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Es Santa Cruz de Bolivia, aclaro, pues las hay en otras partes del mundo. Milagro no necesariamente ligado a una expresión religiosa o de fe. Pero es milagro que celebra cada 24 de septiembre el inicio de las luchas por la independencia del colonialismo español, en 1810, y honra a sus héroes.
La lucha larga y cruenta, solo logró su objetivo 15 años después, el 14 de febrero de 1825, antes del 6 de agosto del mismo año, fecha que dio lugar a la República de Bolivia. República hoy extinta y sustituida por un Estado Pluri, dicen, pero que no respeta las múltiples determinaciones de la realidad y acosa la democracia como convivencia entre diferentes.
Este milagro llamado Santa Cruz departamento, primero fue Santa Cruz de la Sierra, ciudad fundada el 26 de febrero de 1561, por Ñuflo de Cháves en el territorio que se conoce como Chiquitos o Chiquitania. El ‘encontronazo´ de los pueblos indígenas que habitaban esta región con sus sabios saberes ancestrales, frente a los conquistadores españoles llegados del otro lado del mundo, fue violatorio y violento, pero de ahí provenimos, paridos por los avatares de la historia, del mismo tronco en toda América Latina: ser parte de la primera experiencia colonial burguesa de Europa, al calor del desarrollo del modo de producción capitalista.
Esta Santa Cruz del Oriente boliviano es un milagro de resiliencia pues de aquel ‘encontronazo’, para sobrevivir, los conquistadores se mestizaron con los nativos indígenas. De ahí, nuestra cultura se hizo mestiza, amén de que también somos mestizos biológicos. Los conquistadores españoles ya venían todos mezclados. Somos mestizos a contrapelo de algunos que insisten en que el mestizaje es una trampa y olvidan que los humanos somos biológicamente iguales, sin preeminencia de pueblo o etnia alguna, sobre otra. Y que rechazar el racismo y la dominación basada en el color de la piel u otros atributos físicos, es un compromiso de principios éticos, liberales y democráticos.
Santa Cruz es un milagro resiliente entre su gente y la naturaleza, en sus explosivas tonalidades verdes, ubérrima, de noble tierra productiva que alimenta hoy a 70 % de Bolivia. Para lograrlo, pasaron siglos de hombres criollos, indígenas y mestizos “hincados en la tierra para sacarle los frutos que nos dieron y dan sustento”, apunta el historiador Alcides Parejas Moreno, mientras las mujeres administraban la escasa economía familiar, sin ser ajenas a los rigores de campo productivo.
Santa Cruz es ese milagro porque a pesar de los todos los obstáculos, sí podemos comprobar que la tierra, ese factor de producción para obtener de ella alimentos, fue el Dorado que los conquistadores no vieron. Tampoco fue importante para el “ser minero” de la república desde su creación en 1825. De ahí la postergación de su desarrollo. Éramos descartables.
Este milagro mestizo llamado Santa Cruz, lejos de los centros de poder, pobre de solemnidad, pero de naturaleza libertaria como sus agrestes bosques, parió los héroes de la independencia, a Ana Barba, a Andrés Ibáñez y sus igualitarios, el Memorándum de 1904, tesis geopolítica de la elite cruceña que sigue vigente y refuta las inquinas del centralismo andino.
Santa Cruz es el milagro mestizo que reclamó el 11% de las regalías petroleras, de las que se benefició Bolivia toda, hoy en declive por la ineptocracia de los gobernantes de Movimiento al Socialismo (MAS). Esta Santa Cruz mestiza generó la fructífera articulación entre su gente, su cultura, sus recursos, instituciones y entornos con procedimientos de ‘gobernanza’ para salir con esfuerzos propios del descarte centralista.
En esta Santa Cruz mestiza surgió la demanda de democratización de las alcaldías, y el rechazo cívico a las dictaduras militares. Y adoptó el modo de producción capitalista en sus relaciones productivas, con todos sus bemoles, pero que crea excedentes y riqueza. Por eso la región recibe una migración interna desbordante, expulsada de sus pobres lugares de origen y que obliga a mujeres y hombres, a buscar su lugar en el mundo para sobrevivir y vivir mejor.
Santa Cruz es un milagro mestizo de resiliencia frente a los incendiarios interculturales del MAS que no saben del manejo de los usos de suelo y llegan a perturbar los ciclos de la naturaleza en tierras ya trabajadas o solo de uso forestal. Son avasallamientos políticos tras territorio y población que significan poder.
A este milagro mestizo llamado Santa Cruz, le corresponde la iniciativa social, política y técnica sobre las Autonomías, hoy mutiladas por el centralismo exacerbado del MAS. El régimen autonómico inscrito en la Constitución Política del Estado, está subsumido por el centralismo que hizo de la demanda autonómica un híper autonomismo: departamentales, municipales, indígenas, universitarias y regionales. Dividir para reinar.
A pesar de los encontronazos políticos y sociales locales, centralismo mediante, de la crisis y recesión que acecha al mundo, el milagro continua, ‘losetazo’ incluido que doblegó la arrogancia de su alcalde autoritario y populista, para que respete el Centro Histórico.
Aquí en la mestiza y subtropical Santa Cruz de la Sierra existe una Feria Exposición Internacional, que este año alberga 2.000 expositores de 21 países. Es la vitrina cruceña-boliviana emprendedora, competitiva y tecnológica. Ahí se vende la marraqueta paceña, como pan caliente que eso es, previa cola interminable. Este es el milagro llamado Santa Cruz: abierto, hospitalario, solidario, tonto útil de nadie.