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Santa Cruz y sus desafíos

Oscar Ortiz Antelo

Ha sido senador y ministro de estado.

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Estamos en septiembre, mes en el cual los cruceños conmemoramos nuestras efemérides, realizamos nuestra feria internacional y celebramos nuestra cultura y tradiciones.  Es también un momento propicio para analizar y discutir el momento en el que estamos y trazar los caminos para seguir avanzando hacía días de mayor prosperidad y desarrollo.  Para ello será necesario afrontar múltiples desafíos que debemos superar para proyectarnos hacía un futuro en la cual todos los ciudadanos que habitan nuestro departamento gocen de la libertad que garantiza una verdadera democracia y de las oportunidades que genera una economía productiva, abierta a las inversiones e integrada al mundo.

Ahí viene un primer gran desafío, construir una institucionalidad democrática que garantice las libertades y los derechos fundamentales de todos los ciudadanos bolivianos. Santa Cruz, no lo podrá lograr solo pues para ello se necesita una sólida expresión nacional. Al mismo tiempo, Santa Cruz y su vigorosa y activa sociedad civil ha sido y será imprescindible para brindar al país el equilibrio democrático que evite la posibilidad de establecer un régimen autoritario que sojuzgue al pueblo boliviano.

Otro desafío, derivado del anterior, es cómo convivir en un estado en el cual una parte importante del país vota por proyectos y organizaciones políticas con ideologías populistas y estatistas. La misma Constitución, por ejemplo, que fue aprobada a nivel nacional, fue rechazada mayoritariamente en Santa Cruz, como también sucede con quienes han venido ganando las elecciones presidenciales. Pareciera un choque de trenes, Santa Cruz no tiene por sí solo el peso electoral suficiente para elegir gobiernos compatibles con su visión de estado y de desarrollo, y ningún gobierno puede prescindir de Santa Cruz para asegurar la estabilidad y el crecimiento del país.

La respuesta se debiera dividir entre medios y fines. El medio es impulsar proyectos políticos nacionales que puedan integrar a quienes comparten ideas, principios y valores democráticos, una visión que basa la integración de la nación boliviana en el reconocimiento a su pluralidad y diversidad, tanto la de los nueve departamentos, como la de los distintos pueblos y culturas que la conforman. Para ello, un verdadero Estado Autonómico debiera ser la respuesta, aunque la recentralización que se ha impulsado posteriormente a la Constitución del 2009 provoca que se deje a un lado la reivindicación autonómica y resurja la propuesta federal como opción para cimentar la unidad nacional.

De esta forma se podría lograr el verdadero fin, cual es consolidar una república en la cual quepamos todos, en la que no se debe plantear ni la supremacía de unos pueblos sobre otros, como hace el vicepresidente Choquehuanca, ni “cruceñizar” Bolivia como erróneamente se planteó en algún momento. Debemos lograr un acuerdo nacional con reglas que aseguren las libertades ciudadanas y el derecho a las autonomías de los departamentos para que cada uno defina su modelo de desarrollo en función de su cultura, su geografía y sus potencialidades económicas, con un nivel central del gobierno que se dedique a articular y no a disgregar las regiones que componen el país. El hecho de que llevemos casi doscientos años sin lograrlo no implica que este deje de ser el camino.

Volviendo a Santa Cruz, quizás el mayor desafío para todo lo anterior sea el de continuar construyendo una visión compartida del progreso, en la cual se integren todos quienes se establecen en el departamento para buscar días mejores, ya sea proviniendo desde otras partes de Bolivia como de otras naciones. Aquella famosa frase de que el “cruceño nace donde quiere” refleja un mensaje trascendental que debe ser unas de las columnas fundamentales del sentimiento de identidad y pertenencia a un proyecto común de progreso basado en la convicción de que la iniciativa privada, la producción y la modernidad que brinda la apertura y la integración con la economía internacional, son los cimientos de un modelo de desarrollo sostenible que se ha convertido en la mayor fábrica de oportunidades de toda Bolivia.

Más allá de las tensiones que genera un crecimiento demográfico muy acelerado, esta visión compartida de sociedad y desarrollo es y debe ser la mayor fortaleza de Santa Cruz y su mejor forma de contribuir al porvenir de la patria boliviana.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Oscar Ortiz Antelo

Ha sido senador y ministro de estado.

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