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Me intrigan los que desafían a sus estereotipos, pues es más usual reforzarlos. Por ejemplo, para el comando de CC la visita de Carlos Mesa al Comité pro Santa Cruz fue una movida ineludible contra la autocracia. No obstante, en el estereotipo que persigue a Mesa, esa visita también puede leerse como una admisión de que él no es la cabeza opositora, o como una forma de dar apoyo para pedirlo cuando él lo requiera. No es simple escapar del estereotipo.
Manfred Reyes Villa pretende, en cambio, algo distinto, incluso pese a una reciente entrevista en Página Siete a su hijo homónimo, tan emparentada con la literatura del éxito personal. Esa que tiene cultores, pero que no sé si sea la primera lectura que mostrarle al país.
Manfred resucitó y no en tres días. Por una década fue un jubilado, más o menos como hoy Leopoldo Fernández. El retorno de Reyes Villa a la arena justifica seguirle la huella. Es que hace un año ni sus sobrinas apostaban por él. No sé quién terminaba de ver los somníferos videos que Reyes Villa despachaba con añoranzas desde Estados Unidos en su exilio.
Fue Armando Ortuño quien identificó a un nuevo tipo de votante, al que le atribuyó la victoria de Reyes Villa. Ese votante es el “masista-manfredista”. Es un tipo de elector masista que percibe que Manfred no arremete ya contra las fibras más pasionales del discurso del MAS, y que por eso escucha ahora las ofertas de Reyes Villa en materias que el MAS ni aprecia ni promete.
Este mes, el alcalde cochabambino sufrió nuevos embates judiciales. Luego de zarandearle el sillón edil, el MAS se ha detenido, sin embargo. Remover al alcalde contra la mayoría cochabambina hubiera sido enfurecerla y favorecer al manfredismo. Encima, Reyes Villa sacó a sus adeptos a la calle, único ámbito que el MAS respeta. Y, aprendiendo de otros, Reyes Villa hijo -el de la literatura del éxito- blandió allí deliberadamente una wiphala, refregándoles su falta a los opositores que la arriaron.
El alcalde de Cocha se ha chupado además regaños de esa oposición que le exige abordar de una vez su airado barco, tuit de la maltratada expresidenta Añez incluido. Tampoco ha ido al encuentro del Comité pro Santa Cruz, al que concurrieron otros. Se puede alegar que Manfred faltó allí por el brete en que estaba, pero esa ausencia confirma igual las líneas de su campaña. Es decir, esquivar la grieta fraude/golpe y atraer al ciudadano agotado por esa pelea de hinchadas.
Hay varios políticos que quieren eludir el binarismo del MAS. A este le da ventajas polarizar con una oposición a la que caricaturizar. De ahí viene también el equilibrismo de Reyes Villa, cuidando a su elector “masista-manfredista”, sin alienar a su votante histórico. Eso incluso si el alcalde teme hoy medir fuerzas con el MAS bajo el liderazgo de los opositores más afilados: comités cívicos, Camacho, etc.
Reyes Villa sabe que no es un piadoso franciscano, pero quizá eso no les provoque insomnio a sus partidarios. Para cierto pragmatismo callejero, ningún santo rivalizará en serio con figuras del corte de Evo. Reyes Villa apela entonces a su kilometraje, dureza y a una estabilidad que Camacho no exhibe, aunque posea una intrepidez rentable en días líquidos. Además, está esa memoria militar afín a un público tradicional, devoto del orden y crecientemente bronco.
Para abreviarlo en un tuit de quien presumo es el asesor más sagaz de Reyes Villa, se trata de “no dejarse arrastrar a la agenda de esa inédita sociedad de extremismos que busca llevar de nuevo al país al caos”. Fíjense en la selección de palabras: “caos”, “extremismos”, “no dejarse arrastrar”. Sí, tal vez en el fondo eso sea abonar otro estereotipo, más populista de derecha que liberal, pero que, ojo, ambiciona erigir una mayoría electoral nueva.
Reyes Villa (padre) no es un político joven, pero este su ensayo es distinto, incluso si al final resultara insuficiente para enseñar cómo lograr el éxito en cuatro capítulos. Claro que si fuera suficiente, a lo mejor hasta el actual vocero presidencial tenga de nuevo un lugar junto a Manfred.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo