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302 millones de dólares. Cada ciudadano boliviano, varón, mujer, anciano y niño, de cualquier pueblo que aglutina a este país aportó aproximadamente 3 dólares. ¿Para qué? Para que nuestro país pueda contar con un satélite de altos estándares internacionales, el Tupac Katari. Aun recordamos con una sorna sonrisa aquella foto donde se ve fingiendo el llanto a ciertas autoridades nacionales. ¿Qué tiene que ver el satélite en este momento? Algo muy sencillo. Ese satélite se supone que es capaz de tomar imágenes del territorio nacional con una alta precisión. Esto permitiría que la famosa actualización cartográfica esté hecha al 90% probablemente con el uso de la tecnología que se supone que el satélite permite, pero ninguno de los “técnicos” hace ni la más mínima referencia a esta herramienta. Mientras tanto, el INE, plantea seguir haciendo la actualización cartográfica a la antigüita, casa por casa, manzano por manzano, gastando otro dineral en pasajes y viáticos, peor aún, dilatando más la demanda nacional de un nuevo censo a la brevedad.
120 millones de votos se procesaron a principios de mes en el vecino país de Brasil en cuestión de horas. Apoyados en el uso de la tecnología y los tiempos reducidos que la misma permite. Con total capacidad técnica. Mientras que en Bolivia se dice que los resultados del censo demorarán cerca de un año en entregarse.
Y así existen infinidad de ejemplos que desnudan una profunda verdad. Se habla de que la cuestión del censo es eminentemente técnica, con justa razón, sin embargo, la clara incapacidad técnica de las personas que deben liderar esta tarea lo convierte en una situación de crisis.
En un mundo donde las metodologías agiles cada vez son mas hegemónicas, porque han permitido romper con ese esquema de que una tarea lleva a la otra y que un equipo especializado hace un solo trabajo a la vez, la falta de capacidad técnica de quienes están encargados de llevar adelante el Censo en Bolivia queda aun mas en evidencia. Obligando, en este punto, a que las regiones que requieren de los nuevos datos para recibir una adecuada redistribución de recursos deban recurrir a instrumentos de presión política con un profundo daño económico para el país.
Finalmente, mientras que el gobierno de Luis Arce señala constantemente que la cuestión del censo es técnica, debe reconocer, a esta altura, que la cuestión tiene un componente político muy grande porque quienes están a cargo de la gestión técnica son incapaces para los tiempos que corren. Casualmente, aquellos mismos que el pasado 14 de octubre debían entregar los resultados del crecimiento del PIB para indicar si habrá doble aguinaldo o no, que seguramente desde entonces están tratando de torcer los números para cuadrarlos en un inaudito 9% que sería el único que permitiría la cifra necesaria para el pago de este beneficio.
Lo mas lamentable de todo es que ante la innegable necesidad de un censo, llevamos ya muchos meses dilatando el avance hacia resultados, no existe la voluntad política de avanzar, de buscar mejores días para el país, de buscar paz, sino mas bien seguir cansinamente aferrados al poder, porque algo está claro: mientras ellos sigan en el poder siempre pondrán delante de la patria a sus propios intereses.