% afirmaba que los confinamientos eran costosos para la clase media, que la desigualdad de ingreso afecta negativamente a la democracia, que la mejor contribución al desarrollo de un banco central es la estabilidad macroeconómica, que para los países avanzados es mejor comprar vacunas para países pobre y distribuirlas, entre otros.

La razón del consenso en éste y varios otros temas es el grado de conocimiento y profesionalización del panel. Si bien difieren en aspectos como el tipo de impuestos a la riqueza o la conveniencia del tipo de cambio flexible, el entrenamiento en economía hace que prime el sentido común y la lógica.

Destaco este punto porque en economía también se pueden tener respuestas técnicas a preguntas diversas, las cuales repaso a continuación.

Si el mercado habría determinado el tipo de cambio, ¿cuál habría sido su nivel aproximado? ¿Es sostenible? Existen al menos una fuente actualizada para el mundo que responden a esta pregunta. En el caso boliviano también hay respuestas a esta pregunta, ya se de organismos internacionales como de economistas locales.

Dejando de lado los tecnicismos indispensablemente propios de la profesión, la idea básica es calcular los ingresos y egresos del país y sus efectos en la moneda. Para ver la sostenibilidad, como una familia, el enfoque es ver si el balance entre entradas y salidas de recursos no implican endeudamiento creciente.

También existen respuestas técnicas a la pregunta de cuál es el nivel adecuado de reservas internacionales en los diversos países o en Bolivia, cómo puede diversificarse económicamente el país, o si es que tendremos crecimiento explosivo de la población en el mundo y en Bolivia.

Debo señalar que también tenemos respuestas técnicas a preguntas como cuánto puede crecer el sector agrícola en Bolivia sin afectar la sostenibilidad ambiental, cuánto se necesita para reactivar la economía y cuál es la mejor estrategia, cómo se puede luchar efectivamente contra el contrabando, cuál sería la estrategia para aumentar las exportaciones, qué políticas son más efectivas para combatir la pobreza, entre otras muchas.

Entonces la pregunta correcta es por qué las respuestas no son aceptadas e incluso adoptadas. En algunos casos porque las respuestas son incómodas, tan cierto como que la mejor estrategia para enfrentar un examen es estudiar. En otros porque su aplicación implica ajustes difíciles pero necesarios, como el hábito del ejercicio para mejorar la salud. Y otros porque rompen nuestros esquemas mentales e ideológicos, como en su momento fue que la Tierra era el centro del universo.

Esos problemas hacen que el camino al desarrollo sea más duro, tal como Duflo y Banerjee en otro libro lo resumen con una espectacular triada: ignorancia, ideología e inercia.

Esto no es exclusivo del mundo de políticas públicas. Recuerdo vivamente cuándo hace 20 años nos comentaban en Chile la resistencia al cambio en instituciones financieras y empresas privadas, pese a que profesionales economistas tenían respuestas más probadas y rentables.

No creo que los economistas tengamos “las” o “todas” las respuestas. Muchas no se han estudiado adecuadamente o no tenemos la capacidad de hacerlo aún en Bolivia. Tampoco creo que la tecnocracia sea la respuesta, pero sí una parte de ella.

Parafraseando, como lo hizo mi colega español Alfonso Novales, a (San) Agústin: “Sepamos buscar como quien espera encontrar, y encontrar como quien espera seguir buscando”, en este caso respuestas claras y con sustento.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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