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Con las disculpas del caso a sus deudos, es inocultable que al podrido y vergonzosamente sometido sistema de justicia penal (excepciones aplican), les ha explotado el muerto en sus narices, por el trato cruel e inhumano al que fue sometido por esos juristas del horror el finado Marco Aramayo (+).
A la vista de ese luctuoso resultado, por muchas lágrimas de cocodrilo que los altos cargos del sistema de justicia están ensayado hipócritamente ante los medios, les resulta imposible tapar el sol con un dedo: ha sido ese sistema el que ha causado ese fallecimiento. No estoy en condiciones de identificar culpables, pero ese sistema penal rehén de la política partidaria y degradado en triturador de derechos y garantías, es el responsable. No hay donde perderse.
Intentando centrarme en lo estrictamente jurídico, algunos de estos datos prueban más allá de toda duda razonable ese tratamiento cruel y degradante que esos juristas del horror, le han propinado en virtud a su vergonzoso sometimiento al poder político partidario.
Su Abogado reveló que había sido perseguido a través de más de 255 acciones penales a lo largo y ancho del país, prácticamente por los mismos hechos. El espadachín del Fiscal General (su jefazo huyó dar la cara en persona) compareciendo ante los medios, señaló cínicamente que habían sido 50taytantos procesos “no más”. Cualquier Abogado, rudimentario incluso, sabe que la peor estrategia de litigio en términos profesionales, radica en multiplicar las denuncias y procesos penales contra la misma persona, pues si se quiere hacer justicia, bastará centrarse en los casos más graves, si se dispone de elementos probatorios contundentes. En Bolivia no existe el sistema de sumatoria de penas, por lo que de lograrse varias condenas, quedarían subsumidas en la mayor, haciendo ocioso gastar energías, recursos y tiempo, en múltiples procesos, para lo mismo.
Salvo que en vez de hacer justicia y dar con la verdad real, se busque atormentar al acusado, vaciar de contenido sus reales posibilidades de defensa efectiva y, destruirle psíquica, financiera y físicamente: el resultado, en el caso, salta a la vista.
El Presidente del Supremo !!! acaba de enterarse!!! luego de siete años de dos centenas de procesos en su cancha, que al finado se le estuvo vulnerando su garantía de no persecución múltiple y la Judicatura no se había dado cuenta… Lo raro es que decenas de jueces lo permitieron y fracasaron demostrablemente en su elemental rol de garantes, facilitándoles a los Fiscales meterle no más: nadie puede justificar cómo es que la ley procesal somete los plazos máximos de detención preventiva a 6 meses y el Sr. Aramayo estuvo 7 años o que el plazo máximo de duración de cualquier proceso penal es de 3 años y el Sr. Aramayo estuvo procesado 7 años, hasta terminar ejecutado por el sistema. La “Defensora” del Pueblo, apareció en los descuentos y el Consejo de la Magistratura, bien gracias, ensaya alguna otra intervención aquí y allá, para la platea.
Tampoco que la Ley de Ejecución Penal y Supervisión autoriza a las autoridades penitenciarias trasladar de emergencia a hospitales a los internos con problemas de salud y, en el caso, hayan esperado hasta el último momento para internarlo. Sin contar que antes fue tratado por todos como objeto, llevándole a 57 cárceles y carceletas a lo largo de todo el país: Todos esos juristas del horror, batieron el récord Guinnes, de indolencia e inmundicia, por supuesto.
Aunque este proceso, junto con similares decesos como del Ing. Bakovic o Kieffer muestran la peor faceta del sistema, urge evitar omitir que existen actualmente centenas de procesos penales similares en los que el sistema de justicia penal vulnera sistemáticamente el Debido Proceso a los encausados y, la tutela judicial efectiva y oportuna a las víctimas, fracasando demostrablemente en su razón de existir –tutelar derechos y garantías- peor cuando se trata del interés estatal o gubernamental. El fin justifica los medios y se le mete no más.
Lo peor de todo es que no aparece alguna esperanza siquiera de real cambio, peor de una genuina reforma judicial ya que si hubo alguna voluntad política para eso, también terminó ejecutada. Pese a esos luctuosos resultados, al poder político le sirve ese asqueroso sistema para sus nefastos intereses coyunturales: aplicarles “derecho” penal del enemigo a sus contrarios y garantizarles encubrimiento a los suyos. Cuando los abusos se ponen en evidencia estallándoles en sus narices como en este caso, entonan en coro su clásico himno “del yo no fui” y derraman lágrimas de cocodrilo ante los medios, mientras su asquerosa criatura continúa perpetrando abusos y torturas, multiplicando injusticias por doquier. Bien lo sentenció uno de los Abogados del finado: “La justicia es el arma letal del sistema opresor”.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo