¡Santos abandonos!
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El departamento de La Paz está sufriendo las embestidas de la naturaleza y las agresiones del hombre, las peores en lo que va de este siglo. Sequía que ha hecho desaparecer ríos y lagunas, que está matando ganado y cultivos, y ha generado desesperación en las provincias. Incendios forestales que han devastado bosques, plantaciones y casas en los Yungas y en la cordillera de Los Andes. Disminución del elemento agua en fuentes naturales y grandes represas.
¿Y el Gobernador? ¡Bien gracias!
Santos Quispe, primera autoridad departamental de La Paz desde hace un año y siete meses, no ha dicho nada y ha hecho muy poco ante los desastres que están dejando a miles de familias sin moradas, sin proyectos productivos, sin sustento económico, sin futuro, sobre todo en las áreas rurales de la región, de donde es oriundo el Gobernador.
Es joven, tiene 40 años. Debió haber recorrido los lugares donde se vive los efectos de la sequía o los daños producidos por el fuego, pero no se ha sabido de ninguna visita del Gobernador llevando ayuda humanitaria, alimentación para los damnificados o herramientas para sofocar los incendios en al menos media docena de municipios, cinco en los Yungas y uno en el área protegida de Apolobamba.
No se sabe si prefiere ver los partidos del Mundial, si disfruta estar más en su despacho en la histórica plaza Murillo, si su prioridad es entregar pequeñas obras de las que pocos se enteran o si está ocupado en preparar el sistema de salud a nivel departamental ante la sexta ola del Covid-19 que también ingresó al departamento, siendo que viene del área de la salud.
El martes 6 de diciembre. Santos Quispe presentó un proyecto de Ley ante la Asamblea Legislativa para declarar a su padre, Felipe Quispe, como héroe nacional, tras su fallecimiento en enero del año pasado, cuando era candidato a Gobernador de La Paz. Hace unos meses El Mallku fue declarado héroe departamental. Ya sabemos por dónde van sus prioridades.
Entre tanto, yungueños, altiplánicos y hasta los citadinos de zonas periféricas y rurales de las grandes ciudades han enfrentado y enfrentan los embates como pueden. Con baldes en el caso de los incendios forestales y con rezos en los lugares donde no cae agua hace meses.
El Gobernador paceño no puede argumentar que es otro perseguido político del masismo porque decidió estar cerca del oficialismo. De ahí la declaratoria de héroe departamental de El Mallku en la Asamblea Departamental, donde el MAS es la primera fuerza política, y su confianza en que el partido al que su padre combatió en vida puede convertirlo en héroe nacional en el Parlamento.
Pero, ni siquiera el haberse entregado al gobierno del MAS ha supuesto una reacción más eficiente de parte de la Gobernación paceña ante los efectos del fenómeno de La Niña, los chaqueos no autorizados y los desvíos de las corrientes de agua.
Y como no se ha desplazado a los lugares afectados, no conoce la angustia de quienes lo perdieron todo. Ha preferido hacer declaraciones públicas contra su colega cruceño, uno de los principales adversarios políticos de Luis Arce, buscando alguna ayuda presupuestaria para su débil e ineficiente gestión departamental.
Su comunicación institucional refleja el desapego que tiene por la realidad. Promociona la entrega de certificados para el transporte intermunicipal e interprovincial, y otros temas intrascendentes, y pasa por alto los desastres que golpean a las siete macrorregiones paceñas producto del cambio climático y la acción de gente inescrupulosa que desmonta grandes extensiones con quemas que se descontrolan en muchos casos.
Pero, el trágico panorama para el departamento no acaba con los incendios, la sequía y la previsible escasez de alimentos. Las lluvias llegarán en cualquier momento y seguramente provocarán deslizamientos en carreteras y poblados, como ocurre todos los años. Los desastres continuarán, lo mismo que el inocultable abandono del gobernador Santos Quispe, el Wayna Mallku.
Ojalá no llegue al extremo de su predecesor Félix Patzi, quien se negó a ir a Caranavi en 2019, luego del derrumbe del puente Armas debido a las intensas lluvias, con esa frase dicha a los periodistas y que es otro botón de muestra de la desidia: “¿Qué voy a hacer yo en el lugar? No soy maquinista, no soy tractorista”.
Se ha hecho costumbre que el Gobernador de La Paz (hasta ahora no se eligió a una gobernadora) sea alguien nacido en una de las 19 provincias rurales del departamento, excluyendo a la provincia Murillo en la que están las ciudades de La Paz y El Alto, porque supuestamente tendría mayor inclinación a entender y atender los problemas en el campo, pero el desinterés por resolverlos también se ha convertido en un hábito institucional.
El primer gobernador electo en La Paz, después de la aprobación de la nueva Constitución en 2009 que creó esa figura para las primeras autoridades en los nueve departamentos, fue César Cocarico de la provincia Camacho, Félix Patzi, nacido en la provincia Aroma, fue el segundo, y ahora Santos Quispe, hijo del municipio de Achacachi, pertenece a la provincia Omasuyos.
Es incomprensible que el actual Gobernador muestre tanta lejanía por lo que está sucediendo en las provincias a propósito de los desastres naturales y las consecuencias para miles de familias. Le quedan tres años y cinco meses para administrar de distinta manera los intereses de la comunidad en el departamento y si quiere rendir honor a la memoria de Felipe Quispe, podría comenzar dejando el abandono de la gente que votó por él y está pendiente de su desempeño en la Gobernación paceña.