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Interpelar al poder

Leticia Sáinz

Periodista

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Por definición, el rol supremo del periodismo es la intermediación entre la sociedad y el poder. Para cumplir con esa responsabilidad, es necesario interpelar al poder para llevarle a la sociedad la información que requiere con el objetivo de conocer, entender y tomar decisiones. Naturalmente, el flujo de la información es de ida y vuelta. 

Cada vez que veo un informativo pienso en esto que se repite hasta la saciedad en los manuales de periodismo. Me surge la interrogante si dar el mismo espacio a quien detenta el poder y a quien lo cuestiona, es una muestra de “imparcialidad” o de “neutralidad” o colocarse en un sitial “intocable” desde donde se mira esta confrontación sin tomar partido.

Hace mucho que aprendimos que el periodismo no es imparcial y mucho menos neutral. La realidad nos impide esa neutralidad y, aunque algunas de las escuelas de periodismo (como la estadounidense) proclaman la “objetividad”, hoy en día con las redes sociales, se impone la contextualización como herramienta básica para prestar un servicio que le sirva a la población para tomar sus decisiones. NO para entender nada porque les aseguro que la gente entiende muy bien lo que pasa, a veces mejor que los periodistas. 

No hay límite en muchos programas, especialmente de televisión. Preguntas tan obvias  que dejan en claro que el objetivo no es preguntar sino dar una palestra, no hay repreguntas, no hay cuestionamiento, no hay contrastación con la realidad.  Lo único que logran es quitar credibilidad y, reitero, el público entiende muy bien los mensajes, incluso aquellos que no son explícitos. Igual o peor en las radios y en los periódicos. 

La constante crisis política que vive el país nos obliga a aportar a la mejor comprensión de las razones de esta crisis. Las razones profundas, los motivos que la impulsan pero también el origen de ellas. No aportamos nada como periodistas si solamente abordamos la coyuntura y de manera tan deficiente – con muy honrosas excepciones – o, incluso, llegamos al extremo de cortar alguna explicación por razones de tiempo, dejando con la palabra en la boca al entrevistado para con una sonrisa de mueca, afirmar y “seguimos con más…”

Necesitamos con urgencia “mirarnos con autocrítica”, repensar nuestras acciones y ver, con claridad meridiana, si estamos cumpliendo o no esa función que nos ha dado la sociedad: interpelar al poder para evitar abusos, decisiones totalitarias, dictaduras e irrespeto por los derechos de todos y todas. No es menor nuestra misión, no es poca nuestra responsabilidad y no la estamos cumpliendo si no aportamos a la comprensión de los problemas para resolverlos. 

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Leticia Sáinz

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