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Pasó el censo. Esperemos los resultados; ojalá sean transparentes y muestren la realidad poblacional y de vivienda de país, sin cataplasmas, pese a las “ayudas” incentivadas por los traslados que fueron ilegalidades que terminan distorsionando el resultado real del esfuerzo nacional. Los traslados hacen hacen daño al país; ello ocurrió de manera pública y fue aceptado por el poder, confiando en que algunos de esos espacios rurales son centros de votación que interesan al poder (masismo) y, consecuentemente, se concede “la tradición” de la que habló el viceministro Calvimontes el viernes.
El mundo es cada vez más urbano y el país no es una excepción: eso debe reflejarse en los resultados para generar o para que salgan propuestas para saber qué se hace y cómo se trabajan los espacios que están dejando de ser visibles económicamente y, consecuentemente sitios de residencia sin trabajo sostenible. Eso pasa en muchos espacios rurales y la gente opta por la periferia urbana porque ofrece mayores oportunidades.
Ojalá no haya sorpresas desagradables porque tantos voluntarios, los censistas y los que se quedaron en sus casas, merecen respeto.
Listo; fin del tema, esperemos y volvamos a lo cotidiano.
Narcotráfico
Sin anestesia: encontraron, otra vez, toneladas de cocaína esta vez en Oruro; se cree que llegaron desde Santa Cruz, se escapó un camión con más droga, que pudo hacer que esas 7,2 toneladas capturadas suban la cantidad, hecho que sirve para estadística y propaganda porque, después de eso no pasa nada más.
Veamos el porqué de esta apreciación:
El ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo se ocupa de informar y propagandearse como el ministro de la eficiencia en la lucha contra el narcotráfico (dicen que es el Arcista mejor ubicado políticamente). Seguramente, en defensa de su “bien posicionado nombre y, “por si acaso”, como quiera que se perdió parte del cargamento que permanece en algún lugar del territorio nacional (si no se fue nomás, por el mismo lugar u otro), no tuvo mejor idea que cargar contra el fiscal de Oruro, a quien acusó de filtrar la información antes de tiempo. El acusado salió a dar la cara y defenderse, argumentando que, entre el operativo y su información transcurrieron 36 horas. El siempre sumiso fiscal general, Juan Lanchipa, respaldó al Fiscal, pero, el daño ya estaba hecho y, la “responsabilidad del eficiente, salvada.
7,2 toneladas en marzo? Bueno, sumen: , ocho toneladas con 776 kilogramos de clorhidrato de cocaína, en “madera”, en tambo quemado, antes de salir a Chile, en enero de 2024 y, 7,2 toneladas también, en enero del 2024, esta vez en el puerto del Callao, Perú.
¿Menos cocaína incautada en los sitios donde se fabrica? – El mismo marzo de 2024: 86 kilos con 540 gramos en Beni; y una avioneta con 465 kilos de pasta base de cocaína y, unos días antes, en el mismo lugar, se secuestró 458 kilogramos de cocaína, también en Santa Cruz, en el parque Noel Kempff. Seguramente la cantidad tiene relación con lo que puede cargar una avioneta para vuelos cortos en la extensa frontera con Brasil; no se sabe – de acuerdo a la información- cuánta droga sale por esa vía. Allá hay “radares” desde hace años; recién los pusieron a funcionar, pero… no hay ley que reglamente el qué hacer cuando se detecte un vuelo no autorizado. Tarde que se les ocurra decir o argumentar que no se les dejó reglamento ni respaldo legal, porque tienen años en el gobierno y pudieron hacerlo en la gestión del destacado avisador de lo ocurrido.
Esas del 2024, antes, tenemos el caso de la cocaína boliviana secuestrada en España, la que salió desde Viru Viru; fueron 484 kilos de cocaína de alta pureza, cocaína que llegó desde fuera de la ciudad, “como Pedro por su casa”, dando la sensación, probablemente no equivocada, de que hay algún nivel gubernamental, de alto rango, que permite que esto pase. Y está, además lo de los 322 kilos de cocaína de alta calidad, salida de Bolivia, destinada a Emiratos Árabes (incautada en Arica) y, aunque hay más, paremos de contar, porque no es afán hablar de lo que se encuentra sino recordarle al lector que la proporcionalidad de lo encontrado frente a lo capturado está entre 15 y 20 (si quieren 25% se los doy, pero mostramos que la “eficacia” es discutible.
¿Pedro? ¿o Marset por su casa? A buen entendedor…
Vamos al tema: El no esclarecido hecho de Valle Sacta es un caso paradigmático. Veamos: tras la intervención del coronel Yerko Terán de la FELCN de Cochabamba a una factoría de cocaína (cuatro fábricas y un gran laboratorio en realidad), el coronel tuvo que salir del lugar; adujo una orden que denunció haber recibido de “exfiltrar” del lugar, por parte de sus superiores —coroneles Velasco, Arancibia, el viceministro de Sustancias Controladas Mamani y, según el propio Terán, la orden llegaba incluso del ministro Del Castillo—. Bueno, al día siguiente se entró a otras fábricas en la misma zona y se las incendió, aunque Terán declaró ante Fiscal, que ese no era el lugar donde él entró. O sea, probablemente la “factoría” haya funcionado un tiempo más, hasta que la desmantelaron, porque nunca se avisó de una incursión en ese lugar, salvo que siga funcionando.
Y hablando de Chapare, en enero de 2024, después de 16 años de haber dejado actuar al narcotráfico a sus anchas, 3 de esos años ya bajo la responsabilidad gubernamental de Luis Arce, efectivos policiales lograron ingresar y destruir un total de 25 fábricas de cocaína en el Trópico de Cochabamba. El ministro de Gobierno tituló el hecho como “histórico”; sin tomar en cuenta los 3 años “que se comió”; más o menos el tiempo en el que demoraron en pelearse con Evo Morales. Casualidad? No!, eso tiene mucho de complicidad.
“En Chapare, incursionar en busca de fábricas de cocaína es pescar con red, en un pecera de un restaurante de mariscos” , dije hace mucho tiempo y, así nomás es. El 5 de marzo, ocurrió lo mismo (entre esas fechas, más de una vez) del Castillo escribió en sus RRSS:“¡Nuestra lucha contra el narcotráfico no se detiene! Se destruyeron otras 25 fábricas de elaboración de pasta base de cocaína, además se destruyeron un total de 5.8 mil litros de cocaína líquida, equivalente a 219,3 kilogramos de clorhidrato de cocaína”,
Y esto puede seguir, mientras se permita el ingreso de turriles llenos de precursores, gasolina, diésel, bicarbonato, ácidos de distintos tipos, motores de luz, hornos microondas y todo lo que se encuentra cuando se entra a una o 25 factorías. Esos elementos “claves” para el oficio nunca son encontrados en su ingreso al país, los líquidos y en viaje hacia el Trópico, como muy rara vez se encuentra en caminos el “producto acabado”; tampoco la pasta base que llega desde Perú.
Así, esto puede seguir porque, como dijo Freddy Machaca, dirigente del distrito 2 de Yapacaní, a El Deber, hace muchos hace años:
“Mientras haya harina va a haber pan y, mientras haya coca, va a haber cocaína”
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo