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El modelo de socialismo andino del siglo XXI

Jorge Kafka

Politólogo

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El mundo se encuentra experimentando una oleada autoritaria que ha puesto en jaque al bloque democrático occidental. El autoritarismo no es un fenómeno nuevo, sin embargo, lo novedoso del caso es la mutación que ha sufrido gracias al uso de la tecnología y el conocimiento sobre el manejo de las emociones de la gente.

El Socialismo del Siglo XXI es un claro ejemplo del nivel de sofisticación que han alcanzado las “maquinarias burocráticas de poder”, en la configuración de modelos “autoritarios suaves”, como los de Argentina y Brasil, y duros como los de Cuba, Venezuela y Nicaragua, así como la creación modelos “híbridos”, como los de Bolivia, Perú y Chile, en la región andina.

Lo particular del modelo andino, sin embargo, lejos de emular los rasgos de los autoritarismos suaves y duros, tales como la represión a la disidencia, el control de los medios de comunicación y el desprecio por el derecho internacional, es la forma de acceso al poder. La movilización de masas, la lucha racial y regional, la utilización de fuerzas paramilitares y de civiles nativos y transnacionales configuran un nuevo espectro en la lucha por el poder que combina elementos de las “revoluciones moleculares” y de las “guerras de identidades”.

Bolivia fue el pivote geopolítico y geoestratégico para la irradiación de este modelo andino de corte plurinacional. El Movimiento Al Socialismo, tras perder el poder en 2019, debido a la renuncia del entonces presidente Evo Morales, activó una estrategia de retoma del poder vía la movilización de masas, instrumentalizando la ira de los “marginados”, el miedo de las clases medias y la debilidad de la clase política tradicional, que se concretó en la creación del Estado Plurinacional. Todo ello en el marco de un imaginario social actualizado mediáticamente para alimentar el odio racial entre blancos e indios y la lucha regional entre el oriente y el occidente del país.

Chile, por su parte, logró que la izquierda de ese país llegara al poder gracias a la misma fórmula de movilización de masas, articulación del descontento de “los marginados” en torno a la idea de cambiar a los políticos tradicionales y una buena dosis de violencia social organizada, todo ello en el marco de la idea de reivindicar a la población indígena minoritaria del país. La fórmula funcionó hasta el ascenso a la presidencia de Gabriel Boric, pero se truncó cuando se intentó cambiar el diseño institucional del Estado a la manera del Estado Plurinacional de Bolivia mediante una Asamblea Constituyente.

En el Perú, tras el intento fallido de cerrar el Congreso de la República por parte del entonces presidente Pedro Castillo, asumió la presidencia Dina Boluarte. Tras su juramento, las fuerzas del socialismo andino desplegaron la estrategia de retoma del poder: movilización de masas, violencia social organizada, creación de condiciones para acarrear a los “marginados del antiguo orden a convertirse en los forjadores de un nuevo vía Asamblea Constituyente. Todo ello en el marco de la profundización de los clivajes entre la capital limeña y las otras regiones y los atávicos prejuicios raciales.

El éxito contundente del socialismo andino del siglo XXI, empero, solo se pudo verificar en el caso boliviano, en el que la fórmula de las revoluciones moleculares y de la guerra de identidades se desplegaron de manera eficiente. No sucedió lo mismo en Chile, que hoy en día se encuentra entrampada en un proceso revolucionario inconcluso, tras el rechazo a la aprobación de una nueva Constitución; igualmente, en el caso peruano, el caos político y la violencia ponen en evidencia la lucha abierta por el poder entre las fuerzas en pugna y cuya resolución es aún incierta. En los tres casos, sin embargo, se destacan los esfuerzos por impulsar procesos revolucionarios altamente violentos a nivel social, aunque encubiertos por fachadas democráticas, lo que les otorga su carácter híbrido.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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