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Las últimas medidas del BCB para reforzar las reservas internacionales, que están muy alicaídas, dan la impresión que son simplemente para salir al paso (“muddling through” dirían en inglés) sin tocar el fondo del asunto. Disposiciones como las del bono remesas, tipo de cambio exportador o la ley del oro son insuficientes. Lo que puede obtener el BCB colocando bonos remesa es una pestaña con relación con lo que sería necesario para llevar las reservas a un nivel adecuado. El tipo de cambio exportador, me lo hizo notar un periodista inglés se parece mucho al dólar soya, que tienen los argentinos desde noviembre del 2022. . Otros generadores de divisas, como los operadores de turismo receptivo, que harán el mismo cabildeo que los exportadores. No serán los únicos. Al final del día tendremos un sistema cambiario fragmentado por sectores, lo que conspira contra la buena asignación de recursos. No es seguro tampoco que la ley del oro vaya a fortalecer las reservas, aunque sí podría permitir un manejo más racional.
Vale la pena subrayar que la condición indispensable para que funcione bien el mercado cambiario, cualquiera sea su modalidad, es la de tener un buen control del déficit fiscal. El desafío principal del gobierno, no del BCB, es reducir el abultado déficit de 7.2% del PIB, con el que se terminado el año pasado. . Este déficit se suma a los altos déficit de cada año, desde el 2015. Si no se efectúan correcciones significativas el déficit para este año 2023 va a continuar o bajar muy poco. El consumo del gobierno al tercer trimestre de 2022 ha aumentado en 4.23% en términos anuales, casi al mismo ritmo que el consumo privado que fue de 4.28%. El dato de consumo del gobierno, que está en términos reales, estaría indicando principalmente que el empleo en el sector público sigue aumentando.
Controlar el déficit primario, es decir el déficit excluyendo intereses, no es fácil para ningún gobierno, porque es, en gran parte, exógeno, por ejemplo porque el precio de las exportaciones y, en consecuencia, las recaudaciones de impuestos que las gravan bajan. Frente a la caída de los ingresos se tiene gastos inflexibles en el corto plazo.
El endeudamiento puede suavizar los cambios bruscos del déficit primario. No es algo que se pueda excluir de los instrumentos de política macroeconómica. Las deudas empero, en algún momento futuro se tendrán que pagar. La solvencia del sector público requiere que los déficit de ahora se compensan con superávit en el futuro.
Los consecutivos altos déficit fiscales están también dificultando nuestro acceso al mercado internacional de capitales. Ellos aumentan el riesgo país, en un momento además de subida de las tasas internacionales de interés. Su financiamiento en el mercado financiero nacional será cada vez más difícil y no le quedará otra al gobierno que recurrir a créditos del BCB, el que también tiene límites. No puede empleárselo exageradamente, bajo riesgo de seguir perdiendo reservas internacionales o que estalle una inflación.
La situación de las reservas internacionales exige que se examine también oportunamente la política cambiaria. Una posibilidad es que se deje funcionar bien la banda cambiaria del BCB entre el precio de compra y el precio de venta de la divisa. Es importante promover, dentro de esa banda, un mercado interbancario de divisas, profundo y líquido, eliminando las cortapisas a su funcionamiento como el ITF. El tipo de cambio debe moverse libremente dentro de la banda. Se debe hacer también que el público, le preste atención a las cotizaciones de la divisa en ese mercado, con publicaciones diarias en los medios de comunicación.
Las pizarras de las casas de cambio publican diariamente y aún varias veces al día las cotizaciones de varias monedas. Está bien, pero las sumas que manejan no se acercan, ni de lejos, a las transacciones de los bancos.
Idealmente, las intervenciones del BCB se limitarían al techo y al piso de la banda, con ventas de divisas cuando la cotización llega al techo, y compras cuando llega al piso. Según la teoría de bandas cambiarias, en épocas tranquilas las cotizaciones del mercado convergen al piso; en épocas turbulentas convergen al techo.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo