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Por Marcelo Duclos1
“Desastre. Calamitoso. Ni se presenten a elecciones este año”. Las palabras podrían ser de cualquier representante de la oposición, pero pertenecen al economista Sergio Chouza, usual defensor y justificador de las políticas del Frente de Todos. Es que, la inflación en Argentina, ya no la pueden ni explicar los voceros del kirchnerismo. Enero arrojó un tramposo 6 %, lo que significa un incremento interanual del 98,8 %. Seguramente el mes que viene, Sergio Massa deberá hacerse cargo del fantasma más temido: el del índice de las tres cifras. De ocurrir esto, el país ya estaría en el peor registro desde 1991, último año de la hiperinflación antes de la convertibilidad de Carlos Menem.
Responsabilizar al gobierno de Alberto Fernández (y de Cristina Kirchner, que nadie se le olvide) por el desastre inflacionario es más que lógico y necesario. Sin embargo, si la coalición peronista actual pudo generar tanto nivel de daño, es evidente que las responsabilidades no terminan en el oficialismo. Los medios de comunicación (incluso los críticos), la oposición y buena parte de la opinión pública, también tienen algo de culpa por la dramática situación actual.
La prensa argentina es en parte responsable por el tratamiento “aséptico” que les dan a las iniciativas delirantes de un gobierno absolutamente extraviado. Como ejemplo de esto, podemos destacar todas las noticias alrededor del nuevo “acuerdo” de los “Precios justos” a varios cortes de carne en los supermercados. Esta mañana, todos los grandes medios nacionales informaron la noticia y exhibieron la lista de “precios” que los consumidores podrían encontrar el asado, el vacío o la bola de lomo en las góndolas. Darle tratamiento “neutral” o “informativo” a estas delirantes iniciativas, que no llevarán a ningún otro lado que no sea el desabastecimiento o una merma considerable en la calidad del producto, es casi ser cómplice de lo que está pasando.
Hacer un artículo informativo sin advertir lo contraproducente de estas medidas sería como escribir un artículo contando que una persona piensa arrojarse de un décimo piso, esperando poder volar como por arte de magia. La verdad que, al día de hoy, más personas se han salvado milagrosamente de caídas semejantes que casos de éxito de políticas de controles de precios. Claro que algunos medios buscan algo de dignidad con alguna columna de opinión o análisis de un economista serio, pero lo cierto es que no es suficiente. Mes a mes y año tras año, los medios de comunicación argentinos “informan” sobre las fracasadas medidas a implementar por el kirchnerismo y luego también informan el fracaso que obtuvieron las mismas. Es momento de dejar de abordar las noticias como el gobierno quiere, para enriquecer el debate en la opinión pública y la política.
También hay que mencionar que los argentinos de a pie también tienen algo de culpa de todo esto. Primero, lógicamente, por votar a un presidente que propuso en campaña “encender la economía”, hacía como que activaba un interruptor en los spots. “¿Qué hay que hacer ahora en nuestro país? Volver a prender la economía”, decía impunemente el actual presidente en su campaña de 2019. Claro que el pensamiento mágico no se limita solamente a la platea kirchnerista. Los afines a Juntos por el Cambio y Mauricio Macri tampoco le reclamaron al gobierno anterior ninguna reforma de fondo y por eso terminaron en desastre.
También hay que mencionar que los argentinos de a pie también tienen algo de culpa de todo esto. Primero, lógicamente, por votar a un presidente que propuso en campaña “encender la economía”, hacía como que activaba un interruptor en los spots. “¿Qué hay que hacer ahora en nuestro país? Volver a prender la economía”, decía impunemente el actual presidente en su campaña de 2019. Claro que el pensamiento mágico no se limita solamente a la platea kirchnerista. Los afines a Juntos por el Cambio y Mauricio Macri tampoco le reclamaron al gobierno anterior ninguna reforma de fondo y por eso terminaron en desastre.
Aunque parezca increíble, no falta el ciudadano de a pie que hace escenas en los supermercados y amenaza con denuncias cuando los espacios dedicados a los «Precios justos» aparecen vacíos en las góndolas. Estas actitudes también son parte del problema.
Finalmente, hay que reconocer que en buena parte de la oposición también radica la culpa por el desastre inflacionario. En la principal coalición (Juntos por el Cambio), la mayoría de los dirigentes no dice como piensan revertir la situación en caso de llegar al poder. El intendente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, reconoció que no puede anticipar su plan económico, ya que necesita ver la situación en la que recibirá el país. También hay otros referentes, como el radical Gerardo Morales, que hasta propuso hacer lo mismo que el kirchnerismo. Inclusive imprimiendo más dinero y encarcelando a los empresarios que suban los precios.
Incluso las propuestas más ambiciosas de la coalición cambiemita (como la del diputado Martín Tetaz) son absolutamente reversibles, como lo fue la «ley de convertibilidad» de la década del noventa. Haberse quedado en una moneda nacional anclada al dólar, en lugar de haber avanzado hacia una dolarización, mantuvo todos los desincentivos económicos, a diferencia de lo que ocurrió en Ecuador. El «corralito», el «corralón», la devaluación y la pesificación asimétrica fueron el resultado de no haber erradicado el problema de raíz. Incluso, cuando otros espacios de la oposición proponen reformas más radicales y compatibles con las necesidades argentinas, desde Juntos por el Cambio se las tachan de «impracticables». Pero mientras el oficialismo, los medios, la opinión pública y buena parte de la oposición no perciban la problemática real y sus soluciones necesarias, la situación será cada vez más compleja.