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Subir la cuesta cargando

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Estuve hace unos días en la exposición de un doctor chileno en ciencias políticas sobre la situación preelectoral en su país (en parte también mío). Nos mostró distintas encuestas de variables diversas. No llamó la atención aquella sobre las preocupaciones inmediatas de los chilenos; la seguridad está muy por encima del resto. La inmigración y la corrupción ocupaban el segundo y tercer lugar en el gráfico. Ese resultado les sirve a los expertos para justificar la intención del voto marcadamente inclinada a la derecha, que estiman ganará con amplio margen en una segunda vuelta.

Mientras observaba esos porcentajes y veía cómo los derechos humanos y el medio ambiente no llegaban ni a un 10%, confirmaba cuán lejos estamos de los países que ya han resuelto las necesidades elementales de sus ciudadanos (seguridad, empleo, salud, educación) y que pueden ocuparse, en primera instancia, de asuntos que a nosotros nos suenan tan abstractos.

Pese a que formalmente me encontraba en territorio chileno (en su consulado), mi mente estaba en Bolivia, donde quizás exista un grupo de votantes que no comprendan que otros nos aflijamos más por el enfermo en terapia intensiva que porque en la cafetería del hospital no hay café orgánico ni pan sin gluten.

Rodrigo ha sido un buen candidato (en casa, el voto estuvo siempre dividido, así que además lo respeto) y es una buena persona. Valoro su sobriedad, su moderación, el significado que le da a la familia y su fe. A propósito, me pregunto cómo habrán tolerado esto último quienes critican en otros políticos cualquier gesto religioso. Bueno, son los mismos que una época piensan una cosa y la siguiente otra.

Como los que trabajaron con Tuto en la era banzerista a finales de los noventa, pero que hoy lo detestan por “fascista” (¿es que acaso Banzer era del MBL?). O quienes participaron activamente de la campaña electoral en la que Goni despedazó a Manfred con guerra sucia y ahora se desgarran las vestiduras por lo que seguidores del candidato oponente dicen. Y claro, los que vieron en Evo la reserva moral de la humanidad en 2005 y ahora… Debe ser lindo creerse la medida de todas las cosas y juzgarlas según las filias y fobias del momento. Y desde esa flexibilidad de pensamiento guiar al resto. Ay perdón, ya me desvié.

El periodista Tuffí Aré acierta cuando apunta algunos retos que tiene Rodrigo: probar que su gobierno no será una continuidad del ciclo del MAS; erradicar la sensación de que el PDC tiene dos cabezas (él y Lara) con agendas y vuelos propios; demostrar que no será un gobierno de transición; consolidar la gobernabilidad en el Legislativo con las fuerzas alternativas al MAS; atender de inmediato la emergencia del combustible, los dólares y la inflación; gestionar acuerdos con grupos de presión de la calle; frenar cualquier intento del MAS de blindar a los responsables de esta crisis.

Rodrigo tendrá un buen equipo económico. Y conozco a algunos de sus congresistas que inspiran confianza. Sin embargo, temo dos de los frentes que el nuevo presidente deberá combatir: el primero es, justamente, el asedio evista. A las pocas horas de anunciado el resultado electoral, Morales tuiteó que Paz y Lara habían ganado gracias a sus votantes. Según Evo, el 1.3 millones de votos nulos de la primera vuelta había definido la segunda. Lo que, según el mapa electoral, es cierto. “Es un voto con mandato para que no destruya el Estado Plurinacional y todas las grandes transformaciones (…), no aplique medidas neoliberales (…), no criminalice la protesta social…”, advirtió Morales. Lo suyo fue un presente indígena con intención griega.

Que Tuto pudiera ser el único en intentar apresar a Evo no fue para mí un tema al momento de votar. De hecho, pienso que es un acierto de Rodrigo eludir permanentemente la pregunta sobre su futura actuación en este peliagudo asunto.

Mi segundo miedo, que comparto aun con algunos votantes del PDC (no los paternalistas, claro) es Edman Lara. Este vino dando señales de independencia desde el inicio. Lara, sabedor de que posee un buen trozo de la votación del binomio, sentirá la legitimidad de jugar libre, como oso en diablada. Bajo el argumento de que se debe a su electorado, podrá poner en tensión las medidas de ajuste, según el humor con que las tomen sus votantes.

Por otra parte, pensar que el MAS y su electorado han sufrido una metamorfosis y ahora son todos PDC es ingenuo y riesgoso. Los persistentes electores masistas, huérfanos como andaban, hallaron un reducto de expresión política. Nada más. Rodrigo lo leyó bien. De ahí que optara por no pelear, en campaña, con su líder ni con sus símbolos.

En esa línea, un amigo hacía una analogía hace días: cuando comienza a producirse un tsunami, el agua se aleja de la playa; entre más se aleja, más fuerte regresa… No podemos pues disfrazar a la mitad de la población y menos extirparla solo por optimismo cívico.

El presidente electo seguramente recibirá de buen agrado la ayuda interna y externa que le ofrezcan para sacarnos del pozo. Lo perseguirán, sí, las facturas preelectorales y tendrá que subir la cuesta cargando con la volátil personalidad de su vicepresidente y tanto bulto propio de nuestra agreste política. Paz Pereira ganó democráticamente. Corresponde tratarlo con buena fe, en la alabanza y en la crítica.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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