Un acuerdo de cambas y collas: vitalizaría la nación
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Nuestro país en toda su historia no fue capaz de edificar una base sólida para cohesionar la sociedad y fortalecer el Estado. Transcurrimos por diferentes derroteros, desde la implementación del Estado liberal al comenzar el siglo XX, la revolución nacional de 1952, el Estado de la democracia de los años 80-90 del siglo pasado y la reciente implantación del Estado plurinacional desde comienzos del siglo XXI hasta nuestros días.
Todavía continuamos a la deriva, ningún proceso político fue suficiente para desarrollar los pilares que logren edificar un entramado institucional y un tejido social que sienta plenamente suyo el espacio territorial que habita. Aun queda pendiente el encuentro de lo nacional-popular.
Se pretende desconocer el pasado. La izquierda oportunista menosprecia los grandes avances sociales de la Revolución Nacional; y la consolidación del Estado de derecho en el periodo de la “democracia pactada”. Otra elite miope, evita reconocer la emergencia de la identidad cultural durante el malogrado “proceso de cambio”. Todos estos acontecimientos significaron valiosos progresos, cada uno contribuyó con importantes aciertos y reiteradas equivocaciones.
La reciente iniciativa de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) y los Ponchos Rojos, de tender puentes y ofrecer una distención en la relación entre cambas y collas, en el escenario emblemático de la localidad de Achacachi, marca un incipiente inicio de lo que significaría el “reencuentro” necesario de los bolivianos. El abrazo emotivo y el vestir los ponchos rojos y el sombrero de Sao por parte de los asistentes, abren un camino de esperanza para reinstalar la pacífica y fructífera convivencia entre bolivianos.
Acuerdos puntuales como los de compartir experiencias de producción agropecuaria, acoger a estudiantes del Instituto Tecnológico Jach’a Omasuyos para que realicen pasantías laborales, es la mejor forma de construir lazos perdurables de integración. Con estas acciones se podrán superar los discursos de radicalización ideológica y la manipulación de la identidad cultural que buscan polarizar a la sociedad y desvirtuar la democracia.
Presenciamos con estupor, como el gobierno de Luis Arce —inoperante hasta el momento—, repite el viejo enfoque de la hegemonía política avasallando todas las instituciones del Estado, olvidando que el totalitarismo atrofia al Estado y generaliza la corrupción. Su gobierno descuida nuestra estructura productiva, las señales preocupantes del déficit comercial, el crecimiento indiscriminado del contrabando y la burocracia administrativa. Satisface a un núcleo de población —los suyos— que vive del favor gubernamental, para continuar en el rentismo y la circunstancial bonanza del extractivismo económico.
Sudamérica esta prefigurando un escenario de confrontación social y desorden estatal que ya experimentó nuestro país los últimos dieciocho años. No podemos convertirnos en el vagón de cola de estos experimentos políticos que solo buscan debilitar los Estados para saquear nuestros recursos. El desvarío de las dos economías más grandes de la región —Brasil y Argentina— imposibilita una acción coherente en bloque, impidiendo abordar eficazmente políticas que conduzcan a recuperar nuestras alicaídas economías.
Necesitamos un nuevo Pacto Social
La implementación del seminario internacional “Experiencias para el Encuentro” por la coordinadora residente de Naciones Unidas, Susana Sattoli, es una oportunidad para abrir el debate nacional que nos encamine a superar la confrontación estéril en la que nos encontramos.
El presidente Luis Arce, anclado en la vieja lógica de confrontación y sectarismo de la izquierda tradicional, está muy distante de las iniciativas ciudadanas mencionadas. Es de esperar que el vicepresidente Choquehuanca, patrocinador del seminario internacional, pueda superar la estrecha visión del indigenismo, para contribuir al camino de fundar un Nuevo Pacto Social y viabilizar una Agenda Nacional de consenso.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo