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La confusión ideológica que vivimos está dando lugar a los absurdos más simpáticos.
Para el fundamentalismo “libertario”, son malas palabras izquierda, comunismo, social democracia, internacional socialista, pareciendo que estamos en las puertas de una guerra santa a muerte entre el profeta y el hereje bajo la administración de Torquemada. No fue distinto lo ocurrido durante el periodo masista que todos los que no nos adscribíamos al proceso de cambio y no nos declarábamos militantes del socialismo del siglo XXI, éramos sinónimo de vende patria, oligarca, separatista, racista, imperialistas.
Convengamos que esta confusión no es propiedad boliviana y se ha producido por una radicalización de los extremos que le atribuyen al mercado la totalidad de las virtudes humanas, o al Estado, el ser el único que puede imponer la perfección de la vida en sociedad. Para uno y otro, quien no comparte la fe en la mano invisible como ordenadora perfecta, o en la voluntad del pueblo convertida en la religión de los oprimidos, es sinónimo de tibio, traidor, media tinta… El credo viene sembrado en los últimos tiempos por los demoníacos Fidel, Ortega, Chávez, Correa, Evo, y al frente, por la bendición de Bolsonaro, Milei, Trump o Bukele. Sin ánimo de caricaturizar, este mundo ideológicamente bipolar, tenemos que reconocer que existen algunos matices un poco más complicados. La desaparición de los bloques mundiales que se organizaron después de la 2da Guerra Mundial, de la guerra fría, el Movimiento de países no alineados, la caída del muro de Berlín y el fin del socialismo real, y que en los paises del 3er mundo habían producido guerrillas, gobiernos militares reaccionarios y movimientos de descolonización, se vivió un periodo en el que las internacionales ideológicas trataron de ordenar las relaciones entre los estados, con el Papado Romano como equilibrio.
La existencia de un mundo distante y extraño para nosotros en América Latina, la de los fundamentalismos del Islán, el judaísmo y el hinduismo, con enfrentamientos complicados que van más allá de izquierda y derecha, está generando la aparición de bloques en torno a la economía, los recursos naturales y el control territorial del mundo. La desaparición del Pacto de Varsovia, que equilibraba a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, se expresa en este momento en un bloque todavía no orgánico de Rusia, China, Irán y Corea del Norte, que, a partir de los últimos enfrentamientos entre Rusia y Ucrania, y los actuales movimientos norteamericanos sobre Venezuela, parecen dibujar un mundo cada vez más complicado.
¿Y cómo se expresa eso en Bolivia? El carácter frentista de las organizaciones políticas generó una serie de pactos y acuerdos de imposible comprensión en puridad ideológica. Analizar al Frente Revolucionario de Izquierda, FRI, resulta absolutamente pedagógico. De origen comunista marxista leninista pro chino, tomó por las armas la propiedad Chané Bedoya en 1970 bajo las órdenes del Comandante Rolando que dirigía la Unión de Campesinos Pobres, UCAPO. Si seguimos el camino recorrido, lo veremos formando gobierno con el general Bánzer, que los había perseguido en 1971; después, en alianza con el MNR, sirviendo de base a la candidatura de Carlos Mesa con Comunidad Ciudadana y hoy, con LIBRE de Tuto Quiroga y Branko Marinkovic.
Sirva la referencia para que los decibeles de agresividad existente, bajen para buscar respuestas consistentes, más allá de diferencias forzadas. Y al obligarnos a hacer un ejercicio de responsabilidad ciudadana, busquemos mejores respuestas políticas al recordarnos que vivimos en un país de renta media, informal, en tránsito de lo rural a lo urbano a donde ya vivimos el 80%, que maneja el QR, en el que existen 15 millones de celulares, el 60% de la población es menor de 30 años y tiene en el Tik Tok, la reproducción de la verdad histórica. Y en el que el otrora todopoderoso MAS, casi ha desaparecido por sus peleas asquerosas. Amén.