Romero propone “cambalache”: extraditar a Dávila a cambio de Sánchez Berzaín y Murillo
Asegura que conoció a Dávila cuando fue nombrado Director de Inteligencia.
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Carlos Romero, exministro de Gobierno de Evo Morales, propuso este jueves un “cambalache” de extraditables con Estados Unidos. En una conferencia de prensa dijo que se podría extraditar al exjefe antidrogas Maximiliano Dávila a territorio estadounidense a cambio de que Bolivia reciba a los exministros de Gobierno Carlos Sánchez Berzaín y Arturo Murillo, éste último detenido en una cárcel federal de Miami.
“Desde el punto de vista político, si quieren extraditar a Dávila, de repente hay que hacer un cambalache, no es cierto. Que nos manden a los dos exministros de Gobierno que ellos están protegiendo en el norte”, dijo Romero mientras esbozaba una sonrisa. De inmediato los periodistas le preguntaron a quiénes se refería.
Romero respondió textualmente: “A Sánchez Berzaín por el caso del narcoavión y la masacre de El Alto y al otro comprometido en las masacres de Sacaba, Senkata, etcetera”, refiriéndose a Murillo, exministro de Gobierno en el gobierno transitorio.
El exministro de Gobierno sostuvo que desde el punto de vista jurídico, la eventual extradición de Dávila a Estados Unidos por el tráfico de drogas y armas a ese país corresponde al Tribunal Supremo de Justicia.
Romero convocó a la conferencia de prensa en la ciudad de Santa Cruz para dejar sentado que no conocía a Dávila hasta que asumió como Director de Inteligencia de la Policía, cargo que ocupó antes de ser nombrado Director Nacional de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico, en 2017, designación que fue hecha por el Comando General de la Policía, según la exautoridad.
“Yo a Dávila no lo conocía. Lo he conocido como Director de Inteligencia”, aseguró antes de señalar que no tenía por qué nombrarlo como jefe antidrogas del país porque era una atribución del Comando Nacional de la Policía. Agregó que no ordenó aplicar mecanismos de contrainteligencia para hacer seguimiento a policías porque “confiamos en que la Policía hacía un trabajo profesional”.
