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Se llama “Gente Rara” y es un restaurante de barrio de Zaragoza, es decir está en un barrio extremo de esta ciudad española, y en esta columna me va servir de símil para romper tópicos cruceños sobre restaurantes y lloriqueos de clientes y dueños de algunos establecimientos gastronómicos cruceños.
El barrio extremo donde está “Gente rara” cuenta con sus negocios locales en los que compra el vecindario, bares y restaurantes con nombres propios en sus fachadas, bicicletas y parques más o menos cuidados. Entre toda esa cotidianidad este restaurante, emplazado en un antiguo garaje mecánico. Me suenan los establecimientos en un galpón con ruido y parlantes a todo volumen en Santa Cruz, pero allí supero el conflicto de los decibelios.
Vayamos con algunos datos de “Gente rara”. Tiene una propuesta de autor y creativa basada en la gastronomía de Aragón, Aragón es el departamento cuya capital es Zaragoza. Esto me suena, mutandis mutandi, hay restaurantes en Santa Cruz con esta filosofía, pero estamos en Santa Cruz y el público camba, apenas le da bola. “Gente rara” tiene una lista de espera de un año para comer allí.
El vino ocupa un lugar privilegiado, literalmente. Una preciosa bodega acristalada vigila la cabeza de los comensales y guarda más de 500 referencias manejadas por el sumiller. Precios normales y no los “atracos a mano armada” que te hacen en general en Santa Cruz que algunos llegan a marginar el mosto a más del 200%. Con estos precios en Santa Cruz es lógico que los comensales no pidan vino y no descorchen una botellita pues luego llega la “dolorosa”. Salvo rarísimas excepciones, en nuestra ciudad es prohibitivo beber vino o tenés un bolsillo muy bien acolchado para poder hacerlo.
En “Gente Rara” tratan al personal como personas su mentor comenta Cristian Palacio “Aquí cerramos dos días seguidos y el equipo tiene un tercer día libre. Estamos en un lugar privilegiado … Aprovechamos esto y a transmitir los valores, las virtudes humanas y las formas de trabajar que creemos importantes y construyen una sociedad mejor” Con los dedos de una mano puedo contar los establecimientos gastronómicos en Santa Cruz que puedan seguir esta filosofía, no la de tres días de vacaciones a la semana, si la de tratar remunerar y formar al personal como se merece.
Confianza, servicio, rapidez y simpatía que se genera alrededor de la mesa de “Gente rara” permite que estos valores y retos se transmitan al cliente. “Para nosotros es importante hacer que quien se sienta a nuestra mesa disfrute muchísimo, pero sobre todo que se sienta cómodo, tranquilo y acogido, para eso tenemos que ser transparentes y sinceros con ellos”. Afirma el responsable y Chef Palacio. Sin comentarios sin ir más lejos tuve que esperar en un local conocido de Santa Cruz más de 40 minutos para que nos sirvieran y la escena de ver que se suben por las paredes pues parece que han pedido “el menú que nunca llega”, desgraciadamente muy habitual en demasiados establecimientos cruceños.
La oferta de “Gente rara” además de la carta, ofrece: Menú Chalado, 75 euros (150 con maridaje) y Menú Lunático 100 euros (200 con maridaje). Y luego se quejan de los pobres de restaurantes con Chef de prestigio o con Chef jóvenes, cuyo menú a pasos o a la carta, no tiene nada que envidar al de este restaurante de Zaragoza.
Señores hay que ponerse las pilas de lo contrario no saldremos de la mediocridad. Muchos me dirán “No aquí no funciona esto… es Bolivia (de nuevo el lamento boliviano) aquello es España primer mundo”.
Pues sí, … pero la dignidad, el trabajo bien hecho, las virtudes humanas, la formación permanente, no ser pícaro y alzar los precios por las nubes, cobrar alquileres de locos…. y un largo etcétera, son cosas que se deben poner en práctica en Santa Cruz, en Caracas, o en Sebastopol. Gracias a Dios también en nuestra ciudad tenemos “rara avis” que poco a poco van por convertirse en gente rara, estos triunfarán los otros tarde o temprano caerán.