OpiniónEconomía

¿Quiere pensar mejor? Lea esto

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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Una de las habilidades que requiere el siglo XXI es el pensamiento crítico según el Foro Económico Mundial; es decir, la capacidad de evaluar objetivamente una situación para la toma de decisiones y la resolución de problemas.

Acá comparto algunos contraejemplos de racionamiento lógico, sino más bien de pensamiento irracional.

Pensemos en dos municipios que tienen bibliotecas a los que se quiere revocar el presupuesto si es que no aumentan las visitas. Al primero le dicen que, si no sube la asistencia en 20%, se les recortará su asignación. Al otro le dicen que el presupuesto subió, pero que se les recortará si no sube la asistencia en 20%. Pese a que ambos son iguales, el más motivado en el uso de la biblioteca será el segundo porque “teme” perder el aumento. A esto se llama “aversión a la pérdida”. Implicancia: analice fríamente las ganancias y pérdidas.

Supongamos que creemos que no hay crisis en el país, sólo una situación temporal. Entonces seré propenso a considerar como veraz cualquier noticia que apoye mi idea de que no hay crisis. Lo propio sucede si creo que hay crisis. Esto se llama “sesgo de confirmación”. Conclusión: no sólo lea o escuche lo que apoya sus ideas, sino también aquello que las refuten.

Vemos en las noticias que hubo recientemente un accidente aéreo. Entonces tendemos a creer que volar se ha hecho más riesgoso. Sin embargo, este evento no afecta el hecho de que el transporte aéreo es el más seguro. Esto es un ejemplo de la “heurística de disponibilidad” o de que la noticia más reciente afecta nuestra percepción y nuestras acciones. Implicación: vea si es que lo que pasó es un hecho aislado o un fenómeno recurrente.

Voy a una entrevista de trabajo. El empleador me sugiere pagarme el salario mínimo nacional. Pese a que tenía intenciones de tener una paga mayor, uso esa cifra para mi negociación posterior. Éste es el “efecto de anclaje”. Recomendación: analice tratando de evitar sólo la primera impresión, sino tener una perspectiva más amplia.

En medio de la epidemia de influenza actual salimos a la calle varias veces, nos juntamos con varias personas y no tomamos en cuenta las medidas de bioseguridad. Entonces concluimos que tenemos alguna protección contra esta enfermedad. A esto se llama “sesgo de exceso de confianza”, porque nuestra experiencia nos indica (erróneamente) que tenemos alguna inmunidad. Implicancia: que nos vaya bien en algo no significa que siempre nos irá bien; analicemos los resultados con mayor perspectiva.

Estamos jugando con dados (por ejemplo “cacho”) y pensamos que nos irá mejor si es que echamos los dados tirándolos suavemente para que nos salgan números bajos. Este es un ejemplo de la “falacia de control” que nos dice que si seguimos ciertas rutinas nos irá mejor. Conclusión: considere qué efecto tiene lo que hace en los resultados porque tal vez no es ninguno.

Según las investigaciones del psicólogo Daniel Kahneman, estos ejemplos vienen de que tenemos dos sistemas de pensamiento: el rápido o que basa sus decisiones en la experiencia, la emoción, la intuición, llamado 1; mientras que el sistema lento es aquel que es analítico, consciente, esforzado o 2.

En los ejemplos anteriores nuestro sistema 1 estuvo operando y resultó en malas conclusiones. No es que el sistema 1 sea malo, sólo que se usó para decisiones que requerían el sistema 2, más analítico y esforzado.

Gracias al trabajo de Kahneman y posteriores, la ciencia económica descubrió los efectos de la irracionalidad y la emotividad en nuestras decisiones; y surgió la rama llamada economía conductual.

Curiosamente, ésta fue la ofensiva más directa a la noción de racionalidad económica postulada por otros grandes en la economía como, por ejemplo, los premios Nobel Milton Friedman y Gary Becker, según nos narra el Informe de Desarrollo Global del Banco Mundial de 2015.

Por esa y otras contribuciones Kahneman ganó el Premio Nobel de Economía en 2002. Hace una semana falleció y nos dejó un tremendo legado para aprender a pensar mejor.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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