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Años atrás, ante diferencias que iban alejando a muchos sectores del MAS (indígenas del oriente, cooperativistas mineros, cocaleros de Los Yungas), el entonces vicepresidente Álvaro García Linera esbozó la tesis de las “tensiones creativas”, según la cual estos conflictos no implicaban contradicciones de fondo sino que eran parte de una efervescencia propia del crecimiento del “campo popular”.
Lo sucedido tiempo después, cuando varios de estos sectores fueron parte de la insurgencia anti-fraude del 2019, demostraron las limitaciones de esa teoría y su inadecuación a la realidad.
Recientemente, el ministro de gobierno Eduardo Del Castillo, devenido en pensador materialista-dialéctico, reeditó la tesis al señalar que las divergencias al interior del partido azul son una “demostración de vitalidad”, ornamentando su afirmación con varias frases de Mao Tse Tung, respecto a que “sin contradicción no hay movimiento y sin movimiento, por consecuencia lógica, no hay vida”, “la contradicción es la base de las formas más simples del movimiento”, etcétera.
Del Castillo agregó que la contradicción principal (la que sí sería dialéctica) es la de imperialismo vs. nación oprimida.
Pero lo cierto es que la falacia de las “tensiones creativas” está encubriendo una contradicción fundamental, como es la que separa a los intereses específicos de los Barones de la Coca del Chapare del resto de la sociedad. Y es en ese marco donde deben entenderse los conflictos intestinos del masismo.
La representación de ese Estado dentro del Estado, alias “México chico”, va quedando cada vez más circunscrita a Evo Morales y su entorno directo, mientras que el estamento burocrático (afín al presidente Luis Arce) y los indígenas no cocaleros del occidente (afines al vicepresidente David Choquehuanca) empiezan a tantear otro camino, aún incierto.
Por supuesto, todos comparten una serie de nociones equívocas, antirrepublicanas en lo político y dirigistas en lo económico, pero la contradicción entre la lumpen-burguesía de la cocaína y otros sectores sociales es lo suficientemente honda para conducir a una ruptura, como anunció el líder indígena ecuatoriano Yaku Pérez en su visita a Bolivia.
Entretanto, los teóricos de las “tensiones creativas” (el nuevo, Del Castillo, y el viejo, García Linera) se han ido realineando desde el evismo hacia el arcismo, evidenciando hacia qué lado soplan los vientos decisivos en la interna.
Desde el flanco opositor, es preciso que se aprenda a leer al MAS actual como una entidad heterogénea y ya no monolítica, reajustando tácticas y estrategias a esta condición. La construcción de puentes hacia los sectores populares de alta cultura mercantil debería ser una de las prioridades en esta nueva visión.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo