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Repensando lo cruceño

Jose Hugo Antelo Eguez

Abogado con mención en derecho empresarial | Director del Comité pro Santa Cruz

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Desde que nacemos escuchamos a nuestros padres, tíos y también a ciertos personajes políticos y cívicos hablar sobre “lo cruceño” o “la cruceñidad”. Sin embargo, parece que no existe una misma definición para estos términos. Incluso quienes defienden “lo cruceño” parece que no saben definir exactamente qué es esto que defienden, o también puede que lo definan, pero esta definición no será la misma a la que tiene otro defensor de “lo cruceño”.

 Algunos pueden decir que “lo cruceño” son nuestras tradiciones, nuestra forma de hablar, etcétera, cuestiones meramente culturales; por otra parte, “lo cruceño” puede ser el cooperativismo, un sentimiento nacionalista respecto de los cambas, un modelo federal, quizá también el libre mercado, entre otros. Lo cierto es que no está claro, y mucho menos existe un criterio unificado sobre qué es esto.

En los últimos años se ha acrecentado el sentir cruceño. Unos se limitan a defender tradiciones y las cooperativas de la intervención del gobierno, otros han llegado a proponer mayor descentralización y la extensión del modelo de desarrollo cruceño al resto del país, con el error de querer aplicar este modelo en lugares con  características geográficas, demográficas y culturales distintas.

 Lo cierto es que, para que prospere este término y que no quede solo en las cabezas de algunos amantes de la Santa Cruz de antaño y este pueda masificarse e incluso llegar a aplicarse, “lo cruceño” necesariamente debe convertirse en una filosofía y una ideología, para devenir en una auténtica propuesta política para su posterior implementación.

El concepto de “lo cruceño” está vacío, carece de contenido, y es en este vacío que debe trabajarse. Una visión de este concepto en el siglo 21 debe contener una auténtica propuesta para no quedar en el olvido. Las propuestas para el éxito y que perdure “lo cruceño” debería ser lo siguiente:

Libre mercado: una economía basada en la libertad de los agentes económicos privados como principal fuente de generación de riqueza, con una reducida intervención estatal, que opere principalmente para brindar elementos básicos como educación y salud, ambos de calidad.

Medioambiente: los individuos deben comerciar libremente, pero este no debe ir en desmedro de elementos como el medioambiente. El libre mercado, en la medida de su desarrollo, debe encontrar un equilibrio con el ambiente. La sociedad cruceña siempre ha estado relacionada con la naturaleza, incluso hoy gran parte de su riqueza proviene de la explotación de esta. Para que perdure el desarrollo es necesario cambiar los métodos extractivos y buscar innovaciones en el campo para reducir el impacto ambiental. Es necesario detener la tala de árboles y los avasallamientos ilegales en parques nacionales. Santa Cruz, para continuar exisitiendo, necesita reformar sus métodos en beneficio del medioambiente.

Descentralización: desde Andrés Ibáñez hasta hoy se habla de federalismo. Sea federalismo o una profundización de las autonomías -que están implementadas a medias- es necesaria, para el beneficio de todas las regiones de Bolivia y no solo de Santa Cruz, una mayor descentralización y reparto de competencias y recursos. Esta debe ser una propuesta central en el proyecto cruceño.

Multiculturalismo: es necesario entender que Santa Cruz no es solo de los cambas. La mitad de la población del departamento es inmigrante, por tanto, Santa Cruz es -o por lo menos debería ser- una sociedad plural culturalmente. Santa Cruz debe ser un centro de encuentro entre diferentes culturas, y por ende de personas. Para esto, es fundamental eliminar frases y pensamientos nacionalistas. Eliminar la dicotomía entre cambas y collas, porque Santa Cruz debe saber albergar todas las culturas para que continúe creciendo y liderando el desarrollo de Bolivia. La tolerancia y respeto del proyecto de vida ajeno es fundamental.

El reto político fundamental es articular estas propuestas (libre mercado, respeto al medioambiente, descentralización, multiculturalismo) de tal forma que se establezcan en comunión todas juntas y se cree un sistema de equivalencias con “lo cruceño”. Es decir, que cada vez que hablemos de lo cruceño, estemos hablando de todas estas propuestas en conjunto y no aisladas entre sí. Como segundo paso es necesaria la determinación del antagonismo del término, y este no puede ser un enfrentamiento cultural o entre regiones, sino que debe determinarse como antagonista al Estado boliviano actual en toda su extensión (burocrático, centralista, socialista y extractivista). Por ende, el reto político fundamental es el cambio semántico de “lo cruceño”. 

Tenemos que dejar de lado visiones tan restringidas que nos enfoquen en cuestiones como simplemente la Santa Cruz de antaño, tradiciones o también cuestiones nacionalistas y quizá chauvinistas. Lo cruceño debe repensarse y convertirse en una auténtica propuesta política.

Santa Cruz se ha convertido en un centro económico donde muchas personas y culturas diferentes llegan a establecerse buscando las oportunidades que no tuvieron en otro lado y un mejor mañana para todos. Si se quiere que Santa Cruz continúe por este camino, que no se estanque ni vaya en contrarruta, además de crear las mismas condiciones para todo el país, el repensar lo cruceño como propuesta política nueva y alternativa al actual modelo estatal es fundamental. Caso contrario, el enfrentamiento entre regiones y sectores continuará, obstaculizando -aún más- el progreso de todo un país.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Jose Hugo Antelo Eguez

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